Semana del 21 al 27 de febrero del 2016
Esta semana no ha podido ser. La panda no se ha reunido y, por tanto,
no se han producido comentarios irónicos ni de ningún otro tipo sobre pactos
para nada, brindis al sol u otras actuaciones de cara al público en general. Aunque hay quien asegura que las firmas y los
apretones de mano para la galería tienen una finalidad concreta: transformar lo
que se decía antes, ‘’¡Y tú más!’’, por esa otra coletilla que repiten hasta la
saciedad, ‘’¡La puerta está abierta para todos y hay de aquel que no entre!’’ .
Y por lo bajinis ya murmuran lo que se oirá dentro de nada: ‘’¡Se ha demostrado
que no queréis un gobierno de cambio!, ‘’¡Fachas!’’, ‘’¡Populistas!’’, ‘’¡Lo
único que queréis es un sillón!’’, ‘’¡Y a España, que la zurzan!’’,…
Por su parte, el Pirulo y la Tatiqui se han instalado en las chimeneas de aireación de las urbanizaciones de Nueva Alcántara, y se han entretenido en observar el ‘’trabajillo’’ que se han buscado una pareja de septuagenarios, con bien pasados los setenta: sanear las raíces de un ficus que habían plantado en un macetón hace más de diez años.
ESTE TIPO DE INCIDENTES NO IMPIDE QUE EL NARANJO FLOREZCA
La fase inicial se la habían perdido pero, según se lo habían contado
algunos congéneres, era muy fácil de resumir. Después de intentar, de mil
maneras distintas, despegar las raíces del ficus de las paredes del macetón en
que estaba instalado, trataron de provocar esa separación mediante la
introducción parcial de una barra-palanca, de casi un metro de longitud y un
par de kilos (o más) de peso, entre el mazacote de raíces y el citado macetón.
¡Y vaya si lo lograron! ¡Se cargaron la maceta vitrificada (unos 60 €)
a la primera de cambio!
Después de hacerse con la propiedad de otro tiesto de gran tamaño más
baratillo, pero pagando ¡claro!,
iniciaron de nuevo el saneamiento radicular con un proceso más meditado
y elaborado.
Con grandes esfuerzos lograron meter el mazacote en su receptáculo,
levantándolo a pulso, y comprobaron que sobresalía demasiado de su borde, por
lo que decidieron cortar por lo sano, y nunca mejor dicho.
Volvieron a extraer el ficus del tiesto, lo tumbaron en el suelo, y se
quedaron mirándolo desde todos los ángulos tratando de resolver el problema que
se les presentaba. Aunque si hay que ser sinceros, lo de quedarse estáticos y
con la mirada perdida fue para poder recuperar la respiración normal, que se
había transformado en un jadeo, y rebajar rápidamente el número de pulsaciones
por minuto.
Al ver aquella maraña de raíces y raicillas entrelazadas entre sí
formando una masa prácticamente impenetrable, lo primero que les vino a la
imaginación fueron las redes clientelares de algunos partidos políticos.
Entramado que no puede clarificarse de ninguna de las maneras, que no se sabe
ni donde empiezan ni donde acaban, y en el que chupan todos, unos más y otros
menos, unos mejor enraizados y comunicados y otros que pierden fuerza y
capacidad de succión, y que van esclerotizándose en las zonas externas,
transformándose en una capa rígida que impide toda penetración desde el
exterior. Y esto, además, permite que las raíces interiores estén protegidas y
sigan chupando.
Al final, una vez descansados, se dejaron de elucubraciones y
decidieron que su camino era actuar de forma expeditiva. Cogieron la sierra y…¡
a trabajar!
Después de una especie de maratón de relevos lograron reducir a la
mitad el tamaño de lo que se ha denominado anteriormente como mazacote y,
adivinándose mutuamente el pensamiento, se dijeron que ya estaba bien de dar al
serrucho.
Además, reforzaron el juicio
que habían hecho diciéndose que si con una depuración radicular como a la que
habían sometido al ficus no tenía como consecuencia que éste feneciese, eso
quería decir que iba a durar más que ellos, así que pensaron y dedujeron que,
en cuanto estuviese totalmente recuperado y con brotes nuevos, se iban a
inyectar en vena un poco de la savia pegajosa que recorría su interior por si
podía favorecer el aumento de esperanza de vida.
Descansaron un rato, se bebieron un par de litros de agua para reponer
el líquido perdido por el ejercicio, y acabaron por adecentar la terraza que
había quedado en un estado tan lamentable como esos espacios que reservan los
ayuntamientos para el botellón de la gente joven.
Nota final.-La pareja de
referencia aun están recuperándose del estrés muscular al que sometieron a sus
brazos. Pasadas 48 horas, los músculos de los mismos seguían teniendo
contracciones y extensiones sin previo aviso, provocándoles movimientos bruscos
incontrolados, por lo que tenían que mantenerse a una distancia prudencial para
evitar bofetadas imprevistas.
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