domingo, 30 de octubre de 2016

Semana del 23 al 29 de octubre  del 2016


Esta semana el Pirulo se ha declarado en huelga literaria y se ha limitado a demostrar que también existe un OTOÑO FLORIDO Y HERMOSO, con fotos tomadas el día 30 de octubre del 2016.




HORTENSIAS


IBISCO



PASCUARO, iniciándose la aparición de las flores rojas




PLUMBAGO

domingo, 23 de octubre de 2016

Semana del 16 al 21 de octubre  del 2016

Sigo con lo que me pareció vivir en aquellos días de la UCI

RECUERDOS DE UN COMA INDUCIDO(II)
(Octubre-Noviembre de 1987)

Con los clanes chinos tuve otro encuentro, no sé si propiciado por SEYMOUR o independientemente de lo que había vivido con ella. El caso es que se me presentaron como especialistas en manipulación de la pólvora y con capacidad para diseñar cualquier artilugio movido con el impulso que proporciona su combustión. La materia prima para construir los citados artilugios eran las cañas y, fundamentalmente, las que tenían los entrenudos de tipo cilíndrico. Y el virtuosismo de los miembros del clan era que, intuitivamente, podían determinar la posición de los orificios de salida de gases así como la cantidad de pólvora a introducir en el hueco de la caña en función del movimiento a provocar, fuese una rueda de fuego, o fuese algo semejante a un carricoche construido con cañas. Y, sin detenerme a pensar ni un segundo en las dificultades que podían tener las ideas que me venían a la cabeza, les planteé un reto: diseñar una serie de mecanismos con los que se pudiesen visualizar los conceptos y fenómenos de la Mecánica, dispuestos de tal manera que pudieran ser observados por un grupo de alumnos.



Se pusieron a la labor inmediatamente, y lo primero que hicieron fue construir una especie de cadena montañosa en curva, interrumpida por una serie de plataformas o zonas llanas, y con un espacio de observación en la parte cóncava de la curva que describía. Y lo que mejor recuerdo es la rueda de fuego que instalaron en la parte más alta y las primeras demostraciones que prepararon, haciendo girar la rueda a distintas velocidades colocando parejas de cañas en los extremos de uno de sus diámetros imaginarios. Al ver que la experiencia podía servir para explicar los efectos del denominado ‘’par de fuerzas’’, les animé a que trabajasen en la construcción de móviles de distinta masa susceptibles de emplearlos en experimentos sobre las relaciones entre fuerza y aceleración, y sobre la influencia de los planos inclinados sobre el movimiento de los cuerpos.

No sé si porque me di cuenta de que el montar algo así en una clase era excesivo para una demostración meramente cualitativa, además de peligrosa e incluso temeraria, o porque me aburría de oír hablar chino sin entender palabra, el caso es que deseché el plan didáctico para la Mecánica que se me había ocurrido, me olvidé de los chinitos y…¡desaparecí!

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Mi obsesión por verme con ELLA me inclinó a dar verosimilitud a lo que me dijo una persona desconocida que vino a verme. Me aseguró que sabía dónde estaba y que me podía llevar hasta el lugar en el que se encontraba, según las últimas noticias de que disponía. No era seguro que la halláramos en la localización que le habían proporcionado, porque formaba parte de un grupo que se movía constantemente por la orografía guipuzcoana, pero que las posibilidades eran altas.  Acepté la oferta pero, antes de salir en su busca, me hizo prometerle que cumpliría sus condiciones. La primera fue que todo lo que viese tenía que permanecer en secreto, incluido el itinerario que íbamos a seguir. Y la segunda, y más importante, que obedecería sin discusión todas las decisiones que tomase él en función de las circunstancias de cada momento, pues desobedecerlas en cualquier sentido ponía en peligro tanto la vida de ELLA como la nuestra. Yo no entendía nada del por qué tanto secretismo y tanto peligro, pero acepté lo que me proponía, y parece que di fiabilidad suficiente a mi asentimiento, pues nos pusimos en marcha inmediatamente.

Me llevó en coche por la autopista san Sebastián- Bilbao hasta el área de servicio de Itziar, aparcamos el coche, me hizo poner una zamarra y unas botas de montaña semejantes a las que llevaba él, y salimos del área de servicio campo a través en dirección a Mendaro. Llegamos a una zona rocosa que estaba en alto, y desde se veía el comienzo de la subida al alto de Itziar en la dirección de Bilbao hacia Donostia. Se detuvo al abrigo de unos matorrales que había al borde de un barranco y por cuya parte inferior corría un riachuelo que, según he comprobado posteriormente, podía ser el Oreiko Erreka. Desde allí podíamos ver perfectamente una zona escarpada desde la que se dominaba perfectamente el tramo citado de la autopista, y que me señaló en silencio, indicándome con gestos que era en aquel enclave donde era casi seguro que ELLA hiciera acto de presencia. Yo le miré con cara de asombro sin entender nada, pues no me podía imaginar qué podía hacer ELLA en aquellos parajes, ni tampoco entraba en mi cabeza el por qué no nos acercábamos hasta ese lugar para favorecer nuestro encuentro.

Recuerdo que estaba amaneciendo y que los contornos de todo lo que teníamos al alcance de la vista se volvía cada vez más nítido. En un momento determinado me llamó la atención, haciéndome al mismo tiempo gestos para que permaneciese en silencio, e invitándome a mirar hacia el enclave que me había señalado al tomar posiciones donde estábamos. Y entonces percibí que un número indeterminado de personas estaban subiendo por la ladera que había al otro lado del riachuelo y colocándose al abrigo de unas rocas que impedían que les viesen los que podían pasar por la autopista. Lo primero que me extrañó fue la vestimenta que llevaban casi todos: pantalones y cazadoras de colores oscuros, y una gorra con visera bien calada hasta las orejas. Lo segundo que, cuando llegaron al lugar que debían tener fijado de antemano, se tumbaron e hicieron visibles unos máuser que, hasta ese momento, yo no había percibido que los llevasen. Fui a decir algo, pero me mandó callar y me indicó por señas que me fijase en la persona que ocupaba el centro de la hilera que habían formado de cara a la autopista. Sé con certeza que en aquel momento no me proporcionó unos prismáticos ni nada parecido. Pero con la misma certeza sé que vi la cara de la persona que me indicaba como si la tuviese a menos de medio metro y,  a pesar de la vestimenta y de la gorra que cubría su cabeza, la identifiqué perfectamente. ¡Era ELLA! El corazón me dio un vuelco, y traté de levantarme e iniciar a lo loco el descenso del barranco que tenía delante. Pero mi acompañante, con gestos bruscos, me lo impidió. Me tumbó de espaldas, puso con energía su rodilla sobre mi pecho y, solo con la expresión de su rostro, entendí que debía de permanecer quieto y calladito. Le hice comprender por señas que le había entendido perfectamente, me liberó de la presión a la que me tenía sometido, me permitió echar una nueva ojeada al grupo y, finalmente, me conminó a seguirle. Cuando nos alejábamos, aprovechó el tiempo que empleamos en volver al área de servicio de Itziar para comentarme que, si no me había permitido ningún gesto de aproximación al grupo, había sido porque ELLA era la responsable del mismo y que debían estar desarrollando una operación que él ni sabía ni quería saber en qué consistía. El caso es que ese encuentro visual con ELLA tuvo como consecuencia inmediata el deprimirme aun más, pues no solo me habían descartado como miembro del grupo, sino que además me tenían sumido en la más completa ignorancia sobre lo que estaba pasando.

Y ya antes de llegar a Itziar, se hizo la oscuridad total en mi cerebro, y perdí toda referencia de aquello que había vivido como una realidad.

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Estaba semiinconsciente, pero percibía con todo detalle mi entorno. La cama con barrotes laterales en la que estaba tendido, las dos o tres botellas invertidas que colgaban de unos ganchos a mi izquierda, los tubos que partían de ellas y que acababan en mis brazos o en mi nariz, las ventosas que tenía adosadas a distintas partes de mi pecho y de las que salían una serie de cables que no tenía ni idea de dónde acababan,… No sabía con exactitud  dónde estaba, pero sí era capaz de tener conciencia de que mi situación no era como para echar cohetes, pues no era capaz de hacer movimientos prácticamente con ninguna parte de mi cuerpo. Lo único que entraba dentro de mis posibilidades era girar la cabeza (¿o solo los ojos?) a izquierda y derecha, y de mover con cierta soltura mi brazo derecho.

Tal vez fuera porque mi parte consciente empezó a ganar terreno a la inconsciente, pero el caso es que me di cuenta de una serie de detalles que provocaron un inicio de cabreo que fue aumentando por momentos.
·         Una de las botellas contenía un líquido amarillo que asocié inmediatamente con el sabor a vainilla que invadía mi cerebro y que, no sé por qué, detestaba.

·         Las ventosas que tenía en el pecho estaban en contacto con la piel gracias a una sustancia pegajosa y que yo, en mi imaginación, lo uní al hecho de que el médico de la UCI me las había colocado ayudándose de su propio y personal semen.

·          No veía a mi alrededor a nadie que pudiese atender los insistentes gestos que hacía para que me ayudasen a entender lo que me pasaba o, por lo menos, tuviesen el detalle de acercarse para ver como estaba.

Total, que en un momento determinado decidí tomarme la justicia por mi cuenta, y me puse, con constancia y hasta con acierto, a arrancarme todo lo que consideraba extraño y superfluo: los terminales de control del corazón y demás constantes vitales, la sonda de alimentación,… Y dio resultado. Al cabo de pocos segundos tenía a varias personas a mi alrededor, y la actuación de una de ellas, sobre todo, me marcó para toda mi estancia en el hospital y condicionó mi actitud ante los médicos que, desde aquel instante, fue de temor y total sumisión. Porque aquel médico que encabezaba el grupo y que se puso a mi vera, dio una orden tajante a los que le acompañaban:

‘’¡Inmovilizarle los brazos atándoselos a las barras laterales de la cama!’’

Y no se conformó con eso, sino que dirigiéndose a mí, me dijo con ese tono de superioridad que no deja resquicio a la duda:

‘’Y tú, o te portas bien, o vengo con la grapadora y te fijo la sonda en las narices. ¡La sonda no se toca!’’


Estos hechos tuvieron una consecuencia: cuando me dieron de alta en el hospital, fui incapaz de acercarme hasta la UCI para dar las gracias a los que me habían cuidado y atendido durante casi un mes.

sábado, 15 de octubre de 2016

Semana del 9 al 15 de octubre  del 2016

Lo que viene a continuación es algo vivido en primera persona, aunque con la pérdida de detalles que provoca el intervalo de tiempo transcurrido.



RECUERDOS DE UN COMA INDUCIDO(I)
(Octubre-Noviembre de 1987)


Mi primera visión fueron dos rodillas que me tapaban el horizonte y que, además, no podía separarlas n siquiera para vislumbrarlo. Esa incapacidad de movimientos me acongojaba y me introducía dudas en la parte de consciencia que creía tener. ¿Eran mías y significaba que no podría moverme más? ¿Eran solo algo que me imaginaba? Intenté enfocar a una distancia un poco mayor y tampoco lo logré. Más allá de mis rodillas, la realidad o lo que fuese, aparecía brumosa, sin nada identificable y sin ningún contorno definido. Y la memoria y la capacidad de razonamiento que aun me quedaba me dieron la respuesta: no llevaba mis gafas puestas.

A partir de ese momento, y durante casi un mes, la realidad que viví o, mejor dicho, lo que viví como si fuese una realidad, me ha quedado en la memoria como destellos más o menos prolongados, pero independientes, no relacionados entre sí, pero con vida propia cada uno de ellos. Y no como yo creía, pues a mí me pareció un continuo de mi existencia que transcurrió a lo largo de aquellos treinta días. Y por otra parte, al recordarlos ahora, casi treinta años más tarde y en base a unos apuntes o retazos de recuerdos, seguro que estarán mezclados entre sí  y contaminados por otros recuerdos de mi vida anterior, con o sin relación con los ‘hechos’ que van a narrarse y que a mí me parecían reales al cien por cien. Y tampoco puedo estar seguro de que no haya interferencias con situaciones vividas posteriormente pues ni sé, ni quiero poner filtros a lo que se me vaya ocurriendo al hilo del relato.

Mi primer recuerdo, o segundo o último, pues en las circunstancias en que estaba el tiempo no cuenta ni transcurre de la misma manera que en la vida normal, era el que iba a volver a encontrarme con ELLA en un momento cualquiera, pero siempre próximo. Pero ese deseo o previsión no se cumplía. Siempre había, según me decían los interlocutores a los que tenía acceso,  alguna razón que le impedía acercarse a mí y atender mis requerimientos. Unas veces me lo justificaban diciendo que tenía compromisos de carácter profesional (charlas, reuniones, papeles que arreglar,…), y otras me susurraban que era por compromisos políticos, argumento que a mí me extrañaba y me sonaba a excusa, ya que había cortado todos los hilos, o eso creía yo, que la unían con ese sector. El caso es que mis intentos de aproximación o la esperanza de que respondiese a mis llamadas desaparecían como por ensalmo. Tal vez por ello creé en mi interior un mundo paralelo que para mí era totalmente real, y en el que identificaba a ELLA en personajes de los más variopintos pero siempre poseedores de las características físicas, personales y profesionales que la han definido en cualquier circunstancia y situación.

Como consecuencia de todo lo anterior, unos de los recuerdos más agradables y, hasta cierto punto, más deliciosos se produjeron cuando se me presentó ELLA  bajo la apariencia de una china, ropajes incluidos.  Y aun no se me ha olvidado el nombre bajo el que se me presentó: SEYMOUR. El por qué de ese aspecto tan especial y ese nombre no lo sé aun hoy en 2016, y no lo asocio con nada de mi vida anterior, sea de persona que me hubiesen presentado o personaje de alguno de los muchos libros que había leído. Pero el caso es que la tal SEYMOUR se introdujo en mi ‘vida’ como jefa de un pequeño clan de chinos y como madre de una cría alegre y sonriente que, en mi imaginación, la convertía en mi hija. Pero esos recuerdos agradables se vieron enturbiados enseguida y se transformaron, si no en desagradables, sí en tristes y melancólicos. Las relaciones con los componentes del clan chino eran semejantes a las que siempre había disfrutado con compañeros y amigos del equipo de investigación educativa en el que había trabajado. Ese tipo de relaciones que, después de dos meses sin ningún contacto, te permitían iniciar conversaciones como si fuesen continuación de la que habías dejado pendiente tiempo atrás. Pero al mismo tiempo había algo no fácilmente identificable, como miradas, secretillos entre ellos de los que me excluían, o actuaciones para las que no contaban conmigo, que me confirmaban que no me reconocían como un elemento integrante del clan. Y con ellos viví algunas aventuras que paso a relatar y que eran totalmente distintas tanto en cuanto al entorno en que se desarrollaron, como en cuanto al papel que desempeñaron los distintos miembros del clan.

En la primera ocasión en que tomé contacto con ellos me informaron que era un grupo que llegaba a Europa para montar algún negocio. En esos momentos yo era mero observador, y me llamó la atención el que, cuando hablaban de sus proyectos, lo hacían con toda libertad y, en general, con la seguridad que da el estar convencidos de que, decidiesen lo que decidiesen, iban a conseguirlo. Por otro lado, SEYMOUR permanecía distante y prácticamente sin intervenir en la conversación. Solo de vez en cuando y, como decía ella, gracias a su capacidad de relacionar datos que aparecían en el coloquio o que ella tenía almacenados de otros tiempos, daba sugerencias que para el resto eran órdenes. No sé cómo ni por qué, al cabo de poco tiempo me integraron en el grupo y comenzamos a viajar por Europa con el fin de visitar distintos negocios del ramo de la hostelería, fundamentalmente restaurantes.

Me ha quedado grabado a fuego y como algo inolvidable la visita que hicimos a un restaurante de París, pues fue allí donde, por primera vez, tuve la sensación de haber saciado la sed que me consumía desde el momento en que conocí al grupo. Y las que lo lograron fueron unas cervezas de lata, tipo alemán, que aceptaron servírmelas aunque estábamos ya fuera de las horas de apertura del local, por haber llegado tarde. Y me dejaron muy claro que lo hacían en deferencia a SEYMOUR. Lo curioso del caso es que tengo todavía vívida la imagen de cómo cogía la lata con mis manos y disfrutaba de lo fría que estaba, y todo ello antes de abrirla; pero en cambio, no me queda ninguna imagen de cuando la abrí y me la bebí. Tal vez por ello, esa enorme sensación de sed insatisfecha me persiguió durante bastante tiempo y volvió a emerger con fuerza en recuerdos posteriores.

Y fue en este restaurante donde SEYMOUR dio claramente la primera señal de superioridad respecto al resto de miembros del clan. Simplemente dijo, a los tres compañeros o familiares que en aquel momento le acompañaban una única y escueta frase: ‘’ Este local hay que comprarlo’’. La reacción del que podíamos ahora identificar como el tesorero-economista del clan fue rapidísima. Y advirtió que el precio y, por tanto, la inversión necesaria le parecía, no solo excesiva, sino también peligrosa para la situación financiera del clan. Pero el más veterano del grupo, el que debía haber pasado más años junto a SEYMOUR, no le dejó proseguir o completar los razonamientos y justificaciones que tuviese preparadas para justificar su advertencia, recordándole simplemente una historia que debía conocer bien, con la siguiente sentencia: ‘’Ya sabes que SEYMOUR ha acertado siempre’’. Y en ese momento se acabaron las dudas sobre la toma de decisión respecto a la compra del local.

Ese fue el inicio de una compra de locales en los que se cocinaban platos para llevar o para mantener en conserva, a partir de toda tipo de productos, pero con unas características muy curiosas.  Toda la materia prima, desde tallarines o fideos a los langostinos, tenían una base sintética idéntica. A partir de la misma y mediante un proceso que nunca logré descubrir, se transformaban en los más variados productos alimenticios dispuestos para llevar. Esa misma sustancia base se envasaba en la más diversificada gama de receptáculos que uno pueda imaginarse, desde sobres al vacío hasta una especie de botellas selladas que podían utilizarse en la alimentación de personas a través de la correspondiente sonda. La característica común de todos estos envases era que necesitaban ser sometidos, antes de su consumo, a un proceso de preparación a partir del cual volvían a tomar el aspecto original marcado en sus etiquetas. Después del citado proceso, los langostinos eran verdaderos langostinos, el flan de vainilla era, en aspecto, forma  y sabor, un auténtico flan casero de vainilla. Además, esta transformación previa a su consumo, constituía un verdadero rito que, según recuerdo, se repetía en más de una de las situaciones que ‘viví’, y que me llevaban a rememorar aquelarres descritos en más de una de las novelas que había leído.

La verdad es que el negocio fue un éxito total, y permitió a SEYMOUR enviar a su hija a estudiar al extranjero, con gran pesar por mi parte, pues era la persona con quien más me entretenía y quien más me hacía olvidar los malos ratos.


(Continuará)

domingo, 9 de octubre de 2016

Semana del 2 al 8 de octubre  del 2016

Este fin de semana el Pirulo cambió de tercio. Ahora le ha dado por la dramaturgia. En vez de amolar al grupo con lo del viajecito al Brasil, les ha querido endilgar su primera obra teatral de carácter político-sanitario. Para ello, les recordó a todos el primer intento que hizo, allá a finales de julio, donde les describía los personajes y el espacio escénico del sainete que pensaba escribir y, antes de que nadie pudiese protestar, les entregó a cada uno una copia – resumen de lo que en aquel momento se le había ocurrido expresar por escrito, y que fue lo siguiente:


ESPACIO ESCÉNICO

Quirófano de un hospital con toda la parafernalia que se les supone: máquinas para controlar todas las variables vitales y no vitales del sujeto ‘’operable’’; instrumentos quirúrgicos de todas las formas y tamaños distribuidos en bandejas y carros asépticos

Enfermo (¿o enferma?) de la que solo se ven las pálidas facciones de su cara.

Médicos y enfermeros/as alrededor de la mesa de  operaciones, con sus batas verdes, sus chanclas y sus gorritos. Algunos de los gorritos, de diseño de la marca Agatha Ruiz de la Prada, con sus circulitos y triangulitos de vivos colores.




PERSONAJES

MEDICO 1º

Es el del gorrito de la Ágatha. Parece que es el Jefe de Cirugía o, por lo menos, el cirujano-jefe de la especialidad requerida para la intervención prevista. No se sabe cómo accedió al cargo, pero algunos murmuran que al estilo del PP, es decir, por tener el mayor número de apoyos.

MEDICO 2º

Tiene una ojeriza casi enfermiza al Médico 1º. No puede ni verlo, y hace todo lo posible para ponerle zancadillas…¡profesionales, claro! Tal vez todo se deba a que se metió en una operación suicida para desbancarlo, y no le dio resultado.  Da la impresión de que ha perdido apoyos entre el personal sanitario, sobre todo masculino.

MEDICO 3º

Pertenece a la última hornada de residentes y aun no ha asumido el cómo se exterioriza el estilo y modos de actuar que se le exige a cualquier médico de ‘’pro’’. Ha debido entender que eso de ‘’pro’’ viene de ‘’progre’’, y lleva un gorro de colores abigarrados y siete tallas mayor que le correspondería por el tamaño de su cabeza, quizá para poderse poner ‘al través’ la más que posible coleta de su melena.
MEDICO 4º

Pertenece al grupo de residentes que está acabando su período de especialización. También lleva un gorro de diseño, pero no tan llamativo como el del Médico 1º.
Todos dicen que va hecho un pincel. Siempre está a la vera del Médico 1º y no pierde ocasión en reuniones técnicas, e incluso en el quirófano, para expresar opiniones o hacer gestos para demostrar que, aunque le envidia, no está nada conforme con tener al Médico 1º como jefe. Por eso, siempre que tiene ocasión intenta atraer a su estela a sus partidarios, sean médicos, enfermeros/as, auxiliares o simples celadores.



Ante tal manifestación de despotismo poco ilustrado, pues la mayoría consideraban al Pirulo poco menos que un infiltrado en el mundo de las letras, unos dejaron caer displicentemente el papel para que se lo llevara el levante y empapelase el Peñón; otros hicieron gestos más chabacanos que indicaban sin género de dudas la utilización que iban a hacer de él, pues se sentaron encima haciendo oscilar la cola de un lado para otro; la Surfi, tal vez por la curiosidad que aun mantienen los cerebros jóvenes, comenzó a leerlo; y la Tatiqui, después de echarle una ojeada, recondujo la situación diciendo:
- A ver si os calmáis un poco y podemos…

- ¡Ya estás con ‘’podemos’’! ¿Y por qué no ‘’pepemos’’ o C’semos’’?. le interrumpió el Guindilla.

- ¡Eso, eso!, apoyó la Surfi, ¡cesemos! ¡Cesemos al Pirulo! Que ya estoy harta de tanto despotismo ilustrado, que aunque no sé lo que significa, suena muy revolucionario.

 En cuanto abrió el pico la Surfi, el resto también se creyó con derecho a opinar, y se armó un guirigay que recordó a los que se forman en TV en el programa de ‘Jugones’ o en cualquier otra tertulia política.

La Tatiqui logró poco a poco rebajar el tono de las discusiones y el número de intervenciones simultáneas, y al cabo de unos minutos que parecieron interminables, consiguió hilar un número de frases que fueron escuchadas con más o menos atención por la mayoría del grupo.

- Lo que estoy intentando decir es que lo que ha propuesto el Pirulo se ha quedado obsoleto o, si queréis, superado por los acontecimientos posteriores a finales de julio. Que lo que pode…, ¡bueno!, que lo que vamos a intentar es establecer un diálogo civilizado y actualizado sobre los personajes que todos nos imaginamos que representan esos Médicos. ¿Vale? Anda Filloas, empieza tú que eres el más calmado.

- ¡No va a estar calmado y tranquilo!, intervino el Pisha. ¡Si en su Galicia ha barrido el paisano del Médico 1º! Además…

La mirada que le dirigió la Tatiqui, al estilo de Lucifer en la serie homónima, hizo que se callase de repente, cosa que aprovechó el Filloas.

- Allí por Galicia, estamos muy tranquilos porque ya hemos hecho los ‘deberes’. Las mareas vivas, y las otras, van haciendo su trabajo y les están comiendo el terreno a las olas de izquierdas con lo que, en todas las costas gallegas, preponderan las olas de derechas. O sea que los surfistas, encantados de la vida. Si quieren disfrutar de olas de izquierdas de toda la vida, que se vayan a Mundaka.

- ¡Eso, ni lo mientes!, dijo la Txuri-Txori. Que en nuestras costas, como la cosa siga así, no van a quedar olas de izquierda ni en Mundaka, como no sean las que van a su bola independentista. Las de izquierdas, izquierdas, en cosa de unos años han desaparecido casi todas. Solo quedan algunas testimoniales y que, a pesar de ser pocas, quieren figurar como si fuesen indispensables para complementar las de derecha que, además, son euskéricas cien por cien.

La Surfi, que aunque estaban hablando de su tema preferido no entendía nada, preguntó ingenuamente:

- ¿A qué viene ahora lo de las olas de derecha y de izquierda? Si además todo el mundo sabe que en todas las costas españolas las olas de derecha son las más frecuentes, por no decir las únicas salvo excepciones. ¿No nos habían dicho que el diálogo iba a ser sobre esos personajes ‘imaginarios’, los médicos 1, 2, 3 y 4?

- La Surfi tiene razón, apostilló el Piurlo. Dejaros de metáforas, circunloquios, calambures, ironías y demás, y vayamos al tema que nos ocupa.

- ¡Mira Pirulo!, le contestó el Pisha un poco cabreado, ¡déjate de anáforas, quiasmos y oximorones! Que son palabras que ni entiendo, ni utilizo, ni sé para qué sirven. Porque si te pones en plan intelectualoide,…¡yooo paassso…! Y si quieres que hablemos de política, no la vistas con traje de etiqueta y habla claramente. Porque de la misma manera que tú, yo puedo hablar de sustancias dopantes que existen, se inoculan y hasta se venden en el mundillo de los políticos.

- ¡Aizu, mutil! ¿Ahora resulta que el Pisha se nos ha metido a científico!, le interrumpió la Txuri-Txori. Pero de cuales, ¿normal o carnavalesco?

El Pisha ni se inmutó. Miró displicentemente a la Txuri- Txori, haciendo al mismo tiempo un gesto como de quitarse la txapela y, sacando repentinamente un fajo de folios de debajo del ala, los repartió mientras decía:

- ¡Reíros, reíros de los de esta tierra! Pero lo que os digo es que aquí, cuando investigamos, lo hacemos a fondo. Y leer, leer atentamente los descubrimientos que hemos hecho en el L.A.P. (Laboratorio de Análisis Políticos) a partir de documentos, vídeos de mítines, e intervenciones públicas mil.

Y todos los presentes se dispusieron a leer el siguiente escrito



PROPUESTA DE PROHIBICIÓN DE UTILIZACIÓN Y VENTA DE LOS SIGUIENTES AGENTES DOPANTES MIENTRAS PERDURE EL ACTUAL GOBIERNO EN FUNCIONES



SUSAMINA

Crea adicción a la sonrisa perenne y casi siempre bienintencionada. Eleva la autoestima a cotas imprevisibles y transforma las situaciones más negativas en posibles estrategias para alcanzar lo imposible.

Como efecto secundario puede actuar en ciertos organismos como meta-bloqueante cerebral del campo de la coordinación motora, por lo que el espectador no muy avezado o demasiado crédulo, e incluso el propio sujeto que la ha tomado, no sabrá o no será consciente de si avanza o retrocede.


SANCHIROL

Sustancia dopante altamente peligrosa

Elimina cualquier visión que no sea la frontal, por lo que nada le distrae de lo que ha puesto o le han puesto delante de las narices, con el consiguiente peligro de daños colaterales imprevisibles.

Perturba, más que debilita, la capacidad de análisis de recorridos, actuando como un GPS pervertido o infectado de virus, que siempre le vuelve a una ruta prefijada sin proponer ninguna alternativa de las realmente posibles

Bloquea la zona cerebral de la capacidad lingüística, reduciendo su funcionamiento a mínimos, y haciendo que el sujeto se repita en sus expresiones más que el pepino. En su fase más aguda, el inoculado por este dopante acaba diciendo solo palabras monosílabas, y casi exclusivamente ‘’TÚ NO’’, ‘’YO, SÍ’’

En cuanto a efectos secundarios no se han podido detectar por la virulencia de los primarios que, como es natural, los enmascaran


PABLIRREJOLINA

También conocida como PABLIRREJONOL, por la presencia de un alcohol extraíble de la caña de azúcar suramericana.

Produce una adicción específica a la TV, pero no en el sentido de quedarse enganchado a programas como ‘Sálvame de luxe’, sino en el de querer aparecer en la pantalla para decir cualquier nimiedad. Los dopados no son selectivos en cuanto a cadenas de TV, lo importante es tener una cámara delante. Y además se encargan ellos mismos del resto, es decir, de personajes secundarios, aterezzo, vestuario, maquillaje y demás.

En cuanto a la actuación de la droga sobre la zona cerebral correspondiente a la capacidad lingüística, su efecto es casi el opuesto al SANCHIROL, pues se manifiesta mediante una verborrea difícil de controlar y en la que preponderan palabras tales como ‘izquierda’, ‘gente’, ‘pueblo’, ‘casta’, ‘gobierno’,… , introduciendo a veces conceptos tales como ‘vicepresidencia’, ‘sillones’,…

En altas dosis origina un desparrame de ideas que van desde el populismo a la democracia más sofisticada, la asamblearia, pero siempre reflejando su imagen preferida que es la de una pirámide truncada, con la mayoría en la parte inferior y arriba un pequeño espacio para un número limitado de personas.

Su efecto secundario más frecuente es que en pequeñas dosis arrastra hacia el sistema asambleario puro, lo que provoca no pocos sobresaltos en los que están en la cima de la pirámide truncada. En dosis más altas produce ensoñaciones  que al volver a la realidad pura y dura puede originar diversos grados de depresión y cabreo


RAJOSTERONA


Es una sustancia dopante de gran especificidad. Es la única que no puede ingerirse al mismo tiempo que cualquiera de las ya citadas, Es más, solo puede suministrarse después de certificar que han pasado seis meses desde la última toma de cualquiera de ellas.

Su efecto inmediato es una rigidez muscular que sume al individuo en una inmovilidad casi total, lo que le permite observar a su alrededor sin inmutarse ante los peligros que le acechan, y esperando que estos ni le afecten ni le tumben. Por eso, también es conocida como la droga ‘’Don Tancredo’’.

Como efectos secundarios más frecuentes se han detectado los siguientes

Debido a que entre sus componentes o impurezas hay ciertas cantidades de toxina botulínica, puede originar, en ciertos momentos, un rictus característico en el rostro del dopado que muchos interpretan como una sonrisa irónica, mientras que otros la califican de bobalicona.

Se supone que también contiene cantidades difícilmente detectables  de compuestos próximos a las endorfinas o que, en ciertas circunstancias, activa la producción de las mismas. Esta aparición de endorfinas provocan en los que la ingieren una sensación de bienestar y euforia que les hace pronunciar frecuentemente la expresión ‘’¡Tranquilos! ¡Todo va bien!’’

Nota.- Otras drogas que no son tan peligrosas y cuya utilización puede permitirse, salvo en momentos puntuales de desparrame general son: Albertina, Marxisterol (fórmula antigua), Referendol,…




No habían pasado ni diez minutos, cuando el Pisha, tal vez con el fin de que nadie pudiese pronunciar palabra, les conminó a largarse con viento fresco a buscar firmas para poder presentar la propuesta que tenían delante del pico como proyecto de ley

lunes, 3 de octubre de 2016

Semana del 25 de septiembre al 1 de octubre  del 2016(Brasil XVI y último)

Este fin de semana el Pirulo ha reunido a todas (y todos) los del grupo y, sin dejarles abrir el pico, les ha notificado que, por última vez, iban a tener que aguantar el relato del viaje a Brasil y que por fin---¡FINITO!..¡¡TUTTO FINITO!!

Así que, con la alegría de que aquel martirio tocaba a su fin, se dispusieron a escuchar la última entrega.

12 de noviembre del 2007

El viaje está dando sus últimos coletazos. Es la hora de las despedidas y de hacer esas compras se dejan siempre para el final por desidia o porque no se encuentra algo adecuado para el destinatario. Así que después de desayunar, el Recovecos se va a echar a correos la última postal, y menos mal que no está escrita toda ella con letra pequeña ni tiene mucho más que lo que se acostumbra a poner en las postales, como eso de ‘’Desde Sao Paulo con mucho cariño’’ o, simplemente, el típico ‘’Saludos de tu compañero de trabajo…’’ que se envía a los que quieres dar envidia o con intención aun más maligna. El caso es que el que le atendió en la oficina o era becario o solo disponía de sellos de cinco céntimos de real, y le llenó casi toda la parte posterior de la postal de tal manera que al final solo se leía claramente el nombre y dirección del destinatario.

Habían quedado en un sitio llamado Vergueiro y menos mal que antes de salir les avisaron que venían a buscarles pues existían tanto una calle como una estación de metro con el mismo nombre  y, si iban por su cuenta, había un alto porcentaje de ir al Vergueiro equivocado, sobre todo si lo elegía el Recovecos, que siempre que se le presentaba una disyuntiva elegía la opción incorrecta, algo que le sigue ocurriendo hasta cuando juega a las ‘’bombitas’’ en el ordenador.

En poco más de media hora, hacia las once y media, ya estaban sentados donde les habían llevado a comer que, según les informaron, era el sitio donde cocinaban el mejor yakisoba de todo Sao Paulo, el restaurante Kyojin Temakeria. En aquel momento, a nuestros viajeros no les preocupaba lo que podía ser el ‘yakisoba’ sino la hora tan próxima al desayuno en que iban a tener que comérselo y, por lo tanto, el esfuerzo que iban a tener que hacer para aparentar que lo ingerían o engullían, según quién, con apetito. La primera sorpresa fue que en aquel restaurante no se podía beber alcohol, así que cada cual se ‘escogió’  su bebida preferida entre las que les ofertaron, a saber, agua, zumos naturales y no tan naturales, coca-cola y sus variantes,…La segunda sorpresa se produjo cuando les explicaron lo que era el ‘yakisoba’, que consistía en una especie de tallarines fritos con alguno de los múltiples acompañamientos que ofrecían: vegetales con carne de pollo, vegetales con carne de ternera, vegetales con salmón o con otro tipo de pecado, vegetales con…Cada uno eligió el acompañamiento que le apeteció y esperaron a que se los sirviesen. Y mientras tanto empezaron a entrar estudiantes de entorno a dieciséis años  que ocuparon la totalidad de las mesas disponibles y que aportaron un sonido ambiental juvenil y solo soportable para los que ‘’gozaban’’ del privilegio de tener, por la edad, el oído un poco duro. Cuando les sirvieron las múltiples variantes del yakisoba que habían solicitado, comprendieron el por qué había tantos estudiantes. La ración de yakisoba tenía un precio razonable y la cantidad de tallarines y complementos era tal, que difícilmente podían mantenerse en equilibrio dentro del plato. Lo más seguro era coger porciones de lo alto del montículo que formaban los tallarines y, alejando el tenedor lo menos posible,  sorberlos con el máximo de educación y el mínimo de ruido. Fue curioso ver el empeño que pusieron todos en hacerlo de esa manera y, como consecuencia, no se restableció el diálogo entre los comensales hasta que el montículo de yakisoba no se transformó en una capa de tallarines  que se podían llevar a la boca con comodidad y, sobre todo, sin peligro de ponerse uno los tallarines o partes de los complementos como ‘adorno’ de los pantalones.



VISTA DE SAO PAULO DESDE EL RESTAURANTE KYOJIN TEMAKERIA



¡VIVA EL YAKISOBA Y SUS ZUMITOS!

Ya tranquilos, tomaron un café y se dividieron en dos grupos en función del destino de cada uno de ellos: la Flores y la Niña a la peluquería que regentaba la anfitriona para darse los ‘toques’ necesarios con objeto de mejorar lo más posible su imagen para el día siguiente, en el que todos tenían el último compromiso social de su estancia en Brasil; el Palmeras, el Peluche y el Recovecos, como por mucho que se hiciesen en la peluquería poco iban a mejorar su aspecto, al hotel directamente a descansar.

A la hora de la cena se volvieron a reunir todos en la cafetería del hotel, tomaron por primera vez caipirinhas en jarras bien hermosas, jugaron unas partidas de  cartas que ganó la Flores, y acabaron con los bocatas y las pizzas que había disponibles y que, como no eran muchas, complementaron con un postre de ‘dolce de leite’.  Y a descansar.


13 de noviembre del 2007


Y esto se acaba. Y como fiesta de despedida les llevaron a comer, como invitados, a un lugar de lo más selecto de Sao Paulo. Y allí les presentaron a los que iban a ejercer de anfitriones y que eran familiares de una de las personas que tan amablemente les habían atendido en su estancia en Brasil.


ESPERANDO A LOS ANFITRIONES




LOS ANFITRIONES…Y ALGUNA MÁS

La comida fue de buffet, pero un buffet de altos vuelos, ya que no solo tenían a su disposición y elección todo tipo de entrantes y platos dispuestos en un expositor interminable sino que, una vez sentados en la mesa que les habían preparado, pasaban camareros ofertando platos calientes y carnes de todo tipo cocinados de diversas maneras.



¿CARNE A LA ESPADA?



En cuanto se dieron cuenta de todo lo que había, la Flores y el Palmeras se situaron a la vera de la sección de mariscos, que incluía hasta ostras de un tamaño respetable, mientras que el Recovecos se concentraba en la zona de salsas y seleccionaba pequeñas cantidades de todo aquello que pudiera comerse sin necesidad de pelearse con cáscaras inoportunas ni otras zarandajas, es decir, llevarse directamente, e incluso sin mirar, del plato a la boca. Precisamente fue el Recovecos el que más sufrió al finalizar la comida pues, con la excusa de que iban a trasladarse directamente a casa de uno de los que habían ejercido como anfitriones a tomarse un café con ‘’bolo’’, le impidieron a él y al resto de comensales acercarse al sector de postres y dulces y a probar algo de lo que allí se exponía.





EL FAMOSO ‘BOLO’

Y después del café y la degustación del ‘’bolo’’ volvieron al hotel donde el Peluche tuvo la feliz idea de renunciar a una copa de champán que les habían propuesto, y así aprovechar la tarde para descansar y para prepararse para el viaje de vuelta a Madrid haciendo las maletas. Y así lo hicieron. Y de despedida, una buena caipirinha antes de irse a sus respectivas habitaciones.



14 de noviembre del 2007

No se sabe si por el buffet del día anterior o por la caipirinha de última hora, el caso es que la Flores pasó lo que se denomina vulgarmente ‘’una noche toledana’’, que la superó como pudo pues el viaje de vuelta estaba a las puertas. Tan a las puertas que a eso de las once de la mañana decidieron trasladarse al aeropuerto de Guarulhos, pues llegaron a la conclusión de que era mejor, más seguro y más entretenido, esperar en sus instalaciones que aburrirse en el lobby del hotel.

Y a la una y media estaban por allí deambulando tranquilamente, cuando se dieron cuenta que ya se había formado una buena fila delante de los mostradores de Iberia, y para allá se fueron rápidamente para hacer el check-in. Y una vez realizado, el Recovecos, la Flores y su silla se independizaron acogiéndose al trato preferente de los ‘’handicapés’’, a pesar de lo cual el tiempo que pasaron en el control de pasaportes se les hizo eterno. Luego fueron paseados por los interminables pasillos del aeropuerto hasta la puerta de embarque y una vez allí, al quedarse solos, buscaron un sitio donde comer algo mientras el resto de compañeros de viaje les localizaban. Cuando al final se juntaron, se fueron a gastar los últimos reales que les quedaban y…¡por fin!.. ¡a embarcarse de vuelta a casa!


FIN DE LAS CRÓNICAS DEL VIAJE AL BRASIL


Del 22/23 de octubre al 14 de noviembre del año 2007