Semana del 5 al 11de junio del 2016(Brasil IX)
¡Y el Pirulo sigue con sus ‘’historias’’
del Brasil!
29 de octubre
del 2007
La noche fue tranquila, pero no para todos. Al pobre
Palmeras le tocó un cuarto que daba a una galería exterior por la que
estuvieron retozando la Nuna y Jani, lo
que le mantuvo en un duermevela. Lo malo fue que por la mañana le entraron las
dudas. ¿Y si al salir del cuarto no le reconocían como invitado y se le
abalanzaban encima? Al final, el hambre y la sospecha de que el Recovecos iba a
aprovecharse de su ausencia para comerse lo mejor del ‘’pan dulce’’, pudo más
que el temor a una reacción poco amistosa de los perros, y salió de su
habitación mirando a todos lados y con la sonrisa en los labios.
Desayunaron sin los agobios que habían pasado en los días
precedentes, y se fueron todos a dar un paseo por una playa abierta cuyo final
no se percibía si se miraba hacia la derecha, y a la izquierda finalizaba en un pequeño cerro que la
separaba del núcleo de la ciudad.
Se tomaron la mañana de reposo en la piscina, disfrutando de
las consabidas caipirinhas que, unido a las prácticas de baile de
sambas, les abrieron lo
suficiente el apetito para dar cuenta de una comida a base de ensalada y
pintada. El arroz, ni se nombra ni se nombrará de aquí en adelante, ya que por
esas tierras se tiene siempre a disposición de los comensales en cualquier
ágape que se precie.
Por la tarde, y después de una buena siesta, se trasladaron
al centro histórico de Itanhaem en un ‘trenecinho’, y visitaron los edificios
que aun se conservaban de la ciudad primitiva, que además era la segunda
fundada en Brasil por sus primeros descubridores y de la que aun existe la
cárcel construida allá por el siglo XVI. Los que pudieron y se sintieron con
fuerzas, subieron una colina para ver uno de los primeros conventos fundado por
los colonizadores y antes de volver a casa, se hicieron las consabidas fotos en
torno a la estatua del P. Anchieta que, aunque canario, el Recovecos lo
reivindicaba como compatriota suyo, pues su padre era vasco y primo de San
Ignacio. La vuelta a casa la hicieron en autobús y gratis, aprovechándose
de que la mayoría era
mayor de 60 años.
LA ANTIGUA CÁRCEL
Una vez que merendaron, a base de té y dulces, se entretuvieron hasta la hora de la cena jugando unas cuantas
partidas de Rumicub y de chinchón en las que los participantes no fueron conscientes de las
trampas que les hizo el Recovecos.
La cena consistió en un buen plato de ‘camaroes na moranga’
(un plato típico de
langostinos y calabaza) acompañados, como no podía ser de otra manera, de arroz
y complementados con fruta y dulces a gusto del consumidor. Y mientras tanto
uno de los perros, Iani, lloriqueando junto a uno de los anfitriones y dando
pequeños aullidos, cosa que ninguno de
los visitantes entendía el por qué, hasta que les explicaron que era su manera
perruna de avisar a su dueño de que iba a llover. Y no se equivocó.
Y esa noche, más que brasileña, fue toledana. Por lo menos
hacia la hora de la amanecida, pues uno de los presentes en la casa salía para
Sao Paulo hacia las cinco de la madrugada por sus obligaciones laborales. Y como
había que evitar a toda costa que se retrasase, empezaron a esa hora a sonar
despertadores en diversas zonas, a lo que se unieron los llantos y aullidos
lastimeros de los dos perros porque el que se iba era también el que más les
quería y les cuidaba. Menos mal que el guirigay que se organizó se desvaneció
en cuanto los viajeros desaparecieron y, a partir de ese momento, por lo menos
alguno de nuestros turistas
retomó el sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario