lunes, 3 de octubre de 2016

Semana del 25 de septiembre al 1 de octubre  del 2016(Brasil XVI y último)

Este fin de semana el Pirulo ha reunido a todas (y todos) los del grupo y, sin dejarles abrir el pico, les ha notificado que, por última vez, iban a tener que aguantar el relato del viaje a Brasil y que por fin---¡FINITO!..¡¡TUTTO FINITO!!

Así que, con la alegría de que aquel martirio tocaba a su fin, se dispusieron a escuchar la última entrega.

12 de noviembre del 2007

El viaje está dando sus últimos coletazos. Es la hora de las despedidas y de hacer esas compras se dejan siempre para el final por desidia o porque no se encuentra algo adecuado para el destinatario. Así que después de desayunar, el Recovecos se va a echar a correos la última postal, y menos mal que no está escrita toda ella con letra pequeña ni tiene mucho más que lo que se acostumbra a poner en las postales, como eso de ‘’Desde Sao Paulo con mucho cariño’’ o, simplemente, el típico ‘’Saludos de tu compañero de trabajo…’’ que se envía a los que quieres dar envidia o con intención aun más maligna. El caso es que el que le atendió en la oficina o era becario o solo disponía de sellos de cinco céntimos de real, y le llenó casi toda la parte posterior de la postal de tal manera que al final solo se leía claramente el nombre y dirección del destinatario.

Habían quedado en un sitio llamado Vergueiro y menos mal que antes de salir les avisaron que venían a buscarles pues existían tanto una calle como una estación de metro con el mismo nombre  y, si iban por su cuenta, había un alto porcentaje de ir al Vergueiro equivocado, sobre todo si lo elegía el Recovecos, que siempre que se le presentaba una disyuntiva elegía la opción incorrecta, algo que le sigue ocurriendo hasta cuando juega a las ‘’bombitas’’ en el ordenador.

En poco más de media hora, hacia las once y media, ya estaban sentados donde les habían llevado a comer que, según les informaron, era el sitio donde cocinaban el mejor yakisoba de todo Sao Paulo, el restaurante Kyojin Temakeria. En aquel momento, a nuestros viajeros no les preocupaba lo que podía ser el ‘yakisoba’ sino la hora tan próxima al desayuno en que iban a tener que comérselo y, por lo tanto, el esfuerzo que iban a tener que hacer para aparentar que lo ingerían o engullían, según quién, con apetito. La primera sorpresa fue que en aquel restaurante no se podía beber alcohol, así que cada cual se ‘escogió’  su bebida preferida entre las que les ofertaron, a saber, agua, zumos naturales y no tan naturales, coca-cola y sus variantes,…La segunda sorpresa se produjo cuando les explicaron lo que era el ‘yakisoba’, que consistía en una especie de tallarines fritos con alguno de los múltiples acompañamientos que ofrecían: vegetales con carne de pollo, vegetales con carne de ternera, vegetales con salmón o con otro tipo de pecado, vegetales con…Cada uno eligió el acompañamiento que le apeteció y esperaron a que se los sirviesen. Y mientras tanto empezaron a entrar estudiantes de entorno a dieciséis años  que ocuparon la totalidad de las mesas disponibles y que aportaron un sonido ambiental juvenil y solo soportable para los que ‘’gozaban’’ del privilegio de tener, por la edad, el oído un poco duro. Cuando les sirvieron las múltiples variantes del yakisoba que habían solicitado, comprendieron el por qué había tantos estudiantes. La ración de yakisoba tenía un precio razonable y la cantidad de tallarines y complementos era tal, que difícilmente podían mantenerse en equilibrio dentro del plato. Lo más seguro era coger porciones de lo alto del montículo que formaban los tallarines y, alejando el tenedor lo menos posible,  sorberlos con el máximo de educación y el mínimo de ruido. Fue curioso ver el empeño que pusieron todos en hacerlo de esa manera y, como consecuencia, no se restableció el diálogo entre los comensales hasta que el montículo de yakisoba no se transformó en una capa de tallarines  que se podían llevar a la boca con comodidad y, sobre todo, sin peligro de ponerse uno los tallarines o partes de los complementos como ‘adorno’ de los pantalones.



VISTA DE SAO PAULO DESDE EL RESTAURANTE KYOJIN TEMAKERIA



¡VIVA EL YAKISOBA Y SUS ZUMITOS!

Ya tranquilos, tomaron un café y se dividieron en dos grupos en función del destino de cada uno de ellos: la Flores y la Niña a la peluquería que regentaba la anfitriona para darse los ‘toques’ necesarios con objeto de mejorar lo más posible su imagen para el día siguiente, en el que todos tenían el último compromiso social de su estancia en Brasil; el Palmeras, el Peluche y el Recovecos, como por mucho que se hiciesen en la peluquería poco iban a mejorar su aspecto, al hotel directamente a descansar.

A la hora de la cena se volvieron a reunir todos en la cafetería del hotel, tomaron por primera vez caipirinhas en jarras bien hermosas, jugaron unas partidas de  cartas que ganó la Flores, y acabaron con los bocatas y las pizzas que había disponibles y que, como no eran muchas, complementaron con un postre de ‘dolce de leite’.  Y a descansar.


13 de noviembre del 2007


Y esto se acaba. Y como fiesta de despedida les llevaron a comer, como invitados, a un lugar de lo más selecto de Sao Paulo. Y allí les presentaron a los que iban a ejercer de anfitriones y que eran familiares de una de las personas que tan amablemente les habían atendido en su estancia en Brasil.


ESPERANDO A LOS ANFITRIONES




LOS ANFITRIONES…Y ALGUNA MÁS

La comida fue de buffet, pero un buffet de altos vuelos, ya que no solo tenían a su disposición y elección todo tipo de entrantes y platos dispuestos en un expositor interminable sino que, una vez sentados en la mesa que les habían preparado, pasaban camareros ofertando platos calientes y carnes de todo tipo cocinados de diversas maneras.



¿CARNE A LA ESPADA?



En cuanto se dieron cuenta de todo lo que había, la Flores y el Palmeras se situaron a la vera de la sección de mariscos, que incluía hasta ostras de un tamaño respetable, mientras que el Recovecos se concentraba en la zona de salsas y seleccionaba pequeñas cantidades de todo aquello que pudiera comerse sin necesidad de pelearse con cáscaras inoportunas ni otras zarandajas, es decir, llevarse directamente, e incluso sin mirar, del plato a la boca. Precisamente fue el Recovecos el que más sufrió al finalizar la comida pues, con la excusa de que iban a trasladarse directamente a casa de uno de los que habían ejercido como anfitriones a tomarse un café con ‘’bolo’’, le impidieron a él y al resto de comensales acercarse al sector de postres y dulces y a probar algo de lo que allí se exponía.





EL FAMOSO ‘BOLO’

Y después del café y la degustación del ‘’bolo’’ volvieron al hotel donde el Peluche tuvo la feliz idea de renunciar a una copa de champán que les habían propuesto, y así aprovechar la tarde para descansar y para prepararse para el viaje de vuelta a Madrid haciendo las maletas. Y así lo hicieron. Y de despedida, una buena caipirinha antes de irse a sus respectivas habitaciones.



14 de noviembre del 2007

No se sabe si por el buffet del día anterior o por la caipirinha de última hora, el caso es que la Flores pasó lo que se denomina vulgarmente ‘’una noche toledana’’, que la superó como pudo pues el viaje de vuelta estaba a las puertas. Tan a las puertas que a eso de las once de la mañana decidieron trasladarse al aeropuerto de Guarulhos, pues llegaron a la conclusión de que era mejor, más seguro y más entretenido, esperar en sus instalaciones que aburrirse en el lobby del hotel.

Y a la una y media estaban por allí deambulando tranquilamente, cuando se dieron cuenta que ya se había formado una buena fila delante de los mostradores de Iberia, y para allá se fueron rápidamente para hacer el check-in. Y una vez realizado, el Recovecos, la Flores y su silla se independizaron acogiéndose al trato preferente de los ‘’handicapés’’, a pesar de lo cual el tiempo que pasaron en el control de pasaportes se les hizo eterno. Luego fueron paseados por los interminables pasillos del aeropuerto hasta la puerta de embarque y una vez allí, al quedarse solos, buscaron un sitio donde comer algo mientras el resto de compañeros de viaje les localizaban. Cuando al final se juntaron, se fueron a gastar los últimos reales que les quedaban y…¡por fin!.. ¡a embarcarse de vuelta a casa!


FIN DE LAS CRÓNICAS DEL VIAJE AL BRASIL


Del 22/23 de octubre al 14 de noviembre del año 2007

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