lunes, 29 de agosto de 2016

Semana del 21 al 27 de agosto del 2016


Esta semana es la semana de la transición. La época vacacional, sobre todo en zonas turísticas como ésta, se va difuminando. Cesan las aglomeraciones de visitantes en Puerto Banús, en la parte antigua de Marbella y hasta en la calle de En medio de San Pedro de Alcántara. Hasta los comercios familiares ‘amortiguan’ sus precios, pues los billetes de 100, 200 y 500 euros empiezan a desaparecer a favor de los de 10, 20 y, como mucho, de 50 euros que son los habituales el resto del año. 

Y hasta la circulación mejora, limitándose los atascos y retenciones a las horas de entrada y salida de trabajadores, y no superponiéndose a las de los traslados de los veraneantes a las zonas de ocio y de restaurantes. Incluso los tipos y marcas de coches que circulan, cambian. Se invierten los porcentajes. Durante dos meses, los vehículos de alta gama y matrícula reciente eran los preponderantes, y ahora ceden terreno a los que se compraron en la época anterior a la crisis que, en su mayoría e incluso algunos de ellos provistos de las pegatinas de la ITV, van ocupados por honrados trabajadores que, ante la ausencia de contratos decentes, han preferido la inestabilidad de las chapuzas a la engañosa seguridad de los contratos basura. Y ya se sabe. Chapuza por aquí, trabajillo por allá, jornadas de diez horas con sueldo de ocho y un par de brochazos los fines de semana en cualquier recinto cerrado, permiten sobrevivir un par de meses, pues está demostrado que la vida enseña más que un Máster en Financiación y Planificación de Empresas.

Y también es semana de transición para un buen porcentaje de gente joven. De esa que con menos de 16/17 años está bregando con estudios obligatorios que ni saben para qué sirven, ni les importa. Lo que sí saben es que el pasar o repetir no está en sus manos ni, a veces, en las del profesorado, pues tal como está organizada la enseñanza para esas edades, depende más de los años que tengas que del esfuerzo que realices. Que has repetido un curso en Primaria y acaba de pasarte lo mismo en la ESO, pues …¡tranquilo! Hagas lo que hagas en este septiembre te colocarán en un aula con otros en situación semejante, en el mejor de los casos, y a dejar tranquilamente que transcurra el curso que empieza con los menores agobios posibles.

Dentro de unos días todo dará un vuelco. En aquellos negocios que se vieron obligados a aumentar su plantilla, ahora la reducirán. El Corte Inglés ofertará de todo para que los vástagos de las familias más o menos pudientes acudan bien pertrechados el primer día de clase. Los padres de esos mismos vástagos andarán locos de la ceca a la meca, rellenando papeles que les aseguren el cheque de los libros de texto, y luego les quedará la ardua labor de convencer a los infantes y no tan infantes, de que los lápices, bolígrafos y mochilas del curso anterior están en estado de buen uso. Y lo hacen a gusto o, por lo menos animados y expectantes porque faltan pocos días para que se abran los centros escolares y, en consecuencia, podrán depositarlos en ellos con todo ‘cariño’ durante 6 o 7 magníficas horas.


Lo que no va a variar y va a seguir como al principio de verano es el ‘’NO’’ de unos, el ‘’ABSTENTE POR FAVOR’’ de muchos, y ‘’EL QUE LES DEN….’’ de los más hartos y aburridos   

domingo, 21 de agosto de 2016

Semana del 14 al 20 de agosto del 2016


El Pirulo llegó graznando a unos niveles sonoros como no los había oído el resto del grupo en mucho tiempo. Se avecinaba una discusión sobre alguna noticia o tema escabroso, importante o, simplemente, que le afectaba personalmente. Y fue esto último.

Según dijo, estaba indignado con las prohibiciones que proponían en los medios de comunicación y que afectaban casi exclusivamente a mayores de 65 años, es decir, a jubilados como él.

- ¡No es para ponerse así, Pirulo!, le consoló el Pisha. En Cái ya surgió una polémica sobre el tema hace tiempo. Algunas agrupaciones de vecinos sugirieron que los mayores, y sobre todo LAS mayores, no pudiesen entrar en fruterías, panaderías y comercios varios de su zona si no llevaban a mano (y la mostrasen si fuese necesario) su correspondiente lista de la compra.

- ¡Pues no sé por qué!, interrumpió la Surfi. Yo nunca llevo una lista cuando voy al súper y voy cogiendo lo que necesito o le que me apetece, según.

- Surfi, creo que he dejado claro que la prohibición se refiere a los comercios familiares, no al súper ni a los mercadonas, puntualizó el Pisha. Y la razón es clara. Cuando no llevan su lista (y a veces aunque la lleven), no acaban de cerrar el pedido, pues siempre recuerdan algo a última hora, con el correspondiente cabreo del que les sigue en el turno que, muchas veces, ve que se le esfuma el tiempo libre que tiene por convenio para el bocata y que, por consiguiente, no va a poder concluir la compra del día.


JUBILADO PENSÁNDOSE LA COMPRA

- Veo que en todos lados cuecen habas, añadió el Guindilla. Según he oído, en Sevilla quisieron prohibir a los mayores de 65 años y prejubilados de menor edad, el tomar un café en cualquiera de sus variantes (solo, cortado, nube, manchado, con leche o sin ella,…) entre las 10,30 h y las 12 h en bares y cafeterías próximas a oficinas institucionales (Ayuntamiento, Junta,…) y que, por lo tanto, son zonas de trabajo de funcionarios varios. Y es que los mayores, con un cafelito y el periódico que siempre llevan, aunque sea de una edición en inglés que se reparte gratis a los guiris, no se levantan de su sitio en horas, e impiden a los funcionarios tomar el mollete o cualquier otro refrigerio a las horas que se lo permiten, en este caso no se sabe si por convenio o por la cara. Y alguno hasta propuso que se subvencionase a los bares que ofertasen el 2x1 para jubilados a esas horas, y así concentrarlos en determinados bares, pues ya sabéis que los jubilatas se aprovechan de cualquier oferta aunque les suba el colesterol.


Y LOS TRABAJADORES, ¿DÓNDE SE SIENTAN?

- Desde luego, en vuestra zona, todo gira en torno a lo mismo, dijo la Txuri-Txori. Que si los funcionarios, que si la hora de receso para el bocata y por convenio,..Nosotros vamos a lo práctico.

- ¿Y qué es lo práctico?, le interrumpió el Filloas. Porque las noticias que nos llegan de vuestras tierras no brillan por ser serias ni muy repensadas. Esta semana de las olimpiadas parece que queréis superar todos los record, pues han ‘cazado’ en Francia a un vasquito con la mayor tasa de alcohol de todos los tiempos  de toda Europa. ¡4,75 gr/lt! Y aun no se sabe si era o venía de la Semana Grande de Bilbao, pues el individuo iba solo y no pudo informar de dónde venía ni a dónde iba. Espero que nos den más datos cuando se le pase la cogorza.

- Eso son cosas puramente anecdóticas, le replicó la Txuri-Txori. Yo me refiero a que si pensamos prohibir algo a los jubilados será para que beneficie a todos. Por ejemplo, para facilitar la circulación en horas punta, se está pensando en prohibirles cruzar por los pasos de cebra, por lo menos cuando vayan de tres en tres y charlando, pues tardan más de un cuarto de hora y originan una retenciones que cabrean al más pintado. Para ver si eso mejoraría la circulación se quiere iniciar la cosa recomendándoles, solo recomendar por ahora, que salgan a pasear solo entre las 16h y las 18h en las poblaciones con horario laboral y colegial de 8h a 15h. En el caso de poblaciones o zonas de horario partido, solo se les permitirá salir a la calle a partir de las 21h y cruzar los pasos de cebra solo en casos de necesidad ineludible, como por ejemplo, echar la basura en los contenedores de la acera de enfrente de su casa.

JUBILADAS PREPARÁNDOSE PARA ATRAVESAR UN PASO CEBRA

- Ya veo que en todos lados pensáis en nuestro bienestar y nuestra salud, dijo con un poco de cachondeo el Pirulo. Lo de la lista de la compra será para favorecer y aumentar la autoestima de los que tengan Alzheimer, y lo de los pasos de cebra lo justificaréis diciendo que así se evitará que algún desalmado jovenzuelo se lleve por delante a un par de jubilados con su BMW.

En ese momento intervino el Borni, muy serio

- Vosotros no hacéis más que elucubraciones más o menos graciosas. Pero nosotros nos tenemos que enfrentar con la realidad, y la realidad es que este año ya ha habido un par de accidentes graves en fiestas de los pueblos de las que han sido protagonistas los mayores de 65 años. Así que nos hemos puesto a trabajar para evitar que se den más casos, sobre todo en los ‘bou al carrer’. Y ya han surgido unas cuantas ideas en los ayuntamientos afectados.



¿ES QUE NO TIENEN OTRA COSA QUE HACER?

- ¿Y qué se os ha ocurrido?, preguntó ingenuamente la Surfi

- Pues mira Surfi, le contestó el Borni. Para tí para los que quieran escucharlas os voy a explicar un par de sugerencias que ya circulan entre los concejales de fiestas de varios municipios y que han visto la luz después de exprimirse las meninges. Y son las siguientes:

La participación en las fiestas de los jubilados y personal asimilable, se limitará a visitar los mercadillos que se organicen.

Si se ha autorizado la instalación de norias, montañas rusas, autos de choque y otros entretenimientos así de peligrosos, se les permitirá el acceso siempre que vayan acompañados por personas en perfecto estado de salud y menores de 50 años. Si van sin compañía, solo podrán entrar en la Casa de los Horrores, la Casa de los Espejos y similares.

 En el caso de las churrerías y expendedores de otros productos con alto contenido en colesterol, se les podrá atender previa presentación del último análisis de sangre, teniendo en cuenta que, en estos casos, la antigüedad del análisis no podrá ser mayor a un mes.

Para compensar las prohibiciones que los ayuntamientos puedan establecer para los mayores de 65 años, se establecerá por ley que, en cualquier semana de fiestas, se instituya el ‘’Día de Yayo’’, en el que estas personas podrán participar en ‘’gat al carrer’’, con premios para los que consigan poner el cascabel al ídem.

Y además están pensando…

- ¡Ya basta!, le interrumpió gritando el Pirulo. A ver si os dejáis de tontadas y aplicáis por una vez lo que nos ha enseñado la Tatiqui sobre análisis de situaciones reales. El problema no es de edad. El problema auténtico está en que muchas personas no son conscientes de sus limitaciones y, si las conocen, no las tienen en cuenta en sus actuaciones. Y además, pretenden hacer cosas que ni pueden ni deben intentar hacerlas. ¡Y da lo mismo que tengan 18 u 81 años! Y si no preguntárselo a esos que se hacen un selfie en el borde de un acantilado y acaban como acaban. Así que ya sabéis donde está el problema y aplicaros el cuento, que lleváis demasiado tiempo masturbándoos las neuronas cerebrales, y eso puede tener efectos irreversibles. Por lo tanto,…¡a volar en todas las direcciones en busca de manduca! Y os quiero aquí en media hora con lo que sea para organizar la cena.


Ante estas palabras, nadie osó abrir el pico, emprendieron el vuelo en distintas direcciones, y allí se quedaron la Tatiqui y el Pirulo que por su edad (y por sus limitaciones) estaban exentos de tales actividades de búsqueda.

domingo, 14 de agosto de 2016

Semana del 7 al 14 de agosto del 2016)

Lo importante es dejar acabado el viacrucis sanitario. Por eso, para los que no lo hayan leído en la entrada anterior y, aun hoy, sigan sin querer leerlo,  se enumeran las Estaciones ya desarrolladas para, por lo menos, tener un punto de referencia.

1ª ESTACIÓN: La Tatiqui es interrogada y auscultada

2ª ESTACIÓN: A la Tatiqui le toman la tensión por primera vez

3ª ESTACIÓN: La médico se mosquea

4ª ESTACIÓN: La Tatiqui es trasladada a la sala de infartos

5ª ESTACIÓN: A la Tatiqui le hacen el primer electrocardiograma

6ª ESTACIÓN: Ante la duda, prevención

7ª ESTACIÓN: Sin evolución, no hay solución

8ª ESTACIÓN: Reunión de pastores, ‘’ovejera’’ muerta, o casi

HASTA AQUÍ LO QUE OCURRIÓ EN URGENCIAS DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA

9ª ESTACIÓN: La Tatiqui es trasladada a su particular calvario

CALVARIO (según La Pirupedia)

Lugar situado a unos 20 km del ambulatorio de San Pedro de Alcántara, y también conocido como Hospital de la Costa del Sol

El Pirulo, disimulando y como quien no quiere la cosa, se hace con los mandos de la silla de ruedas y traslada a la Tatiqui, incluido el gotero de suero, hasta la ambulancia. Y lo hace con la esperanza de que le dejen incorporarse a la ‘caravana’ sanitaria como acompañante. Pero ni por esas. A las puertas de la ambulancia y cuando ya estaba ayudando a la Tatiqui a pasar de la silla de ruedas a la camilla, le dicen de muy buenas formas que en lo relativo a ir él en la ambulancia haciendo sonar la sirena para ayudar, nanai de la china. Que ni haciendo sonar la sirena, ni sacando el pañuelo por la ventanilla, ni sosteniendo el gotero, ni con ninguna otra excusa peregrina que se le ocurra. Que él se traslade a Urgencias del Hospital como crea conveniente: en autobús, a pie, haciendo cicloturismo o uniéndose a un grupo de turistas japoneses. Como le dé la gana, pero de ninguna de las maneras con la Tatiqui . Y que ni se le ocurra preguntar si puede ir como asistencia psicológica, que ese motivo ya lo habían utilizado otros, y que con el primero que la utilizó, ‘’coló’’, pero que se arrepintieron de habérselo permitido pues, como consecuencia de su presencia, tuvieron que ser atendidos psicológicamente hasta el conductor.

Visto lo cual, el Pirulo salió por piernas como si hubiese visto al diablo para coger el coche e intentar llegar al hospital lo antes posible, a poder ser, antes que la ambulancia. Se subió al mismo y, sin pensárselo dos veces, decidió ir por la AP-7, sobre todo para evitar  los atascos de la A-7 que, en esta época, se producen a cualquier hora del día entre San Pedro y Puerto Banús. Y eso podía provocar, según el ingenuo razonamiento del Pirulo, que cuando llegase a Urgencias, la Tatiqui estuviese ya esperándole, desesperada,  en la entrada, después de pasar todas las revisiones habidas y por haber. Si hubiese tenido la más mínima visión de futuro, sabría que podía irse a Málaga, tapear por la calle Larios y alrededores, y volver al hospital, con la seguridad de encontrarla dormitando en algún rincón de la sala de espera aguardando a que los altavoces dijesen su nombre para pasar consulta.

Apretó el acelerador en cuanto se incorporó a la autopista de peaje, pero como si nada. El cochecillo que conducía estaba acostumbrado a no pasar de 60 km/hora, y se atragantaba con tanta gasolina. Así que metió la quinta, lo ‘forzó’ a 2.500 rpm, y se puso a una marcheta que le obligaba a ponerse en el carril de la derecha viendo pasar por su izquierda a toda velocidad (relativa) hasta a los camiones de recogida de basuras que, más de una vez, le obligaron a retirarse y a circular por el arcén. Con la ventaja añadida de que el vacío que provocaba su adelantamiento lo succionaba, y lo devolvía al carril derecho.

Por fin llegó a la desviación del hospital, lo rodeó para ver si tenía la suerte de encontrar aparcamiento cerca de Urgencias y, al no encontrarlo, no tuvo más remedio que acceder al parking de pago. Lo malo es que la salida de dicho aparcamiento está justo en el extremo opuesto de la diagonal imaginaria que une Urgencias y el Parking en el macro complejo hospitalario (comprobar, si se quiere, en el googlemaps). Por todo ello, no tuvo más remedio que hacer el kilómetro lanzado, a pie, a pleno sol y a la pata coja, atravesando aparcamientos con coches pegados unos a otros de tal manera que no podía pasar entre ellos y se veía obligado a rodearlos.

Al final, llegó a la puerta de entrada de Urgencias, en una situación física más adecuada para unas maniobras de reanimación en toda regla que para preguntar inocentemente por una recién ingresada, pero con la suerte de toparse con la ambulancia de San Pedro de Alcántara, cuyo chófer, al que recordaba, estaba ordenando su interior, y que le comunicó que la Tatiqui acababa de entrar, o mejor dicho, que a la Tatiqui acababan de llevarla en camilla a la zona donde hacía, como quien dice, la entrega de ‘’paquetería’’, para su recepción y control.



10ª ESTACIÓN: La Tatiqui llega al calvario

CALVARIO (2ª Acepción, también según la Pirupedia)

Acumulación de gente, edificios acabados e inacabados, y sobre todo coches y sillas de ruedas, situado a las afueras de las antiguas murallas de Marbella. Al estar en alto, es visible a distancia, por lo que acuden a él, como moscas a la miel, gente de toda edad, nacionalidad y condición, pero sobre todo jubilados españoles y de distintos países europeos.

Los coches son de tracción mecánica y tienen prácticamente un movimiento continuo en busca de aparcamiento.  Las sillas de ruedas son de tracción animal y, al igual que los coches, también gozan de un movimiento continuo pero, en este caso, en busca de médico que les atienda. Solo en las salas de espera pueden estar inmovilizadas por tiempo indefinido


El Pirulo encontró a la Tatiqui al comienzo de una fila de camillas pegadas a la pared, cuyos ocupantes tenían a cual peor pinta. Por eso, cuando llegó a su altura, se le alegró la cara, pues en comparación con lo que había ido viendo se encontró con alguien que miraba con curiosidad, respiraba más o menos entrecortadamente y, en fin, daba muestras normales de vida.

Le mostró, todo orgulloso, el bolso del que no se había separado ni cuando manejaba el volante del coche, como un claro signo de que no se había olvidado de nada y de que le había tenido muy presente desde la hora en la que le había perdido de vista. Y aunque ella no reforzó su modélico comportamiento ni siquiera con la mirada, se olvidó pronto de ello pues la pasaron casi inmediatamente al ‘triaje’, es decir, a la sección de selección y clasificación de pacientes en función de prioridad de atención médica. Y la Tatiqui no debía de tener mucha prioridad pues, después de analizar los datos que llevaba del ambulatorio, le quitaron el gotero dejándole la cánula del catéter bien fija, comprobaron que respiraba aun después de quitarle la mascarilla (¡qué remedio!) y se la entregaron al Pirulo sentada en una silla de ruedas para que el pobre, asumiendo su papel de tracción animal, la trasladase a la sala de espera y aguardasen allí hasta que los altavoces les llamasen para consulta médica.



11ª ESTACIÓN: Quien espera, desespera

Y allí se fueron. A una sala de urgencias en la que había unas cincuenta personas, aunque no todas para ser ‘revisadas’, ya que bastantes de ellas llevaban puesta una pegatina en la que se podía leer ‘ACOMPAÑANTE’.

El Pirulo, aun sin disponer  de la correspondiente pegatina, asumió su papel y, a trancas y barrancas, giro por aquí y empujón por allá, acomodó la silla junto a un asiento libre y allí, juntitos en la desgracia, en la salud y en la enfermedad, en la esperanza de ser llamados aunque no elegidos, con fe en sus propias fuerzas más que en la sanidad andaluza, dejaron pasar los minutos y hasta las horas. Y se entretuvieron en observar al paisaje y al paisanaje.

Y el paisaje era desolador. Suponiendo que la mitad e las personas que deambulaban por la sala eran ‘acompañantes’, los enfermos pendientes de consulta eran unos 25, sin contar el que acababa de entrar con la nariz rota.

Y en cuanto al paisanaje, había de todo. Un abuelico que había dejado atrás los 90, y que dormitaba en su silla de ruedas envuelto en una sábana, y que seguro estaba pensando que lo suyo era ya ‘’el sueño de los justos’’. Un fornido señor de unos 90 kilos, que no necesitaba ni acompañante ni nada parecido para moverse en su silla de ruedas, y que parecía instalado a la entrada del pasillo de consultas, impidiendo el paso a la mayoría y reclamando  su ‘’SINTROM’’ a todo el que pasaba con vestimenta sanitaria (azul, verde, blanca). Todos se enteraron que llevaba ya seis días sin medicación, y la abstinencia parecía que le ponía nervioso y hasta un poco agresivo. Y no estaba tan impedido como podía deducirse del hecho de que utilizase silla de ruedas, pues en un momento determinado, ante el descuido de enfermeras y celadores y viendo la puerta de una de las consultas abierta, se la auto-adjudicó, se puso ágilmente de pie, y casi toma por asalto la consulta si no se lo impide una enfermera que pasaba por allí. Y a la que, por cierto, le pidió insistentemente una ración de SINTROM.

Pero el que daba la imagen de paciente paradigmático de una sala de urgencias, era el ya citado en líneas anteriores, es decir, el que accedió a la sala con un apósito que le tapaba una nariz que goteaba sangre. Se sentó tranquilamente en una silla próxima a las salas de triaje, echó la cabeza para atrás y,  en todo momento, trató de detener y/o recoger la sangre que salía por sus orificios nasales. Menos mal que le llamaron a la sala de triaje cuando solo habían pasado un par de minutos. Lo malo es que, cuando salía, parecía que en vez de haberle hecho la valoración de la herida de la nariz, le habían propinado un guantazo, tal vez para ponerle el tabique nasal en su sitio. El caso es que salió con un apósito mayor del que tenía al entrar y con una hemorragia más abundante. Fue a refugiarse a un rincón, mientras su acompañante, que en ese momento llegaba, se alarmó por la abundancia de sangre, y se fue a recabar ayuda, aunque lo único que consiguió fue volver con un buen paquete de gasas.

Durante las dos horas que duró la espera, el Pirulo, que no había exhalado nicotina desde las 8 de la madrugada, se arriesgó a perderse el subidón de adrenalina que da en estos sitios cuando oyes tu nombre, y salió a fumarse un cigarrillo. De paso, intentó conseguir por lo menos un botellín de agua, para paliar la falta de ingestión de sólidos y líquidos durante cuatro horas, y cuando ya había conseguido localizar dónde estaban las máquinas expendedoras, se dio cuenta de que no admitían monedas fraccionarias de euro, y al no disponer, ni él ni la Tatiqui, de una monedita de un euro, se consolaron pensando que, con la dieta que estaban haciendo, el control de peso semanal que hacían les iba a salir muy favorable.



12ª ESTACIÓN: Si la consulta es urgente, nada de lo anterior es pertinente


La espera llegó a su fin, y la Tatiqui y el Pirulo pudieron comprobar en sus propias carnes la inversión mental y sentimental que había logrado poner en marcha la sanidad pública andaluza en sus enfermos de urgencias. Cuando oyeron el nombre de la Tatiqui por los altavoces, con la indicación de que acudiese a la consulta 4, en vez de angustia, desesperanza y miedo al futuro, lo que experimentaron fue un sentimiento de liberación inconmensurable, la esperanza equivalente a ver el cielo abierto y aguardándoles con las mejores galas, y el valor para asumir un futuro que por malo que fuese no iba a ser peor que las dos horas y pico que llevaban esperando. Y no solo esperando sino, además, oyendo por los altavoces apellidos de todas las procedencias; hindúes, irlandeses o ingleses, árabes, rumanos,…
Y allí fue el Pirulo esquivando obstáculos, tropezando con enfermos en sillas de ruedas, rozando las paredes y, al final, enfrentándose (es un decir) con el enfermo con síndrome de abstinencia de SINTROM, que estaba atravesado en la puerta que daba al pasillo de consultas, y seguía reclamando asistencia médica o, en el peor de los casos, una dosis de su medicación.

Llegaron a la consulta y se sentaron (el Pirulo; la Tatiqui no, pues llevaba ya unas cuantas horas sentada).  Y todo comenzó con la pregunta que menos esperaban.

M- ¿Cómo se encuentra?

(P-¡Vaya pregunta! ¡Como que hemos venido aquí por gusto!)

T- Doctor, lo tiene usted todo en el ordenador.

M-Sí, sí, ¡claro! Pero yo prefiero que me lo diga usted en persona, que para eso está aquí.

T-(Resignada) Pues que me cuesta mucho respirar (Y le cuenta su vida desde la última visita al neumólogo, enfriamiento y cambio de medicación incluidos)

M-Pero, ¿ahora está usted mejor?

T- ¡Hombre! Mejor, mejor,…Aun siento la pata de elefante.

M-¿La pata de elefante? ¿qué pata?, ¿qué elefante?

T- Bueno, es como una metáfora para expresar lo que me cuesta respirar.

M- De acuerdo. Pues no se preocupe que eso tiene arreglo.

(P-Este tío es capaz de llamar a Selwo y pedir que venga un cuidador de elefantes)

El doctor mira la pantalla del ordenador, parece que lee atentamente, y dice

M- Veamos. Usted tiene un EPOC severo y por lo que se ve, ha tenido un episodio de crisis respiratoria aguda. Antes de nada, vamos a hacer unas pruebas. A ver,..,Rayos, análisis de sangre y electrocardiograma para empezar.

T- Pero doctor, si  me acaban de hacer el electrocardiograma y me han sacado cuatro muestras distintas de sangre por lo menos. Aunque radiografías…, no, eso no.

M- Lo siento, pero yo solo me fio de lo que mando hacer, y no de lo que me traen otros. Así que vaya haciéndoselos, que yo doy orden ahora mismo, y cuando esté todo resuelto le volveremos a llamar y , entonces, ya veremos.

Y la Tatiqui y el Pirulo, cabizbajos, interrogándose con la mirada y con la duda de que las ‘órdenes’ llegasen con la celeridad suficiente, salieron del despacho.



 13ª ESTACIÓN: De oca a oca y tiro porque me toca

Parece mentira, pero el proceso se aceleró. La destreza adquirida por el Pirulo le permitió plantarse en la puerta de Rayos en un santiamén y, sin cortarse un pelo, se puso en primera fila amparado en que él empujaba una silla y el resto iba a pie enjuto. ¡Las handicapés primero! ¡Como en el embarque en los aeropuertos!

Y con tan buena suerte que pronunciaron el nombre de la Tatiqui casi de inmediato. Al Pirulo le dieron con la puerta de Rayos en las narices y, muy prudentemente, se retiró unos pasos para que no creyesen que él también estaba esperando turno, y  entretuvo la espera dedicándose a tratar de adivinar la categoría profesional sanitaria de las personas que circulaban en traje de calle por el pasillo. Y eso era casi imposible, pues el uso de bermudas, chancletas y algún casco de motorista en la mano, en los hombres, y pantaloncitos ajustados, top de tirantes y sandalias, en las mujeres, era generalizado. Solo cuando veía a alguien con un fonendoscopio alrededor del cuello, sonreía por fin, pues a esas personas las identificaba hasta de lejos.

Cuando al cabo de un buen rato sacaron a la Tatiqui de Rayos, ésta le explicó que habían tardado tanto porque no acertaban a hacerle una radiografía correctamente, y no sabía por qué. El Pirulo, siempre tan perspicaz, se limitó a decir: ‘’Nada, sustitutos de verano’’.

La cosa iba sobre ruedas (nunca mejor dicho), así que se trasladaron a la sala de enfermería donde, nada más verlos e identificar el nombre de la enferma, indicaron al Pirulo el rincón donde tenía que dejar a la paciente, con silla incluida, y añadieron , con muy buenas palabras, que él se esfumase, que sobraba, ¡vamos!. Astutamente se quedó en el dintel de la puerta, y desde allí pudo observar lo que le hacía a la Tatiqui: primero un nuevo electrocardiograma; después una extracción de sangre un tanto accidentada, pues la paciente les salió ‘’insurrecta’’. Le fueron a pinchar en la muñeca y ella les advirtió que ya tenía experiencia de esos pinchazos que más se parecían a un degüello, y que le habían provocado en casos precedentes desmayos y pérdidas de conciencia. Así que, por si acaso le sacaron sangre como siempre, de una vena del antebrazo.

Y de la sala de enfermería a la de espera en plan gymkana, pues para entrar en ella tuvieron que salvar el obstáculo del ya famoso y  por todos conocido como ‘el buscador de SINTROM’, que no cejaba en su empeño de reclamar su ración de droga.



14ª ESTACIÓN: A quien lleva 5 horas esperando, el resto se le pasan volando


La suerte estaba echada. Ya no quedaba más que hacer. Así que aprovecharon el tiempo muerto no solicitado para poner sus fisiologías a punto. Pasaron por los servicios, y el Pirulo hizo un nuevo intento para conseguir un mísero botellín de agua que, al no conseguirlo, le obligó a conformarse con chupetear un caramelo de miel y eucalipto de los que siempre iba provista la Tatiqui. Y cuando empezaron a dar esas pequeñas cabezadas precursoras de la llamada ‘siesta del carnero’, les despertaron brusca e inesperadamente, convocándoles a la última y definitiva consulta. Y para allá se fueron.

Encontraron al doctor peleándose con el teléfono móvil y, según dijo entre dientes, con esas app que fallan en los momentos más inoportunos pues, según parece, quería hablar con su hijo que estaba de viaje y no lograba ponerse en contacto con él.  Dejó aun lado la tecnología móvil y se encaró con la informática para enterarse de los resultados de las pruebas de las que todos los interesados, menos él, ya estaban al tanto.

M- Parece que todo está en orden

(P- ¡Hombreee! ¡Todo, todo, no! Que esta que tiene usted delante le cuesta respirar más que a los políticos ponerse de acuerdo)

T- (Respirando a duras penas, pero aliviada) Menos mal. Pero me sigue costando respirar (y, gracias a dios, no le volvió a mentar lo de la pata de elefante).

M- Naturalmente. Pero la causa puede estar, según su historial y lo que me ha comunicado, en que tiene una pequeña infección ocluida en los espacios más cerrados e internos de los bronquios. Así que vamos a ver qué tratamiento ponemos.

T- Es que en la última visita al neumólogo me cambió toda la medicación y…

M- ¡Ya lo sé! Que lo tengo todo aquí en el ordenador. Y seguro que me va a decir que le suprimieron los medicamentos con cortisona.

(La Tatiqui fue a intervenir, pero con los ‘cortes’ que le había pegado el médico hasta el momento, ya no se atrevía ni a decir su nombre, así que le dejó explayarse)

M- A mí con moderneces. Si las cosas funcionan no sé por qué la gente las cambia. Vamos a ver,…, le voy a recetar un antibiótica para que se lo tome durante siete días, que se lo incorporo en la tarjeta, y también voy a incluir en ella…

Y siguió con una retahíla de inhaladores, unos cada 12 horas, otros cada 24, lo de acá tres veces al día, lo de acullá …¡yo qué sé! El Pirulo, como siempre, muy atento pero sin enterarse de nada, y la Tatiqui poniendo en marcha su disco duro de memoria, pero era tal la avalancha de nombres raros (Plumbicort, atrovent, cuchicuchimicina 400mgr, …) que s eatrevió a preguntar

T- ¿Me lo puede repetir, por favor?

M- No se preocupe, que se lo incluyo todo en el informe y así tendrá los medicamentos y sus dosificaciones a mano cuando quiera.

Y dicho eso, ya no dijo ni palabra en un buen rato, mientras tecleaba a dos dedos en el ordenador, mirando de vez en cuando la pantalla para comprobar lo que había escrito. Al final, imprimió el informe, les entregó un impreso que había firmado aparte para solicitar una cita preferente con el neumólogo, y les comunicó que les daba el alta médica y…¡a otra cosa mariposa!



15ª ESTACIÓN: La Tatiqui resucita


resucitar (en urgencias) ( según la Pirupedia)

palabra que se aplica a los enfermos que, después de pasar cinco (5) horas en urgencias y casi matarlos de aburrimiento llevándoles de la ceca a la meca, salen casi mejor que cuando habían entrado

Salieron escopeteados de consultas y, cuando ya estaban a medio camino de la salida, se dieron cuenta que la Tatiqui aun llevaba la cánula bien enganchada a vena, y como no era cosa de seguir con ella, pues su única utilidad iba a ser el poder inyectar gazpacho directamente en sangre, dieron marcha atrás para que se lo quitasen en enfermería. Pero no tuvieron mucha suerte, pues se lo pidieron a un joven con bata blanca que andaba libre por allí y que, por la manera de quitárselo (de un tirón y no en la dirección correcta) debía ser un estudiante del Módulo Profesional de Auxiliar de Enfermería en prácticas. Sangrando, y con un par de gasas apretadas, salieron al hall de entrada, y el Pirulo intentó sacar la silla con la Tatiqui, o a la Tatiqui en la silla (como cada cual quiera), a la acera para acercar el coche. Debieron creer los que los vieron, y por la velocidad que llevaban,  que el Pirulo pretendía llevarse la enferma, con silla incluida, a su lugar de residencia pues, sin poder determinar de dónde había salido, apareció un celador impidiéndoles el paso. Y muy amable, pero sin dar posibilidad de réplica, dijo al Pirulo que fuese a por el coche, que esas sillas ni se asomaban a la puerta de salida y que él se encargaría de llevar la silla y a la Tatiqui hasta el coche cuando estuviese estacionado exactamente (y repitió ‘’exactamente’’ un par de veces) a la par que la puerta.

Al cabo de un rato volvió el Pirulo, estacionó ‘’exactamente’’ a la altura de la puerta de salida, y cuando accedía por ella para recoger a la Tatiqui se la encontró sangrando como un cochinillo por el orificio del que habían quitado, o mejor arrancado, la cánula. Y además, con todas las gasas y algún que otro kleenex  que ella se había puesto motu propio empapados en sangre. La Tatiqui, que ya estaba recuperando su ‘’ser’’ en toda su dimensión, le dijo, pidió, rogó y ordenó al Pirulo que fuese a buscar más gasas, y al ver que ponía mala cara y remoloneaba, no lo dudó. Se volvió al celador de sillas de ruedas, y no se sabe cómo se lo dijo, pero el caso es que salió zumbando hacia la enfermería y volvió en un suspiro con las gasas solicitadas.

Acomodaron a la Tatiqui y salieron hacia San Pedro de Alcántara, no sin antes dar la vuelta a todo el hospital, en coche ¡claro!, para solicitar la cita preferente que les había indicado el médico y que, ¡bendita preferencia!, se la dieron para cinco semanas más tarde.

Y así acabaron el safari sanitario de Urgencias al que hay que añadir un solo detalle. En el viaje de vuelta y a la altura de La Cañada, la Tatiqui preguntó que qué hacía con la pastilla que tenía debajo de la lengua y que aun no se había disuelto del todo. La respuesta se la puede imaginar cualquiera. A una orden del Pirulo, abrió la ventanilla y la escupió lo más lejos que pudo. Pero como ‘’pudo’’ poco, tuvieron que recogerla del suelo y ‘’expulsarla’’ del coche a mano.


Y ASÍ ACABÓ EL VIA CRUCIS SANITARIO ANDALUZ

lunes, 8 de agosto de 2016

Semana del 31 de julio al 6 de agosto del 2016 (Edición actualizada)


Semana marcada por el amago de ingreso hospitalario de la Tatiqui, por lo que todo lo demás ha pasado a un segundo plano, incluido este blog. De todas maneras, antes de 24 horas se podrá ver esta misma entrada reeditada, con bastante más información

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La historia la escriben siempre los vencedores desde su perspectiva, ¡claro está! Solo cuando  los vencidos escriben la suya puede empezar a verse, entre nieblas y claroscuros, algo de lo que realmente pasó. Por eso, lo que viene a continuación es solo parte de la verdad y, además, de una verdad mediatizada por sensaciones y sentimientos insalvables y sin posibilidad de eliminación parcial o total. Es la verdad del Pirulo, acompañante del personaje principal, la Tatiqui. Y es la historia de unas cuantas horas del martes 2 de agosto, en concreto las comprendidas entre las 8,00 y las 17 horas aproximadamente.

Amanece, que no es poco, pero la Tatiqui se levanta otra vez con opresión en la zona pectoral y con dificultades de respiración. Como si tuviese una pata de elefante en el pecho que le impidiese llenar de aire los pulmones, según su propia expresión.  Desayunan, preocupados, y en vez de decidir lo que van a comer o dedicarse a hacer la lista de la compra como casi todos los días, acuerdan acudir a Urgencias del ambulatorio de San Pedro de Alcántara.

Llegan al ambulatorio hacia las 9,45 h, con tan buena suerte que encuentran aparcamiento a la primera. Y no solo eso sino que además no hay nadie en la sala de espera de Urgencias, cosa casi tan imposible como que te toque el Euromillones en la primera vez que ‘’piques’’ y selles un boleto.

Antes de haber transcurrido cinco minutos, repito, cinco minutos, se asoma a la sala una doctora de aspecto hispanoamericano, pronunciando en voz alta el nombre de la Tatiqui, cosa del todo innecesaria, pues la única persona de sexo femenino era ella y todavía al Pirulo no le ha dado por travestirse a esas horas de la ‘’madrugada’’. Pasan al despacho de consultas y allí empieza lo que puede llamarse ‘’viacrucis sanitario’’.

1ª ESTACIÓN: La Tatiqui es interrogada y auscultada

M-Médico          T-Tatiqui              P-Pirulo

M- ¿Cómo se encuentra ?

T- Mal, muy mal

M-Y, ¿qué le pasa?

T- Tengo aquí (y se señala el pecho) una pata de elefante que no me deja respirar

M- ¿Y algo más?

(P-¿Le parecerá poco? ¡Que se ahoga, mujer!, ¡que se ahoga!)

T- Pues eso, una opresión grande y como un dolor

M- Pero, ¿un dolor agudo?, ¿difuminado?, ¿continuo?, ¿a intervalos cortos?, ¿Qué se le pasa y vuelve?

(P-¡Esta se parece a San Pablo. ¿Angustiados? ¿Abatidos? ¿Perseguidos? ¿Machacados?)

T-No sé. Es como si me doliese al respirar.

M- Póngase en pie que le voy a auscultar

T- ¿Me quito el vestido?

M-No, no. No hace falta. Basta con que se lo desabroche

Se coloca el fonendoscopio en los oídos, aplica el otro extremo en distintos sitios del pecho y la espalda, parece que se mosquea, vuelve a escuchar los ruiditos o lo que sea en distintos sitios, suspira, y manda sentarse a la Tatiqui.

M-¿Sigue sintiendo dolor en el pecho?

T- ¿Dolor? No lo sé. Yo solo sé que me cuesta mucho respirar.

Esto que parece una frase corta, se alarga ya que entre palabra y palabra, la Tatiqui aspira aire como puede para poder articular la/s palabra/s siguiente/s. Lo de la barra y la s (/s) se debe a que a veces puede con dos o tres palabras si son monosilábicas.

M-Tranquila, tranquila que esto lo vamos a solucionar

(P- ¡La leche con la optimista! ¿O es que pensaba enviarme a ir preparando los funerales?)


2ª ESTACIÓN: A la Tatiqui le toman la tensión por primera vez

Le coloca el brazalete del aparato de medida automática de tensión, manipula los mandos, observa las cifras que aparecen en el dial, y menea la cabeza. Marcaba una máxima de 18

M- Bien, parece que tiene la tensión un poco alta. Vamos a repetirlo

(P-¡No te fastidia! Te estás ahogando, respiras con dificultad, vienes a urgencias y ¿qué quiere? ¿Qué tenga la tensión como después de pasar dos horas relajadas en un spa?)


3ª ESTACIÓN: La médico se mosquea

La médico, que tiene toda la pinta de ser una de esas sustitutas que contratan en verano para que los médicos de plantilla puedan disfrutar de unas merecidas vacaciones, duda, vuelve a preguntar a la Tatiqui si sigue con la opresión corporal, intenta indagar si la opresión tiene alguna característica especial aparte de la que expresa machaconamente la Tatiqui (‘’es como si tuviera una pata de elefante’’), y al no conseguir aclarar más la situación, sale del despacho con los pocos datos que tiene, se supone que para evacuar consultas. Al cabo de pocos minutos vuelve, y con una expresión gestual que parece querer convencer a los presentes de que todo está bajo control, dice

M- No se preocupen, que esto lo vamos a solucionar enseguida. Pero antes le vamos a hacer unas pruebas.

4ª ESTACIÓN: La Tatiqui es trasladada a la sala de infartos

Al salir del despacho, la Tatiqui, aunque un poco reacia por experiencias anteriores, le entrega al Pirulo para su custodia el bolso, confiándole así todos sus documentos identificativos e incluso el móvil.

Entran los dos en una sala donde están una enfermera y su ayudante ordenando los materiales de esas mochilas que siempre llevan consigo en la ambulancia y con las que salen siempre cargadas cuando llegan al lugar de una emergencia, y la enfermera ‘’invita’’ a la Tatiqui a que se tumbe en la camilla  que está en medio del nuevo cubículo al que han accedido. La Tatiqui mira con asombro la camilla, pues la altura que tiene le induce a pensar que para subirse a ella tendrá que dar un salto o trepar como dios le dé a entender, cosa que por su respiración agónica considera poco posible, hasta que le indican amablemente el lugar donde hay una escalerillas para facilitar la maniobra de subida.

Una vez tumbada adecuadamente, le enchufan todo lo enchufable: mascarilla unida al suministrador de oxígeno, depósitos intermedios donde incorporar al gas dilatadores bronquiales o lo que sea que facilite la respiración,… Además, le pinzan uno de los dedos de la mano con el controlador automático de oxígeno en sangre.

( El Pirulo, que ha entrado con ella, curiosea todo y se aproxima disimuladamente para comprobar el resultado que da el medidor de oxígeno: 92%. Un poco bajo, piensa)


5ª ESTACIÓN: A la Tatiqui le hacen el primer electrocardiograma

Una vez que ven que la Tatiqui respira con más normalidad, le desabrochan el vestido y le ponen electrodos por todos lados de la zona pectoral que, a su vez, los conectan con el aparato que tienen en una mesita auxiliar situada en el lateral de la camilla.

Le hacen el primer electrocardiograma del día, que la enfermera y la doctora observan mientras va saliendo de la impresora. Cuando acaba de salir, la doctora mira a la enfermera con cara de interrogación, y la enfermera responde haciendo un gesto como diciendo: ‘’Eso es cosa suya’’


6ª ESTACIÓN: Ante la duda, prevención

Pasan unos segundos y, siempre según el Pirulo, se da una de las siguientes situaciones

O la doctora sale con el electrocardiograma para enseñárselo a alguna colega

O entra una nueva colega avisada por la doctora para poder tener otra opinión sobre el electrocardiograma

El caso es que entre las dos, al no tener nada clara la situación real dela Tatiqui, pues sigue con su sintomatología (opresión pectoral, respiración forzada, tensión no normalizada, oxígeno en sangre que no sube del 92%,…)deciden aplicar los remedios ‘’preventivos’’:

Le hacen tomar un par de pastillas no se sabe de qué

Le ponen una pastilla debajo de la lengua con la recomendación de que no se la trague y la mantenga en esa posición

Le inyectan en vena, por goteo, una disolución de NaCl, vamos, suero.

Le aumentan el flujo de oxígeno o, por lo menos, lo cambian de origen, pues lo desconectan de la botella de urgencia y la conectan a la conducción general de oxígeno del ambulatorio

Y, no hace falta decirlo, le toman de nuevo la tensión para comprobar cómo evoluciona.

7ª ESTACIÓN: Sin evolución, no hay solución

En los momentos de crisis en el terreno de la salud ya se sabe: o todo va a peor y se toman medidas que casi siempre están claras, o se va mejorando y, en este caso, basta con que el organismo siga su evolución tranquilamente. La Tatiqui es especial: ni p’alante, ni p’atrás. Y eso tenía desconcertado al ‘equipo médico’.

Como seguía con ahogo y con opresión pectoral, quisieron aplicar la primera medida que se le ocurre a todo bicho viviente con dos patas. Es decir, mantenerla sentada, pero más erguida. Pero aquí se toparon con las medidas restrictivas de la Junta, pues la camilla en la que reposaba la Tatiqui estaba ‘’descangallá’’, y aun no la habían podido sustituir por otra en mejores condiciones de uso. Y después de intentarlo una vez, y evitar por los pelos que la Tatiqui quedase en posición horizontal de golpe y con la mascarilla a un metro de la nariz, decidieron dejarla como estaba.

8ª ESTACIÓN: Reunión de pastores, ‘’ovejera’’ muerta, o casi

Ya habían pasado unas dos horas desde su llegada a Urgencias, y aquello no tenía pinta de que se solucionase. El Pirulo, que había estado presente en todo momento, estaba cual Tancredo de espectáculo taurino, abrazado al bolso de la Tatiqui, sonriendo a la enfermera que estaba de muy buen ver, y curioseando las cifras en los aparatos que podía. El % de oxígeno había subido casi al 96%, lo que era buena señal, y le habían conectado al gotero la segunda ración de medio litro de suero.

En eso estaban, cuando entró el equipo médico de urgencias al completo, comandado por un doctor de pelo corto y canoso entreverado, al que se le veía y del que emanaba una autoridad clara y explícita. Preguntó por todo lo que se le había suministrado a la Tatiqui, fuese sólido, líquido o gaseoso, en qué dosis y con qué secuencia. Preguntó a la Tatiqui cuánto pesaba, dio la orden de suministrarle una cantidad de un medicamento calculado, por lo que se supone, según peso del paciente, y emitió su veredicto:

‘’ A LA PACIENTE HAY QUE TRASLADARLA AL HOSPITAL COSTA DEL SOL’’

Ante tal afirmación realizada con seguridad y contundencia que, según parecía, no admitía réplica alguna, la Tatiqui (por señas) y el Pirulo (con una vocecita apenas perceptible) dijeron que ni hablar, que ellos al hospital no iban. El doctor-jefe, medio cabreado, les vino a decir que ellos ‘’no tenían vela en ese entierro’’, y al aclararles que no estaba proponiendo ingresarlos en el hospital sino, solamente, trasladar a la Tatiqui a URGENCIAS del Hospital y que allí ya decidirían lo del ingreso, ambos, sumisos, aceptaron la decisión que, por otra parte, no tenía alternativa.


Y eran prácticamente las 12h del mediodía del 2 de agosto.

Seguirá el viacrucis 

lunes, 1 de agosto de 2016

Semana del 24 al 30 de julio del 2016

Hoy, el Pirulo ha llegado con el hemisferio cerebral derecho (para los que no lo sepan, el creativo) funcionando a tope, y eso ha provocado que la intensidad con la que ha hecho su propuesta cultural fuese aceptada por la mayoría.

¿Y cuál ha sido esa propuesta? Pues nada menos y nada más que hacer una representación teatral para animar a toda la colonia de gaviotas de San Pedro de Alcántara. Y la razón de fondo es, siempre según el Pirulo, que las gaviotas de la zona andan muy enfangadas en ‘el comer hoy y ya veremos mañana’, con tanto turista, tanta Feria Sabor a Málaga, tanto ‘’truck-food’’ o ‘’food-truck’’ o como se llame. Y hay que advertir que tanto la escena a representar como los personajes que aparecen o intervienen son de su cosecha aunque en su montaje y en su representación tendría que colaborar todo el grupo.

Algunos, sobre todo el Borni y la Txuri-Txori, manifestaron, al menos gestualmente, sus reticencias a participar en la supuesta representación pero, al final, han claudicado dando su conformidad aunque solo fuese para dejar al Pirulo desarrollar sus planteamientos, pero advirtiéndole de antemano que, dependiendo del grado de implicación que se les exigiese, volverían a deliberar para decidir su colaboración.

Y una vez que el Pirulo ha constatado la aquiescencia del grupo y antes de que nadie se diese cuenta de dónde los sacaba, ha repartido una hoja a cada uno en el que se leía lo siguiente:


ESPACIO ESCÉNICO

Quirófano de un hospital con toda la parafernalia que se les supone: maquinitas para controlar todas las variables vitales y no vitales del sujeto ‘’operable’’; instrumentos quirúrgicos de todas las formas y tamaños distribuidos en bandejas y carritos asépticos

Enfermo (¿o enferma?) de la que solo se ven las pálidas facciones de su cara.

Médicos y enfermeros/as alrededor de la mesa de  operaciones, con sus batas verdes, sus chanclas y sus gorritos. Algunos de los gorritos, de diseño de la marca Agatha Ruiz de la Prada, con sus circulitos y triangulitos de vivos colores.


Aun no había leído el papelito la mayoría, cuando el Pisha soltó un graznido-carcajada y dijo:

- Pero esto, ¿qué es? Supongo que describirá un quirófano de la autonomía de la Txuri-Txori que, por lo que exageran en los gastos de sanidad para disminuir el cupo, lo pueden tener así y aún mejor. Hasta con cirujanos robotizados. Porque si el quirófano es de Andalucía será una imagen de esas que llaman de realidad aumentada o exagerada. Aquí lo que seguro que te encuentras es al paciente, pero aburrido pues lleva meses en la lista de espera. Y eso que la susanpokemon dice que nuestra sanidad es la joya de la corona.

- No te quejes, Pisha, le dijo el Guindilla. Que lo que pasa es que con el número de jubilados que tenemos, solo para pasarles la ITV anual, no damos abasto. Y menos mal que con el Brexit espero no encontrarme en el ambulatorio con los del Peñón, que esos también se aprovechan en cuanto pueden.

Ya estaba dispuesta la Txuri-Txori a intervenir para contrarrestar las insinuaciones sobre el cupo, cuando el Pirulo les mandó callar aduciendo que en ese plan no iban a impulsar la cultura teatral ni en siglos. Y para que a nadie les diese tiempo a rebatirle, les repartió a todos una copia del siguiente escrito, con la orden tajante de que buscasen un sitio tranquilo donde leerlo, y de que volviesen donde estaban en medio hora.


PERSONAJES


MEDICO 1º

Es el del gorrito de la Ágatha. Parece que es el Jefe de Cirugía o, por lo menos, el cirujano-jefe de la especialidad requerida para la intervención prevista. No se sabe cómo accedió al cargo, pero algunos murmuran que al estilo del PP, es decir, por tener el mayor número de apoyos.
Con todo, hay muchos médicos que dicen que no se lo merece, aunque les es difícil contrarrestar con razones la preparación derivada de su currículo laboral y de los cursos y máster realizados en el extranjero. Algunos compañeros hasta intentaron poner en duda la calidad y duración de esos cursos, haciendo correr el rumor de que los había hecho en Andalucía y que ni siquiera habían sido presenciales pues los había cursado a base de correos electrónicos y gracias a intercambios de experiencias en las redes sociales.



MEDICO 2º

Tiene una ojeriza casi enfermiza al Médico 1º. No puede ni verlo, y hace todo lo posible para ponerle zancadillas…¡profesionales, claro! Tal vez todo se deba a que se metió en una operación suicida para desbancarlo, y no le dio resultado.  Da la impresión de que ha perdido apoyos entre el personal sanitario, sobre todo masculino. Su ‘’palmito’’ ha suavizado su ‘debacle’ en el sector femenino que, todavía en estos tiempos, es mayoritario en la sección de cirugía pero de menor rango profesional, y esta descompensación la achaca a la falta de seriedad y constancia en la aplicación de la llamada ‘’igualdad de oportunidades’’. Se ha auotoproclamado como oposición a toda jefatura que no sea la suya, papel que no deja de explicitar de mil maneras en cualquier reunión técnica que tienen para el análisis y discusión de intervenciones quirúrgicas. Si el Médico 1º dice que hay que iniciar la intervención mediante una incisión vertical desde el esternón al ombligo, él lo refuta diciendo que ese viejo estilo hay que cambiarlo, y que lo mejor es comenzar con un corte horizontal a pocos centímetros por encima del ombligo.



MEDICO 3º

 Pertenece a la última hornada de residentes y aun no ha asumido el cómo se exterioriza el estilo y modos de actuar que se le exige a cualquier médico de ‘’pro’’. Ha debido entender que eso de ‘’pro’’ viene de ‘’progre’’, y lleva un gorro de colores abigarrados y siete tallas mayor que le correspondería por el tamaño de su cabeza, quizá para podérselo poner ‘al través’ la más que posible coleta de su melena. Asigna a todos los de su profesión un desmedido deseo de dinero, y proclama a los cuatro vientos que él se va a dedicar a esas personas de su barriada que no disponen de medios económicos para pagarse una buena consulta o un hospital privados. Aunque la verdad es que se rumorea que antes de comenzar su período de residente no perdió ni un segundo en aceptar un puesto consultivo en una gran empresa europea, donde le pagaban un pastón. Para un observador externo, su conducta puede parecer la un veleta o, por lo menos, la de un ‘’culo de mal asiento’’. Y esto, porque lo mismo está departiendo amigablemente con médicos de todos los colores que tomando una ‘birra’ en una tasca cercana con los representantes sindicales de celadores y auxiliares. Y como estos grupos profesionales son mutuamente impermeables y no se comunican entre sí ni la hora, unos y otros lo adoran, y hasta le piden consejos para sus carreras profesionales , en el primer caso, o para sus reivindicaciones laborales en el segundo. Lo que deja claro siempre y en todo ámbito de acción es que no traga al Médico 1º y que ayudaría a desbancarlo y, a poder ser, a ponerle de ‘patitas en la calle’ a cualquiera que se lo pidiese.



MEDICO 4º

Pertenece al grupo de residentes que está acabando su período de especialización. También lleva un gorro de diseño, pero no tan llamativo como el del Médico 1º. Se conforma con uno de dibujitos simplificados del instrumental normal de un quirófano: bisturís, pinzas Backhaus y otras, escalpelos, querotomos, separadores,.,. Por su porte y aspecto exterior es de los que cualquiera le auguraría un futuro lleno de éxitos y de…¡dinero! ¡Va hecho un pincel! Siempre está a la vera del Médico 1º y, cuando lo desplazan, hace los movimientos precisos y no tan precisos (pisando a alguno de su entorno), para volver a colocarse a su sombra. Y no pierde ocasión en reuniones técnicas, e incluso en el quirófano, de expresar opiniones o hacer gestos para demostrar que, aunque le envidia, no está nada conforme con tener al Médico 1º como jefe. Incluso a veces, apoya claramente al Médico 2º en sus opiniones, tratando de menoscabar el prestigio del Médico 1º. Dicho en lenguaje paladino, le envidia, le reconoce su supremacía, pero le guastaría ocupar su jefatura. Por eso, siempre que tiene ocasión intenta atraer a su estela a partidarios del Médico 1º, sean médicos, enfermeros/as, auxiliares o simples celadores.




El Pirulo y la Tatiqui esperaron media hora, una hora,…, y cuando ya se convencieron de que los del grupo habían encontrado cosas mejores y más agradables que hacer que el impulsar la cultura teatral de la zona, se fueron cada uno a sus labores, cabizbajos pero con la esperanza  de que el grupo se volvería a reunir el próximo fin de semana para leer el contenido de la única escena  que tenía la representación teatral, e intentar, por lo menos, asignar personajes a los componentes más idóneos del grupo.