domingo, 12 de junio de 2016

Semana del 5 al 11de junio del 2016(Brasil IX)

¡Y el Pirulo sigue con sus ‘’historias’’ del Brasil!


29 de octubre del 2007

La noche fue tranquila, pero no para todos. Al pobre Palmeras le tocó un cuarto que daba a una galería exterior por la que estuvieron retozando la Nuna y  Jani, lo que le mantuvo en un duermevela. Lo malo fue que por la mañana le entraron las dudas. ¿Y si al salir del cuarto no le reconocían como invitado y se le abalanzaban encima? Al final, el hambre y la sospecha de que el Recovecos iba a aprovecharse de su ausencia para comerse lo mejor del ‘’pan dulce’’, pudo más que el temor a una reacción poco amistosa de los perros, y salió de su habitación mirando a todos lados y con la sonrisa en los labios.

Desayunaron sin los agobios que habían pasado en los días precedentes, y se fueron todos a dar un paseo por una playa abierta cuyo final no se percibía si se miraba hacia la derecha, y a la izquierda finalizaba en un pequeño cerro que la separaba del núcleo de la ciudad.









Se tomaron la mañana de reposo en la piscina, disfrutando de las consabidas caipirinhas que, unido a las prácticas de baile de sambas, les abrieron lo suficiente el apetito para dar cuenta de una comida a base de ensalada y pintada. El arroz, ni se nombra ni se nombrará de aquí en adelante, ya que por esas tierras se tiene siempre a disposición de los comensales en cualquier ágape que se precie.











Por la tarde, y después de una buena siesta, se trasladaron al centro histórico de Itanhaem en un ‘trenecinho’, y visitaron los edificios que aun se conservaban de la ciudad primitiva, que además era la segunda fundada en Brasil por sus primeros descubridores y de la que aun existe la cárcel construida allá por el siglo XVI. Los que pudieron y se sintieron con fuerzas, subieron una colina para ver uno de los primeros conventos fundado por los colonizadores y antes de volver a casa, se hicieron las consabidas fotos en torno a la estatua del P. Anchieta que, aunque canario, el Recovecos lo reivindicaba como compatriota suyo, pues su padre era vasco y primo de San Ignacio. La vuelta a casa la hicieron en autobús y gratis, aprovechándose de que la mayoría era mayor de 60 años.


LA ANTIGUA CÁRCEL










Una vez que merendaron, a base de té y dulces, se entretuvieron  hasta la hora de la cena jugando unas cuantas partidas de Rumicub y de chinchón en las que los participantes no fueron conscientes de las trampas que les hizo el Recovecos.

La cena consistió en un buen plato de ‘camaroes na moranga’ (un plato típico de langostinos y calabaza) acompañados, como no podía ser de otra manera, de arroz y complementados con fruta y dulces a gusto del consumidor. Y mientras tanto uno de los perros, Iani, lloriqueando junto a uno de los anfitriones y dando pequeños aullidos, cosa  que ninguno de los visitantes entendía el por qué, hasta que les explicaron que era su manera perruna de avisar a su dueño de que iba a llover. Y no se equivocó.


Y esa noche, más que brasileña, fue toledana. Por lo menos hacia la hora de la amanecida, pues uno de los presentes en la casa salía para Sao Paulo hacia las cinco de la madrugada por sus obligaciones laborales. Y como había que evitar a toda costa que se retrasase, empezaron a esa hora a sonar despertadores en diversas zonas, a lo que se unieron los llantos y aullidos lastimeros de los dos perros porque el que se iba era también el que más les quería y les cuidaba. Menos mal que el guirigay que se organizó se desvaneció en cuanto los viajeros desaparecieron y, a partir de ese momento, por lo menos alguno de nuestros turistas retomó el sueño.

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