miércoles, 30 de marzo de 2016

Semana del 20 al 26 de marzo del 2016 (Brasil I)

Esta vez, el Pirulo, aprovechando la seriedad con que se vive en esta zona la semana santa, ha tirado de sus crónicas de viaje y ha amenazado al grupo con una que tiene en la reserva: la del viaje que hicieron un grupo de jubilados al Brasil allá por octubre-noviembre del 2007. Y todos han aceptado estoicamente sabiendo, por experiencia, que el oponerse a ello era un suicidio, pues todos eran conscientes de que tiene la recámara llena de crónicas, ensayos, cuentecitos,…,  como para llenar una biblioteca.

Y dicho y hecho

LOS EXPEDICIONARIOS

EL PALMERAS
Solitario de profesión. Le gusta el agua salada o de piscina más que a las mujeres los mercadillos. Contemporizador compulsivo, es capaz de apoyar simultánea o consecutivamente dos propuestas contradictorias del resto de viajeros. El Palmeras le viene de su afición a quedarse sesteando debajo de las ídem, y sin avisar a los que cuchichean a su alrededor.. Como copiloto es capaz de volver loco al GPS más sofisticado. Si estás en un restaurante y lo ves caminar en tu dirección, esconde el pan o tíralo lo más lejos posible, ya que le atrae fatalmente, sobre todo en los momentos previos a cualquier comida del día.

EL PELUCHE
Si está calladito (casi siempre) y sentado, da ganas de abrazarle. Es casi, casi, como los peluches de antes pues, aunque no tiene un chip que le facilite llevar una conversación, puede intervenir en los diálogos diciendo “sí, sí””, “Bueno”, “Vale”,… Además es como un conejito de Duracell pues cuando se pone a andar, no hay quien lo pare ni en invierno ni en verano. En los viajes se conforma con todo y no protesta ni cuando le toca ir en el asiento de atrás y entre las dos féminas de la expedición, en el lugar más incómodo de  cualquier coche. Su carácter se refleja en la frase que dice cuando se acomoda: “¡Que sitio más bueno! Se disfruta de la mejor vista panorámica del paisaje a través del parabrisas”.

LA NIÑA
La más cría del grupo, aunque no tan cría. Su apodo no tiene nada que ver con lo de “Santa María, la Pinta y la Niña” a no ser por lo del viaje transoceánico. Se adapta perfectamente a cualquier planificación, excepto cuando ésta acarrea un gasto que considera fuera de sus cálculos. Entonces no deja tomar al grupo ninguna decisión, a no ser que antes se le permita consulta a Dios, a la Virgen del Pilar y, sobre todo, al “Señor Bueno”, ese que tiene la cara como una pantallita de televisión rodeada de los dígitos del 0 al 9. Es la única que puede mantener a raya, en privado, al Palmeras y al Peluche, aunque de vez en cuando se queja de que nadie la tiene en cuenta y coge un “berrinche” que le dura, por lo menos, cinco minutos.

EL RECOVECOS
Aunque hable en plural y en cualquier forma verbal para despistar, o eche las culpas al Pirulo, es el que actuará como narrador, aun en los casos en los que ponga palabras, frases o párrafos en boca de cualquiera de los personajes. El apodo le viene porque puede pasar de estar riéndose como una criatura feliz a manifestar un cabreo ∞ (para los de letras, inconmensurable, infinito), y que se detecta incluso en la manera de mirarte. Hay que tener más cuidado con él que con el Zapatero cuando habla sin papeles, pues sus reacciones son impredecibles. Pero en el fondo es buena persona, como diría la Niña para quitar hierro en las situaciones críticas.

EL PIRULO
Personaje imaginario encarnado en un grajo negro, bamboleante y cachondón, que acompañará siempre al Recovecos, y le indicará aspectos y detalles que se le escapen, pues el tal Recovecos es rápido pero impreciso. Y a veces tienen que pasar 24 horas para que se de cuenta de lo que “realmente” había pasado. De esa manera compensará el Alzheimer selectivo que padece. Lo malo es que muchas veces lo que sugiere, aunque tenga visos de realidad, son más producto de la imaginación que de la observación.

LA FLORES
Con ella todo tiene su lado positivo, y se sale de cualquier situación con la sensación de haber hecho algo grande, incluso cuando sales del Bingo El Ciclista con telarañas en los bolsillos. Es un talismán sin el que el grupo no “marcha”. Lo malo es que se desgasta y, en esos casos, ni las pilas Duracell del Peluche la ponen en funcionamiento. Sólo hay una posibilidad: las SS (¡no asustarse!, Silencio y Sol)
Esta manera de denominarla proviene de que consigue que den flores hasta los cactus, y de que, si hay algo que le entusiasma más que los juegos de azar, es el cuidar plantas, sean del tipo que sean. Se pasa media mañana con ellas y, menos masaje chino, les hace de todo: las expurga, les quita las hojas amarillas, las riega con/sin vitaminas, las refresca, las pone al sol, las pone a la sombra,….



LOS PROLEGÓMENOS


Todo empezó como cuando de pequeños discutían con el compañero de pupitre y querían ‘acongojarlo’. “Mi padre es ‘poli’ y ya verás”“Pues yo tengo un tío que es jefe de ‘polis’ y puede con tu padre”… En este caso fue el Peluche el que dijo que tenía unas primas en Brasil y que no hacían más que insistirle en que fuese a visitarlas a Sao Paulo solo, con la Niña o con quisiera. Ninguno de los personajes de este relato recuerda ni dónde fue, ni en qué situación de euforia estaban, pero el caso es que al poco tiempo de decir, casi todos ellos y al unísono, ‘¿Por qué no?’, se encontraban dando vueltas a cuándo hacerlo.

Según contó el Pirulo días después de poner en marcha el proceso de preparación del viaje con una primera consulta por correo electrónico a las primas del Peluche, la Niña le dio un repaso (al Peluche, no al Pirulo) resaltando los inconvenientes: que se podía haber callado; que se le podía haber ocurrido decir Utrillas o Huesca en vez de Brasil; que así todo hubiese sido más económico; que a quien se le ocurre proponerle una cosa así al Palmeras que a todo dice que sí; que la Flores y el Recovecos pueden ir a donde quieran porque no dejan nada ‘atrás’, pero ¿ella?, ¿y sus retoños?; ...

El caso es que, como solo se juntaban todos un par de veces al año y las decisiones tenían que tomarlas en grupo, tardaron casi diez meses en concretar una serie de cuestiones:

cómo se organizaban para hacer todas las gestiones necesarias;

que no contrataban un viaje de esos en los que está previsto todo lo que hay que visitar cada día, ya que había que aprovechar la oferta residencial de las primas de Brasil y eso suponía tener bien claro lo que iban a hacer;

que tenían que elegir las excursiones después de buscar ofertas por diversos medios y, además, que debían contratarlos en Brasil para poder adaptar las fechas y porque era más barato;

que la estancia sería de 3/4 semanas  incluyendo el tiempo que pasarían en la playa, en la casa de las primas;

que las fechas no podían coincidir con la época de lluvias en Sao Paulo, ni con la de desplazamientos ‘masivos’ (Navidad, verano)
Esto ocupó al grupo unos cuantos meses, a pesar de lo que el Pirulo murmuraba al oído de alguno de los integrantes

-          ¿Tanto tiempo para llegar al final a lo que os había oído decir desde el principio?

-          ¡Pero si sois jubilados!¡Lo que tenéis que hacer es discutir menos y decidir más!¡Para el tiempo que os queda!

-          A mayor edad…¡menos cavilación y más acción!

-          ¿A qué esperáis?¿A las bodas de diamante o qué?

-         

Y en el ínterin, el Peluche recibió de sus primas y él reenvió por correo electrónico tal cantidad de pps (composiciones de melosas diapositivas de ocasos, cascadas (de agua), playas inmensas, aguas transparentes,…, con música de Carlinhos Brown, rumbas, merengues, pelendengues,) que los ordenadores del Palmeras y el Recovecos se colapsaron, y tuvieron que cambiarlos para darles la capacidad y velocidad adecuada. Y esto, porque con los que tenían, se veían obligados a tenerlos encendidos desde la madrugada para poderlos ver antes de acostarse. Todo ello a pesar de que cambiaron dos o tres veces de tipo de ADSL.

Después de repetidas llamadas telefónicas y de numerosos e-mail nacionales y transoceánicos, se confió en que marzo podía ser una fecha adecuada, y se inició una búsqueda de billetes de avión buenos y baratos. Como la coincidencia de ambas cualidades era un afán imposible, se concluyó que lo mejor era malo conocido que bueno por conocer, y se entró en la página de Iberia para ser conscientes ‘de lo que vale un peine’. Y un peine, ni el Pirulo lo sabe, pero un billete en clase turista…¡mil euros! ¡Pues hecho! ¡Por una vez!

Cuando faltaban dos o tres meses para las fechas previstas y después de navegar por internet a trancas y barrancas como buenos jubilados reciclados en las nuevas tecnologías, se acordó que el programa de estancia y excursiones fuese, más o menos, el siguiente: aclimatación de tres o cuatro días en Sao Paulo; excursión (dos noches) a Iguazú; estancia turística en Sao Paulo; excursión Brasilia-Río (6 noches); estancia playera en Itanema (o algo así); y vuelta a una Residencia de la Tercera Edad, tal como pronosticaban los más pesimistas. Menos mal que los acuerdos de grupo gozan de cierta elasticidad, pues tal como están las cosas a mes y medio de la fecha real de partida, la programación real puede coincidir con la prevista en contenido, pero el cómo y el cuándo están en una nebulosa.

El caso es que cuando se iban a iniciar las gestiones directas para la adquisición de los billetes de avión, surgió una dificultad muy común en grupos de cinco personas que suman más de 300 años de edad: a alguien le ha pasado algo que le impide lanzarse a la aventura de un viaje. Y eso que los integrantes del grupo habían hecho, por razones profesionales y de las otras, todo tipo de viajes colectivos y personales. Bueno, todos, no. La Niña era la menos viajada, pero no por eso la que más ganas tenía de ir a Brasil. Para ella, un viaje a Italia hubiese llenado sus expectativas y, sobre todo, era más ‘seguro’. Y no se va a nombrar a quien provocó el aplazamiento, pues a partir de ese momento todos los integrantes del grupo (¡menos la Niña, otra vez!) pagaron el peaje de alguna anomalía en su salud o en su integridad física: revisiones médicas, extracción de piezas dentales de seis en seis, caídas inoportunas con rotura de costillas, implantes dentales,…. Es decir, algo semejante a lo que hacen los escolares al comienzo de vacaciones: que procuran hacer todas las ‘Actividades de verano’ la primera semana, para tener libres las 8 ó 9 restantes. Pues en estos futuros viajeros lo mismo: procuraron acumular males en tres meses para luego poder disfrutar de tres o cuatro semanas en las que no hubiese ni micciones compulsivas.

Después de dar muchas vueltas a posibles fechas, se decidió hacer el viaje a mediados de octubre, y para evitar una nueva marcha atrás por cualquiera de las múltiples causas posibles, se iniciaron las gestiones para sacar los billetes de avión, que tuvieron sus más y sus menos.

Según lo que se supo, en una semana todo el mundo tenía sus billetes, aunque con una pequeña diferencia: la Flores y el Recovecos tenían incluidos hasta los asientos de los vuelos Málaga- Madrid y Madrid- Sao Paulo. Ni que decir tiene que la Niña consiguió asientos pegaditos a los de la Flores en 24 horas. Bueno, un poco más, porque tuvo que esperar a que la empleada que le había hecho las gestiones volviese de sus merecidas vacaciones.

El resto fue sobre ruedas o, mejor dicho, sobre euros. Puestos a pagar, se pagaron las excursiones que se pensaba hacer en Brasil, pues el esperar a hacerlo con lo que se cobrase en la nueva temporada de quinielas parecía tan inútil como pensar que la nueva Ministra de Vivienda consiguiese que todos los jóvenes tengan acceso a una ídem digna. Todos estaban pendientes de todos, preocupados de que a cualquiera le diese un achaque. Pero a un mes de la partida todo parecía en orden:

-          El Palmeras se recuperaba de una caída ‘tonta’ que había padecido en su propia casa, y que le había obligado a respirar como los tartamudos, es decir poquito a poquito, durante más de un mes. Le había quedado, tal vez debido a ese período de respiración ‘entrecortada’, un fallo en las cuerdas vocales que, como mucho, iba a evitar al resto a hacerse el sordo ya que emitía a un volumen muy bajo.

-          El Peluche y la Niña estaban como una rosa (o al menos eso decían), pues no aportaron ningún dato sobre caídas, catarros, neumonías o similares.

-          La Flores semi-solucionó sus problemas bucales, aunque al final se decidió a ir a Brasil con la misma sonrisa que tenía cuando se encadenaron los atrasos.

-          El Recovecos, bueno, eso es otra historia. Iba a ir capiti - disminuido o, para ser más precisos, denti – disminuido. Lo que iba a tener la ventaja de permitir ahorrar al grupo en comidas, siempre que no se disparase su consumo en bebidas y productos dulces.

En resumen, que la situación de los integrantes del grupo podría sintetizarse de la siguiente manera, a un mes de la partida y esperando que no surgiesen novedades:

EL PALMERAS

Aspecto General: Alto, espigado, y sin necesidad de peinarse

Respiración: intermitente; sin profundidad en ocasiones, para evitar una excesiva dilatación de las costillas

Voz: Mermada, pero en franca recuperación

Andares: seguros y tranquilos

Bolsillos: Repletos o vacíos. No lo sabe ni él. Pero aguantará el tirón.

Comida: Sin problemas aparentes, y menos con el pan. Lo malo será que no lo haya en Brasil

EL PELUCHE

Aspecto General: Majico (no mágico). Como dice la Niña, bien pero con barriguita ‘cervecera’.

Respiración: Con los mismos problemas que la Flores y con los mismos remedios farmacéuticos. Eso es una suerte, pues con el mismo botiquín se atiende a dos.

Voz: No se sabe. Se le oye ‘poco’

Andares: sin palabras. Ni por su parte ni por la de los demás. Los entrenamientos diarios y de madrugada han dado sus frutos

Bolsillos: No se sabe. Preguntar a la Niña

Comida: Sin problemas, porque además lleva incorporada una guardia pretoriana que le avisa cuando se ‘pasa’

LA NIÑA

Aspecto General: de buen ver, aunque afirma que es culpa de un cambio de metabolismo

Respiración: Entrecortada, pues su secuencia es: Habla – Respira – Se queja del señor bueno – Habla – Respira - …

Voz: Cantarina, hasta que la ningunean en exceso. Entonces calla y hay que sacarla las palabras con sacacorchos

Andares: Seguros y rotundos, pero con una cualidad importante: se adapta a los del grupo (menos al Palmeras cuando va por libre)

Bolsillos: ¡¡Uyyy…!! Ni preguntarlo

Comida: Sin problemas. Según presume puede comer como en su boda, lo malo es que su metabolismo no es como el de entonces.

LA FLORES

Aspecto General: Agitanado y coletero. En lo del pelo, la envidia del Palmeras. En lo del tipillo, la envidia de la Niña.

Respiración: Peor que la economía de la Niña, pero aguanta lo que le echen, y si no puede… en casita o a rellenar cartones. Se entrena, como el Peluche, antes de que salga el sol, pero regando en vez de caminando.

Voz: Llena de aplomo. Todos callan para escucharla, sobre todo la Niña cuando elige menú en un restaurante

Andares: Los suyos. Pasito a pasito llega a todas partes.

Bolsillos: No se sabe. Preguntar al Recovecos

Comida: Cualquier cosa, pero con reparos de composición (carbohidratos, grasas, proteínas) y de consistencia. Tendrá que cambiar su debilidad, el daiquiri, por la caipirinha

EL RECOVECOS

Aspecto General: normalillo, mejorando bastante cuando la Flores le escoge la ropa

Respiración: De lo mejor que tiene, a pesar de que es el único que fuma

Voz: Mejor es no oírlo porque cuando más (y peor) habla es cuando se cabrea. Además es repetitivo. En cuanto se le pregunta ‘¿Qué hacemos?’, ‘¿A dónde vamos?’,…, siempre contesta lo mismo: ‘Lo que queráis’

Andares: Aparentemente normal. Es de los que entre pasear o sentarse elegirá siempre lo segundo. Además hay que verlo cruzar un semáforo cuando va a ponerse rojo, a saltitos como los canguros

Bolsillos: Le encanta llevar la bolsa común. Tiene la sensación de que tiene el poder del grupo, sobre todo cuando en los desayunos anuncia con retintín ‘Estamos a cero. Hay que soltar tela’. De lo suyo dice que se preocupa menos que antes, pues ya queda menos tiempo para gastarlo.


Comida: Este viaje va a ser su prueba de fuego. Cada vez se acuerda más de las vacas del caserío que rumiaban tanto porque tragaban la hierba sin masticar. Últimamente se ha aficionado a lo blandito (espárragos, pescaítos, hamburguesas) y, sobre todo, a los postres (bizcochos, helados, sorbetes, natillas,…)

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