Primera quincena
del 2018
Acudieron todos y todas a la reunión, totalmente ignorantes
de lo que podía ocurrir. Para todos los integrantes del grupo, exceptuando
sobre todo a la Tatiqui y el Borni, era una reunión más, solo que convocada con
más prisas y sin dar opción a poner excusas para no asistir. La mayoría lo
achacaron a las fechas pues, desde siempre, la Tatiqui ‘aconsejaba’ a todos que
eran días para analizar el año transcurrido, identificar los puntos negros por
los que había pasado cada uno y plantear para el año que empezaba todo aquello
en lo que se iba a poner el máximo empeño en conseguir.
Lo malo que, para desazón de la Tatiqui, era el Pirulo el
que se lo tomaba con menos seriedad y eso contagiaba a los más jóvenes del
grupo. Y es que el Pirulo, si hacía un
balance del año, no pasaba más allá del último trimestre, y siempre apelando a
su mala memoria. Y si se le preguntaba por el futuro, no se le podía exigir que
planificase fechas a posteriori del roscón de Reyes y, solo apretándole las
tuercas, se atrevía a perfilar cómo iba a celebrar la noche de San Sebastián,
si acercándose hasta la Bella Easo para disfrutar de la tamborrada, o
conformándose con visualizarla por la ETB gracias a Movistar.
Como en las ocasiones solemnes, lo primero que hizo la
Tatiqui fue llevarse a todos hasta las Termas de Guadalmina, paraje que estas fechas
siempre está solitario y donde, si se quiere y si la plebe se comporta
adecuadamente, se puede charlar tranquilamente sin interrupciones inoportunas.
Y una vez distribuidos, siguiendo sus instrucciones, en las
gradas de un pequeño anfiteatro allí existente, les comunicó, con cierta
solemnidad, las normas que iban a regir en el diálogo que se iba a iniciar en
cuanto ella le diese la palabra al Borni. Fue al oír el nombre, cuando la
mayoría se dio cuenta que, a diferencia del resto de veces que se habían
reunido, el Borni estaba a la derecha de la Tatiqui, orgulloso, erguido lo que
le daba de sí su rechoncha figura, con el plumaje ahuecado, y ocupando el lugar
preferente en el que casi siempre se situaba el Pirulo. Y por si a alguien le
pudiesen quedar dudas de la seriedad e importancia de aquello que, a esas
alturas, más parecía la reunión de una cofradía penitencial que la de una
pandilla de amiguetes, repitió dos veces las siguientes normas:
*El Borni será el único que
tendrá preferencia en las intervenciones y con libertad para interpelar a
cualquiera de los presentes.
*Los interpelados deberán siempre
contestar con la verdad, de una manera concisa, y sin interrupciones del resto
de los presentes.
*La única moderadora autorizada
será ‘’la menda’’ (es la vulgar expresión que utilizó), que podrá dar por
finalizada la reunión cuándo y cómo le salga de las narices.
*Se prohíben los aspavientos,
graznidos ininteligibles, ausencias tanto justificadas como justificables por
razones fisiológicas hasta que se dé por concluida esta sesión catártica.
Hubo más normas, pero ninguno de los presentes las escuchó
con la atención necesaria para memorizarlas y tenerlas en cuenta, pues a esas
alturas ya habían comprendido todos que la batuta la llevaba la Tatiqui que,
en consecuencia, ella se encargaría de recordarlas si a algún despistado se le
ocurría transgredirlas.
Y cuando, ante las miradas de la Tatiqui, se hizo un
silencio sepulcral, el Borni, a una señal casi imperceptible de aquella, inició
su intervención.
-A instancias de la
Tatiqui y gracias a sus sabios consejos, voy a iniciar mis quejas a cada uno y
cada una de las presentes, con el fin de limar asperezas e iniciar una nueva
etapa del funcionamiento de este grupo en la que aumente la comprensión mutua, el diálogo, la
colaboración, la solidaridad y el apoyo a quien más lo necesite.
Ante estas palabras comenzó a oírse un murmullo de
aprobación que fue reprimido, sofocado y suprimido totalmente con un solo
‘’chist…’’ , acompañado de un par de levantamientos de cejas de la Tatiqui. Y
el Borni prosiguió
- Y voy a empezar
dirigiéndome al Pisha que, amparándose siempre en el gracejo gaditano y en las
letras de las chirigotas carnavalescas, no ha dejado de lanzarme puyas, sobre
todo, en relación a nuestro amor desmesurado e individualizado a la ‘pela’, hoy
euro, y a nuestro victimismo recalcitrante. Que exageramos, tal vez. Pero
tampoco la situación es como para hacer comentarios que bordean el racismo.
En cuanto oyeron la última palabra pronunciada por el Borni,
empezaron a oírse palabras y expresiones tales como
- ¡Somos todos
españoles!
- ¿Y qué raza especial
sois vosotros?
- ¡Ni racismo ni
cuentos! ¡Que os saltáis la historia, y hasta las sentencias del TC!
- ¡Si te pica, te
arrascas, pero no pidas a los demás que te financien tus locuras!
-…
Y ni los gestos ni las advertencias pudieron evitar este
tsunami de réplicas. Cuando las aguas se calmaron y después de que la Tatiqui
murmurase algo al oído del Borni, éste volvió a tomar la palabra
- ¡Perdón! Cambio
racismo por anticatalanismo, pero me reafirmo en la idea de que hay cierta
inquina respecto a todo lo que huele a catalán.
La intervención la
hizo el Borni con un retintín y un tono de suficiencia tal, que la Tatiqui no
quiso o no pudo evitar que el Pisha entrase al trapo.
- ¡Vale ya, Borni! Y
para que a todos nos quede meridianamente claro con qué tipo de catalán nos
relacionamos dinos si eres ‘catalán republicano-secesionista’, ‘catalán
españolista’, o ‘ni fú ni fá’.
- Si he de ser sincero,
contestó el Borni algo compungido, en
este momento estoy un poco confuso. Hace tres o cuatro meses creía que lo tenía
claro. Pero ahora, con nuestro prócer hartándose de mejillones entre las brumas
belgas, y yo sin poder presentarme en mi tierra por ‘’extrañas’’ razones y a pesar de mis rogativas a la ‘moreneta’,…¡no
tengo ni idea! Y si la tengo, prefiero no verbalizarla por si acaso, pues
cualquier cosa que diga es probable que se malinterprete.
Ante estas palabras del Borni, la Tatiqui aprovechó el
resquicio que había abierto con su confesión y dijo:
- Creo que lo mejor es
dejar pendiente esta mala catarsis que hemos iniciado, y posponer la discusión
sobre los agravios mutuos para cuando las cosas estén más claras. Así que cada
uno tome la ruta que quiera y con quien más a gusto se sienta, y ya hablaremos de
cualquier otra cosa, menos de política, la próxima vez.
Oído esto, la mayoría de los presentes respiraron aliviados,
y alzaron el vuelo en direcciones distintas, dejando a la Tatiqui, el Pirulo y el
Borni comentando lo ocurrido.
Y para alegrar este apresurado final, aquí quedan las fotos de
unas flores que ha dado, en este frío invierno, un cactus de nombre desconocido.
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