domingo, 28 de junio de 2015

Semana del  21 al 27 de junio

Continuamos con el viaje de de la Chuli, el Bigotes y el Tirantes, los hermanos, que como ya se sabe estaban acompañados por la Bronquios.

Martes 9 de junio del 2015

El desayuno de la mayoría, normal dentro de lo que cabe, Pues los huevos plancha rebotaban en el plato y la yema parecía que la habían estado calentando desde la noche anterior. En cambio, la Chuli se había levantado media hora antes y había tenido tiempo de camelar al camarero de tal manera que éste había acabado preparándole un chocolate de los de ‘’toma pan y moja’’.

Fueron paseando hasta el parking para coger el coche pues habían decidido ir a Córdoba, y y allí,  el astuto del Bigotes encontró una caja automática de esas que solo admiten billetes y con la condición de que no sean de más de 10 euros. E inocentemente sacó un billete de 50 y otro de 20, y volviéndolos a  meterlos en la cartera y a ésta en el bolsillo, convenció a sus acompañantes a que quitaran las telarañas de sus billeteros y a que le proporcionaran un par de billetes de 10. Solo apareció uno, pero entre ese y la colaboración de todos se logró validar el pago del ticket y pudieron salir, ya acomodados, del aparcamiento.

Lo malo fue que a la salida y en la primera bifurcación que encontraron, el Bigotes, que es el que conducía, y siguiendo su inveterada costumbre de equivocarse de opción cuando solo se le presentan dos, tomó la de la izquierda. Y como casi siempre que eliges la izquierda te equivocas, les hizo tragarse a sus acompañantes un tour ‘Turístico-industrial’ atravesando sucesivamente barriadas dormitorio, polígonos de desarrollo, polígonos industriales, parques tecnológicos,…, hasta que, ¡por fin!, se incorporaron a la autovía E-5.

El desliz de la salida de Sevilla lo compensaron con una acertada entrada en Córdoba: directos a un parking situado a la vera de una de las entradas a la judería, la presidida por el ínclito filósofo y médico andalusí Averroes. Dieron un paseíllo en Z por callejuelas en las que había que evitar a grupos de turistas que, a veces, las taponaban, y se encontraron casi sin darse cuenta en las puertas de la Mezquita. Lo de ‘’casi sin darse cuenta’’ solo puede asignarse a los varones, pues la Chuli y la Bronquios aprovecharon el trayecto para observar y valorar cada una de las tiendas por las que pasaban con el fin, según confesaron, de decidir cuál era la más adecuada para comprar las ‘’chucherías’’ que pensaban adquirir antes de volver a Sevilla.

Entraron al Patio de los Naranjos y, una vez realizadas las indagaciones oportunas, pagaron las correspondientes entradas a la Mezquita-Catedral. Pero lo hicieron sin poder disfrutar de la rebaja que la Junta tiene prevista para los residentes mayores de 65 años, pues por mucho que buscaron , no encontraron la tarjeta correspondiente entre las muchas que llevaban (Visa de crédito, de débito, American Express, Corte Inglés, Meliá Gold,  Muface, Asisa, Seguridad Social, …). Hasta lo intentaron con el DNI en el que figuran los datos esenciales, a saber, año de nacimiento y lugar de residencia, pero…¡ni caso! ¡La tarjetita verde de la Junta o nada de nada!


Al acceder al interior de la Mezquita y comprobar ‘’in situ’’ su extensión y, en consecuencia, los paseos que había que dar a lo largo y a lo ancho, a la Bronquios casi le dio un ahogo con solo pensarlo, peso se le pasó ‘’ipso facto’’ (¡y dale con los latinajos!) en cuanto vio a su izquierda un par de sillas de ruedas aparcadas junto al muro. Como, según les dijeron, no había que presentar la tarjetita verde de la Junta, ni certificado médico de minusvalía, ni ningún otro documento, sino simplemente apropiarse de una de ellas y dejar la que se usase a la salida, la Bronquios, animada, sonriente, y…¡sentadita!, incitó al resto a iniciar el recorrido: Columna del prisionero cristiano que pasó sus días de cautiverio gravando en la columna en la que estaba aherrojado una cruz con las uñas, sillería del coro, lámpara de plata, retablo y, al final, el mihrab. Y entre las columnas que había, los visitantes, los grupos de árabes a los que delataba su vestimenta, y algún que otro cristiano que se acercaba a rezar al altar mayor, aquello se parecía más, en cuanto a circulación y movimiento de la gente, al recinto de la Feria de Abril en Sevilla que a una iglesia. Menos mal que el Bigotes actuó como un conductor avezado, y que una silla de ruedas se domina casi mejor, ‘’mutatis mutandis’’ (¡y dále!), que un vehículo motorizado.


RETABLO Y LAMPARA DE PLATA


SILLERÍA


SILLITA


MIHRAB


CÚPULA DEL MIHRAB



Salieron de nuevo al Patio de los Naranjos, una vez abandonada la silla de ruedas en el lugar adecuado, lo cruzaron, y se fueron por donde habían venido. Atravesaron la calle y accedieron rápidamente al bar más próximo para tomar una caña y, de paso, llevar a cabo la tan deseada ‘’mutatio aquam tabuci’’ o, lo que es lo mismo, cambiar el agua al canario.


MUTATIO AQUAM TABUCI

Como era pronto para que nuestros turistas comieran (los guiris ya estaban degustando su lunch de las twelve), decidieron darse un paseo en calesa. La primera de la fila que había a la vera de la Mezquita estaba descubierta, y al decir al calesero que preferían la segunda que iba provista de un toldillo, los detuvo diciendo que eso no era ningún problema. Y en un abrir y cerrar de ojos sacó, no sé de dónde, unos palitroques, los encajó a los cuatro lados de la calesa, sujetó, no sé cómo, una loneta encima, y se los llevó a hacer el recorrido típico por los  alrededores de la Mezquita. Y la Bronquios haciendo fotos a todo lo que se le ponía por delante y por los lados: patios andaluces, monumento a Manolete, a la regadora de patios, a las ruinas romanas o lo que fuese,…Y a pesar del traqueteo de la calesa por culpa del empedrado, no le salió movida ni una de las fotos.




PATIO ANDALUZ


MANOLETE


REGADORA DE PATIOS


RUINAS ROMANAS

Una vez pagado el servicio se fueron al Don Pepe, comieron divinamente (la Chuli con vino), y alguno de los comensales perdió la respiración cuando, queriendo poner en práctica el ya mencionado ‘’mutatio aquam tabuci’’, tuvo que subir dos tramos de escalera de más de 10 escalones cada uno. Una vez recuperada la respiración normal, iniciaron el camino de vuelta al parking para coger el coche y volver a Sevilla. Se detuvieron en alguna de las tiendas previstas por la mañana, y el Tirantes y el Bigotes, que esperaban fuera, hicieron de guías improvisados para unos guiris que buscaban la Mezquita y que, con las indicaciones que les dieron en spanglish, aun deben estar dando vueltas por Córdoba. 

Reiniciaron la Z que habían hecho por la mañana pero debido, tal vez, a que prolongaron demasiado la línea transversal de la Z, acabaron al comienzo de una empinada callejuela que a la Bronquios, al verla, le produjo un no sé qué que le obligó a sentarse en el saliente de un dintel de una puerta, y a pedir a los demás que confirmasen que el final de la calle que se percibía desde allí daba a una puerta de salida del recinto amurallado. Una vez confirmada la existencia de una salida, siguieron andando pausadamente, atravesaron la muralla y…¡decepción!   ¡Estaban a más de medio kilómetro de la puerta de Averroes y del parking! La Bronquios, muy tranquila debido a que la salida de marras estaba justamente junto al edificio del hospital de la Cruz Roja, informó al resto que a ella no la movía de allí ni la policía municipal, así que el Bigotes y el Tirantes bajaron hasta el parking, subieron con el coche, e iniciaron el camino de vuelta a Sevilla.


Y esta vez encontraron a la primera y por el camino más corto el enlace con la autovía. Lo malo es que un cartel que ponía ‘’Acceso cerrado por obras’’ les impidió el paso, y tuvieron que seguir las sucesivas indicaciones, a izquierda, a derecha, de frente,…, a través del polígono industrial cordobés hasta poder incorporarse a la E-5. Llegaron a Sevilla, dieron un par de vueltas de más, y cuando el optimista del Bigotes empezaba a murmurar diciendo que iban a tener que ir hasta Huelva a dar la vuelta, se toparon de narices con la entrada del parking Roma. Aparcaron a la primera junto a la salida que disponía de ascenso para salir al nivel de calle, y se encontraron de cara a la Puerta de Jerez. Para celebrarlo se fueron a tomar un helado y el Bigotes aplicó el truco del almendruco: pedir el helado el penúltimo, desaparecer, y dejar al Tirantes que pidiese el suyo y no tuviese más remedio que pagarlos, pues los demás ya estaban sentados cómodamente a cierta distancia.


Volvieron al hotel y se pusieron a remojo hasta la hora de subir al bar de la azotea. Una vez allí, pidieron cuatro mojitos, discutieron sobre los problemas de financiación y fidelización de Eroski y de cómo aprovecharse de ellos, y…¡a descansar!



LA BRONQUIOS


EL BIGOTES


LA CHULI


EL TIRANTES




LOS MOJJITOS



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