domingo, 28 de febrero de 2016

Semana del 21 al 27 de febrero del 2016

Esta semana no ha podido ser. La panda no se ha reunido y, por tanto, no se han producido comentarios irónicos ni de ningún otro tipo sobre pactos para nada, brindis al sol u otras actuaciones de cara al público en general.  Aunque hay quien asegura que las firmas y los apretones de mano para la galería tienen una finalidad concreta: transformar lo que se decía antes, ‘’¡Y tú más!’’, por esa otra coletilla que repiten hasta la saciedad, ‘’¡La puerta está abierta para todos y hay de aquel que no entre!’’ . Y por lo bajinis ya murmuran lo que se oirá dentro de nada: ‘’¡Se ha demostrado que no queréis un gobierno de cambio!, ‘’¡Fachas!’’, ‘’¡Populistas!’’, ‘’¡Lo único que queréis es un sillón!’’, ‘’¡Y a España, que la zurzan!’’,…

Por su parte, el Pirulo y la Tatiqui se han instalado en las chimeneas de aireación de las urbanizaciones de Nueva Alcántara, y se han entretenido en observar el ‘’trabajillo’’ que se han buscado una pareja de septuagenarios, con bien pasados los setenta: sanear las raíces de un ficus que habían plantado en un macetón hace más de diez años.



ESTE TIPO DE INCIDENTES NO IMPIDE QUE EL NARANJO FLOREZCA

La fase inicial se la habían perdido pero, según se lo habían contado algunos congéneres, era muy fácil de resumir. Después de intentar, de mil maneras distintas, despegar las raíces del ficus de las paredes del macetón en que estaba instalado, trataron de provocar esa separación mediante la introducción parcial de una barra-palanca, de casi un metro de longitud y un par de kilos (o más) de peso, entre el mazacote de raíces y el citado macetón.



¡Y vaya si lo lograron! ¡Se cargaron la maceta vitrificada (unos 60 €) a la primera de cambio!

Después de hacerse con la propiedad de otro tiesto de gran tamaño más baratillo, pero pagando ¡claro!,  iniciaron de nuevo el saneamiento radicular con un proceso más meditado y elaborado.

Con grandes esfuerzos lograron meter el mazacote en su receptáculo, levantándolo a pulso, y comprobaron que sobresalía demasiado de su borde, por lo que decidieron cortar por lo sano, y nunca mejor dicho.









Volvieron a extraer el ficus del tiesto, lo tumbaron en el suelo, y se quedaron mirándolo desde todos los ángulos tratando de resolver el problema que se les presentaba. Aunque si hay que ser sinceros, lo de quedarse estáticos y con la mirada perdida fue para poder recuperar la respiración normal, que se había transformado en un jadeo, y rebajar rápidamente el número de pulsaciones por minuto.



Al ver aquella maraña de raíces y raicillas entrelazadas entre sí formando una masa prácticamente impenetrable, lo primero que les vino a la imaginación fueron las redes clientelares de algunos partidos políticos. Entramado que no puede clarificarse de ninguna de las maneras, que no se sabe ni donde empiezan ni donde acaban, y en el que chupan todos, unos más y otros menos, unos mejor enraizados y comunicados y otros que pierden fuerza y capacidad de succión, y que van esclerotizándose en las zonas externas, transformándose en una capa rígida que impide toda penetración desde el exterior. Y esto, además, permite que las raíces interiores estén protegidas y sigan chupando.

Al final, una vez descansados, se dejaron de elucubraciones y decidieron que su camino era actuar de forma expeditiva. Cogieron la sierra y…¡ a trabajar!







Después de una especie de maratón de relevos lograron reducir a la mitad el tamaño de lo que se ha denominado anteriormente como mazacote y, adivinándose mutuamente el pensamiento, se dijeron que ya estaba bien de dar al serrucho.



 Además, reforzaron el juicio que habían hecho diciéndose que si con una depuración radicular como a la que habían sometido al ficus no tenía como consecuencia que éste feneciese, eso quería decir que iba a durar más que ellos, así que pensaron y dedujeron que, en cuanto estuviese totalmente recuperado y con brotes nuevos, se iban a inyectar en vena un poco de la savia pegajosa que recorría su interior por si podía favorecer el aumento de esperanza de vida.






Descansaron un rato, se bebieron un par de litros de agua para reponer el líquido perdido por el ejercicio, y acabaron por adecentar la terraza que había quedado en un estado tan lamentable como esos espacios que reservan los ayuntamientos para el botellón de la gente joven.




Nota final.-La pareja de referencia aun están recuperándose del estrés muscular al que sometieron a sus brazos. Pasadas 48 horas, los músculos de los mismos seguían teniendo contracciones y extensiones sin previo aviso, provocándoles movimientos bruscos incontrolados, por lo que tenían que mantenerse a una distancia prudencial para evitar bofetadas imprevistas.

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