sábado, 24 de septiembre de 2016

Semana del 18 al 24 de septiembre del 2016(Brasil XV)


10 de noviembre del 2007

Antes de iniciar el tour turístico por Sao Paulo, el Recovecos desapareció y, según contó,  se fue a una cafetería próxima al hotel, se sentó en una de las mesitas instaladas en la acera, y se tomó un desayuno estilo europeo (café con leche, zumo, croissant y una porción de bizcocho casero) mientras leía el periódico y veía pasar coches acelerados y oficinistas con prisas.

Y una vez que la guía vino a recogerles al hotel, iniciaron la visita a la ciudad religiosamente, es decir, comenzando en primer lugar por la catedral y la iglesia de San Benito.





LA CATEDRAL



UNA CAMPANA CUYO SIGNIFICADO Y LUGAR PERMANECEN AUN EN EL ARCANO




PATEO DO COLLEGIO, PRIMERA CONSTRUCCIÓN DE LOS JESUITAS EN SAO PAULO







IGLESIA Y MONASTERIO DE SAN BENITO



ESTACIÓN DE METRO DE SAN BENITO

Y a continuación

 VISTAS DESDE UN LUGAR PRÓXIMO A LA IGLESIA DE SAN BENITO




 


 



Desde ahí, y pasando por delante de algunos edificios singulares, se acercaron hasta la estación de ferrocarril donde aprovecharon para hacer una ‘paradinha’ y acudir, el que lo necesitase, a los ‘banheiros’. Intentaron tomar un café en la cafetería de la pinacoteca que había en el mismo edificio que la estación y, al encontrarla cerrada, decidieron tomarlo en el Mercado, en la zona de establecimientos de comida que ya conocían.




EDIFICIOS SINGULARES



ESTACIÓN DE FERROCARRIL

Y allí se dirigieron pasando por la llamada ‘’Calle de las Novias’’, donde todas las tiendas lucen en sus escaparates vestidos de todos los estilos y precios para la ídem. Y cuando llegaron a su destino se sentaron en una mesa y pidieron los consiguientes cafés y, aunque esta vez lograron librarse de las famosas empanadillas de bacalao, no pudieron evitar el acompañarlo con las no menos ‘sabrosas’ empanadillas de queso. Después de un tira y afloja a raíz del llamado ‘’café de cortesía’’ y que se tradujo en que el Palmeras pudo degustar su segundo cafelito, bajaron a recorrer de nuevo la zona de puestos de venta de alimentos de todas clases, y aprovecharon para saludar al frutero que habían conocido el primer día de su estancia, y que les reconoció y recibió cariñosamente.



DE COMPRAS POR EL MERCADO

Del Mercado fueron a ver y pasear por el Parque de Ibirapuera y ver el Auditorio, por lo menos por fuera pues estaba cerrado al público debido a unos ensayos de no sé qué que se estaban realizando.




AUDITORIO

Después de dar una vuelta por una zona residencial, acabaron en una tienda de gemas donde nuestros viajeros se desmelenaron, pues había piedras de todos los precios, tamaños y colores, muy propias para regalitos y regalazos. Llegó la hora de comer y Mónica, la guía, les llevó a ‘’O Mineira’, donde ofertaban un buffet más que apetecible, y que el Peluche y el Recovecos acompañaron con abundante cerveza negra



EXTERIOR DE ‘O MINEIRA’


INTERIOR DE ‘O MINEIRA’


BUFFET



EL BUEN COMER, MEJOR CON BUENA COMPAÑÍA

Como es muy fácilmente deducible, de ‘O Mineira’ se fueron directamente al hotel y, después de descansar un rato, jugaron unas partidas de cartas en el lobby, hicieron cuentas y vieron que el más calladito, el Peluche, era el que más había ganado a costa, sobre todo, de la Flores y el Recovecos. Y dado que más de uno estaba sintiendo síntomas de gripe o sus últimos coletazos, decidieron tomarse unos sándwiches e irse a dormir.


11 de noviembre del 2007

Por lo que se ve, al Recovecos le había encantado la cafetería próxima al hotel y, sin avisar a nadie, se fue para allá a desayunar. Al volver al hotel se encontró al resto ya preparados para cruzar la avenida y asistir a misa en la iglesia de San Luis Gonzaga.



IGLESIA DE SAN LUIS GONZAGA

El  Recovecos, ni corto ni perezoso, se excusó y dijo que él tenía que ir a comprar tabaco pues se le habían acabado las provisiones y comenzaba a sentir los efectos del síndrome de abstinencia. Eso sí, les prometió que se reuniría con ellos en cuanto solucionase el problema. Pero en realidad no fue así, pues se quedó ‘ramoneando’ con el boy del hotel para hacer tiempo. Al final se decidió, cruzó la  calle y accedió al templo con la esperanza de llegar al ‘’Ite misa est’’. Pero no, la misa fue de las largas e historiadas así que, resignado, aguardó a que finalizase para reunirse con el resto del grupo y poder iniciar todos juntos el plan del día.

En un taxi que cogieron en la puerta del hotel y que, ¡ya es casualidad!, lo conducía el mismo que les había trasladado días antes al aeropuerto, se trasladaron al distrito de Liberdade donde se concentra la mayor población japonesa existente fuera del Japón, y donde habían quedado con sus anfitriones para disfrutar del ambiente del ‘’pueblo japonés’’. Pasearon por la calle principal entre una multitud de turistas como ellos, entraron en comercios a comprar recuerdos de todo tipo de precio y de  material y, cuando estaban dando las doce del mediodía, les dijeron que ya era suficiente y que había que buscar un sitio para comer. 



LA AVENIDA PRINCIPAL

En el primero que entraron fue en uno de los que ya eran habituales para ellos, uno de esos en los que la comida se paga al peso, pero se negaron a comer en él. Y no fue por la comida que vislumbraron a lo lejos, sino porque se encontraron a la cola de una fila cuya cabecera ni se veía. Deambularon por la zona y accedieron, por una entrada estrecha, a un restaurante típico japonés, de esos divididos en compartimentos y en los que te tienes que sentar en el tatami con la mesa tropezándote en las rodillas, y en los que, una vez descubierta la postura ideal, todo es fácil y cómodo a no ser que te veas obligado a levantarte por urgencias mingitorias. Como era previsible, tomaron tempura y sushi, invitaron a sus anfitrionas, y salieron en busca de un lugar donde poder tomar café. Solo encontraron uno que les diese confianza, pero con tanta gente esperando a ser atendida que optaron por volverse al hotel y tomarlo allí.

El trayecto de vuelta lo hicieron en metro, y hasta utilizaron un ascensor para acceder a la estación en el que, por cierto, sufrieron lo que para ellos les quedó grabado como una encerrona, aunque visto en retrospectiva, tal vez fue solo un funcionamiento normal del artilugio, si bien lento, a trompicones y con paradas imprevistas.



LAS ESCALERAS QUE SE EVITARON AL TOMAR EL ASCENSOR


De la tarde, poco que reseñar, a no ser lo de la niña, que anunció que iba a andar un poco o, dicho de otra manera, que iba a dar una vuelta a la manzana, y desapareció con el Peluche durante nada menos que dos horas. A pesar de todo, ambos fueron admitidos a la cena y a la partidita de cartas que ganó el Palmeras, después de las cuales todos se fueron a dormir.

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