Semana del 14 al
20 de enero del 2018
Después de unos días en los que se vio algo de nieve en los
alrededores de Nueva Alcántara, y por si venía otra inoportuna ola de frío que
volviese a dejar La Concha espolvoreada de nieve, el grupo se trasladó al
entorno del Kala Kalúa, donde tenían la seguridad de hallar refugio y, con un
poco de suerte, hasta sabrosas sobras de comida.
Y en cumplimiento de la norma dada por la Tatiqui cuando
clausuró la última reunión del grupo, el Pirulo, que lo debía tener más
preparado que Rajoy la aplicación del 155, inició una charla de las suyas, es
decir, de buen rollito y rememorando su ya lejana, lejana etapa familiar.
- Cada vez que
recuerdo los años pasados en mi hogar familiar hasta que me fui a los dieciséis
años, pienso en cómo juzgarían ahora aquél tipo de familia y las relaciones que
existían entre todos los que convivíamos bajo el mismo techo.
Todos los presentes se miraron unos a otros con caras de
asombro ante estas palabras que no sabían a qué venían, pero que intuían que
habían sido ¿inspiradas?, ¿sugeridas?, ¿insinuadas?, por la Tatiqui. Así que se quedaron todos en silencio a la
espera de que alguno saliese por peteneras o empezase a hilvanar una
conversación coherente. Y así fue, porque al cabo de unos segundos el Filloas,
con toda la flema de un buen gallego, dijo:
- ¿Cómo quieres que la
juzguen? Pues, seguro que normales.
Y entonces, el Pirulo complementó su recuerdo y sus
planteamientos con lo siguiente
- Me explico. A mis
padres nunca les oí ni les ví discutir delante de nosotros, sus seis hijos, y
te advierto, antes de que se os ocurra decir nada, que hasta celebraron las
bodas de oro.
- No digas más,
añadió el Guindilla. Con seis hijos,
aparte de que ahora les calificarían como locos de atar, cualquier matrimonio
está unido hasta la muerte. ¿Tú sabes lo que supondría pagar la manutención a
su padre en caso de divorcio? Y no comento nada sobre la situación en que
quedaría tu madre. En la época actual, o montaba un circo con los seis
churumbeles, o se morían todos de hambre. Y eso porque no podría pagar el
alquiler de un piso ‘ad hoc’ y, si lo hubiese encontrado, no tendría ni para la
luz, ni para el agua, ni siquiera para una bombona de butano al mes. Claro que
en la actualidad si se declarase okupa de profesión….Porque directiva de
empresa del Ibex no sería, ¿no?
-De directiva de
empresa u otra profesión cualquiera…, ¡ná de ná! Bastante tenía con ser ama de
casa, contestó el Pirulo
La Surfi, que seguía la conversación atentamente, sin
perderse palabra, pues lo que escuchaba era para ella como si relatasen cómo
vivían las familias en el paleolítico, preguntó:
- ¿Y cómo podía
mantener tu padre una familia numerosa con un solo sueldo? Si ahora ni los
matrimonios o asimilables con dos sueldos
se atreven a pensar más allá de la ‘parejita’ porque dicen que no pueden
sacarlos adelante.
- Pues eso que dicen
es falso, puntualizó el Pirulo. Bien
es verdad que mi padre trabajaba de sol a sol, y no sé cómo se las arreglaron,
pero nunca tuvimos la sensación de que nos faltase nada de lo necesario. Y eso
de la crisis, la economía de mercado y demás mandangas es falso totalmente, o
de manera parcial por lo menos, porque nos criaron en la postguerra, que no fue
precisamente una época en la que hubiese abundancia de todo, sino todo lo
contrario.
Y el Pisha, que hasta el momento había permanecido
inusualmente calladito, dijo
- No compares, que
antes los críos comían lo que se les ponía en el plato y, si no les gustaba,
que ayunasen hasta la siguiente comida. Y eso si no se lo guardaban en lo que
se llamaba la fresquera y se lo volvían a sacar cuando se sentaban de nuevo a
la mesa. Y no como ahora que hay que criarlos en `plan gourmet desde que
empiezan con el biberón.
- Y de la vestimenta,
¿qué?, exclamó la Txuri-Txori al ver que la gente del grupo se iba
animando. De los pantalones del padre, en
cuanto se deshilachaban los bajos, se hacía un pantalón corto para el mayor de
los vástagos, y en cuanto le quedaba un poco curro, que lo utilizase el
siguiente en edad.
- Pues no hablemos del
calzado, complementó el Borni. Que en
aquellos tiempos con unos zapatos de Segarra, que por cierto tenía la fábrica
en el país valenciano, andabas, corrías, jugabas al fútbol con las piedras que
encontrabas camino del cole,…, y eso durante todo el curso académico si es que
no tenías la suerte de que te creciesen los pinrreles en exceso. Ahora…, que si
yo quiero unas Nike, que si mañana unas Adidas y pasado mañana unas zapatillas
especiales para jugar al paddle.
- Pero sigo sin
entender cómo aguantaron tanto, dijo pensativo el Pirulo.
- Tú lo has dicho:
‘’aguantaron’’, dijo el Filloas interviniendo de nuevo. Porque antes se soportaban más el uno a la
otra y viceversa, e iban limando asperezas. Ahora no aguantan ni siquiera que
la pareja ocupe el baño más de media hora seguida.
El Pirulo, que parecía que no había oído lo que había dicho
el Filloas, siguió con sus reflexiones que, por el tono y el volumen de voz que
estaba utilizando, daba la impresión que se las hacía a sí mismo
-Yo creo que antes, los
hijos unían a la pareja, sobre todo si llegaban a los tres hijos. Separarse
estaba muy mal visto y era una ruina para ambos cónyuges y, en cambio, con uno
más tenías derecho al carnet de familia numerosa con todas las ventajillas que
en aquellos tiempos conllevaba.
- ¡Claro!,
apostilló alegremente la Surfi. Y ya con
cuatro churumbeles el que llegaran más en una época en que no existían ni los
preservativos era algo facilísimo. ¡Vamos! ¡Cosa de coser y cantar!
-¡Surfi! De ‘coser y
cantar’ solo, ¡no! Algo más tendrían que hacer, exclamó el Pisha.
Después de que amainaran las carcajadas que provocaron las
palabras del Pisha, la Tatiqui, muy seria, dijo
- Seamos serios, que
íbamos por buen camino. Y para volver a centrarnos me voy a permitir alguna
reflexión sobre el cambio de las relaciones de pareja. En aquellos tiempos la
gente se casaba para formar una familia o, incluso, para aumentar y asegurar el
patrimonio familiar. Ahora el proceso es totalmente distinto. Lo primero que
haces cuando mantienes una relación de pareja, es no casarte ni por lo civil, con lo que a la
primera de cambio cualquiera de los dos puede darse el piro por un ‘’quítame
allá esas pajas’’ y, sobre todo, antes de haber engendrado un par de retoños
como máximo. Y si te has casado por lo civil, pues se echa mano del divorcio
exprés y tan contentos. Y a empezar otra vez con quien se ponga a tiro
- Pues es el momento
de recalcar, intervino el Filloas, que
no se pueden analizar ni valorar situaciones pasadas con criterios actuales. Si
no, imaginaros las conclusiones a las que podríamos llegar si aplicamos los
principios de la ‘violencia de género’ a más de una situación conflictiva que
seguro que tuvisteis en vuestra familia, ¿eh, Pirulo?
- Ni que lo digas
Filloas, le contestó el aludido. Si a
mi madre se le ocurre ir a comisaría con todos nosotros, los seis, a poder ser
sin lavar ni peinar, y denunciar a mi padre por maltrato psicológico y abusos
sexuales, mi querido padre se hubiese visto metido en un buen lío sin comerlo
ni beberlo.
La charla derivó hacia un cruce de comentarios entre parejas
de los presentes, hasta que el Pisha pidió silencio a voz en grito, y
dirigiéndose al grupo, dijo:
- Con todo lo que hemos hablado y estando, como estamos, en
el concurso de chirigotas y demás previo a la celebración de nuestros
carnavales de Cái, lo mejor es acabar con lo siguiente.
E imitando el sonido de pito de caña, se puso a cantar, o
eso creía él, algo que se parecía a la letra de una chirigota y que, más o
menos, decía lo siguiente:
En
el tiempo en que vivían mis abuelos
Sacar
adelante más de tres cachorrillos
No
era cosa ni de andar tirándose del pelo
Ni
de cambiar de mujer como de calzoncillos
Pero
cuando estos chiquillos y chiquillas crecieron
Con
el matrimonio civil se encontraron
A
no tener más de dos hijos aprendieron
Y
a aplicar el divorcio a la mínima se acostumbraron
Y
los hijos de los hijos ni el matrimonio civil utilizaron
Pues
enseguida comprobaron que con poco dinero
Era
fácil alquilar un piso y, sin dudar, se arrejuntaron
Y
al llegar la crisis,… ¡dame dinero papá, que te quiero!
Es fácil de imaginar que, entre el sonido del pito de caña y
los graznidos del Pisha, los presentes se transformaron en ausentes y solo quedaron
la Tatiqui y el Pirulo para felicitar al autor por su facilona repentización y para
despedirle hasta el fin de semana siguiente.
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