domingo, 28 de junio de 2015

Semana del  21 al 27 de junio

Continuamos con el viaje de de la Chuli, el Bigotes y el Tirantes, los hermanos, que como ya se sabe estaban acompañados por la Bronquios.

Martes 9 de junio del 2015

El desayuno de la mayoría, normal dentro de lo que cabe, Pues los huevos plancha rebotaban en el plato y la yema parecía que la habían estado calentando desde la noche anterior. En cambio, la Chuli se había levantado media hora antes y había tenido tiempo de camelar al camarero de tal manera que éste había acabado preparándole un chocolate de los de ‘’toma pan y moja’’.

Fueron paseando hasta el parking para coger el coche pues habían decidido ir a Córdoba, y y allí,  el astuto del Bigotes encontró una caja automática de esas que solo admiten billetes y con la condición de que no sean de más de 10 euros. E inocentemente sacó un billete de 50 y otro de 20, y volviéndolos a  meterlos en la cartera y a ésta en el bolsillo, convenció a sus acompañantes a que quitaran las telarañas de sus billeteros y a que le proporcionaran un par de billetes de 10. Solo apareció uno, pero entre ese y la colaboración de todos se logró validar el pago del ticket y pudieron salir, ya acomodados, del aparcamiento.

Lo malo fue que a la salida y en la primera bifurcación que encontraron, el Bigotes, que es el que conducía, y siguiendo su inveterada costumbre de equivocarse de opción cuando solo se le presentan dos, tomó la de la izquierda. Y como casi siempre que eliges la izquierda te equivocas, les hizo tragarse a sus acompañantes un tour ‘Turístico-industrial’ atravesando sucesivamente barriadas dormitorio, polígonos de desarrollo, polígonos industriales, parques tecnológicos,…, hasta que, ¡por fin!, se incorporaron a la autovía E-5.

El desliz de la salida de Sevilla lo compensaron con una acertada entrada en Córdoba: directos a un parking situado a la vera de una de las entradas a la judería, la presidida por el ínclito filósofo y médico andalusí Averroes. Dieron un paseíllo en Z por callejuelas en las que había que evitar a grupos de turistas que, a veces, las taponaban, y se encontraron casi sin darse cuenta en las puertas de la Mezquita. Lo de ‘’casi sin darse cuenta’’ solo puede asignarse a los varones, pues la Chuli y la Bronquios aprovecharon el trayecto para observar y valorar cada una de las tiendas por las que pasaban con el fin, según confesaron, de decidir cuál era la más adecuada para comprar las ‘’chucherías’’ que pensaban adquirir antes de volver a Sevilla.

Entraron al Patio de los Naranjos y, una vez realizadas las indagaciones oportunas, pagaron las correspondientes entradas a la Mezquita-Catedral. Pero lo hicieron sin poder disfrutar de la rebaja que la Junta tiene prevista para los residentes mayores de 65 años, pues por mucho que buscaron , no encontraron la tarjeta correspondiente entre las muchas que llevaban (Visa de crédito, de débito, American Express, Corte Inglés, Meliá Gold,  Muface, Asisa, Seguridad Social, …). Hasta lo intentaron con el DNI en el que figuran los datos esenciales, a saber, año de nacimiento y lugar de residencia, pero…¡ni caso! ¡La tarjetita verde de la Junta o nada de nada!


Al acceder al interior de la Mezquita y comprobar ‘’in situ’’ su extensión y, en consecuencia, los paseos que había que dar a lo largo y a lo ancho, a la Bronquios casi le dio un ahogo con solo pensarlo, peso se le pasó ‘’ipso facto’’ (¡y dale con los latinajos!) en cuanto vio a su izquierda un par de sillas de ruedas aparcadas junto al muro. Como, según les dijeron, no había que presentar la tarjetita verde de la Junta, ni certificado médico de minusvalía, ni ningún otro documento, sino simplemente apropiarse de una de ellas y dejar la que se usase a la salida, la Bronquios, animada, sonriente, y…¡sentadita!, incitó al resto a iniciar el recorrido: Columna del prisionero cristiano que pasó sus días de cautiverio gravando en la columna en la que estaba aherrojado una cruz con las uñas, sillería del coro, lámpara de plata, retablo y, al final, el mihrab. Y entre las columnas que había, los visitantes, los grupos de árabes a los que delataba su vestimenta, y algún que otro cristiano que se acercaba a rezar al altar mayor, aquello se parecía más, en cuanto a circulación y movimiento de la gente, al recinto de la Feria de Abril en Sevilla que a una iglesia. Menos mal que el Bigotes actuó como un conductor avezado, y que una silla de ruedas se domina casi mejor, ‘’mutatis mutandis’’ (¡y dále!), que un vehículo motorizado.


RETABLO Y LAMPARA DE PLATA


SILLERÍA


SILLITA


MIHRAB


CÚPULA DEL MIHRAB



Salieron de nuevo al Patio de los Naranjos, una vez abandonada la silla de ruedas en el lugar adecuado, lo cruzaron, y se fueron por donde habían venido. Atravesaron la calle y accedieron rápidamente al bar más próximo para tomar una caña y, de paso, llevar a cabo la tan deseada ‘’mutatio aquam tabuci’’ o, lo que es lo mismo, cambiar el agua al canario.


MUTATIO AQUAM TABUCI

Como era pronto para que nuestros turistas comieran (los guiris ya estaban degustando su lunch de las twelve), decidieron darse un paseo en calesa. La primera de la fila que había a la vera de la Mezquita estaba descubierta, y al decir al calesero que preferían la segunda que iba provista de un toldillo, los detuvo diciendo que eso no era ningún problema. Y en un abrir y cerrar de ojos sacó, no sé de dónde, unos palitroques, los encajó a los cuatro lados de la calesa, sujetó, no sé cómo, una loneta encima, y se los llevó a hacer el recorrido típico por los  alrededores de la Mezquita. Y la Bronquios haciendo fotos a todo lo que se le ponía por delante y por los lados: patios andaluces, monumento a Manolete, a la regadora de patios, a las ruinas romanas o lo que fuese,…Y a pesar del traqueteo de la calesa por culpa del empedrado, no le salió movida ni una de las fotos.




PATIO ANDALUZ


MANOLETE


REGADORA DE PATIOS


RUINAS ROMANAS

Una vez pagado el servicio se fueron al Don Pepe, comieron divinamente (la Chuli con vino), y alguno de los comensales perdió la respiración cuando, queriendo poner en práctica el ya mencionado ‘’mutatio aquam tabuci’’, tuvo que subir dos tramos de escalera de más de 10 escalones cada uno. Una vez recuperada la respiración normal, iniciaron el camino de vuelta al parking para coger el coche y volver a Sevilla. Se detuvieron en alguna de las tiendas previstas por la mañana, y el Tirantes y el Bigotes, que esperaban fuera, hicieron de guías improvisados para unos guiris que buscaban la Mezquita y que, con las indicaciones que les dieron en spanglish, aun deben estar dando vueltas por Córdoba. 

Reiniciaron la Z que habían hecho por la mañana pero debido, tal vez, a que prolongaron demasiado la línea transversal de la Z, acabaron al comienzo de una empinada callejuela que a la Bronquios, al verla, le produjo un no sé qué que le obligó a sentarse en el saliente de un dintel de una puerta, y a pedir a los demás que confirmasen que el final de la calle que se percibía desde allí daba a una puerta de salida del recinto amurallado. Una vez confirmada la existencia de una salida, siguieron andando pausadamente, atravesaron la muralla y…¡decepción!   ¡Estaban a más de medio kilómetro de la puerta de Averroes y del parking! La Bronquios, muy tranquila debido a que la salida de marras estaba justamente junto al edificio del hospital de la Cruz Roja, informó al resto que a ella no la movía de allí ni la policía municipal, así que el Bigotes y el Tirantes bajaron hasta el parking, subieron con el coche, e iniciaron el camino de vuelta a Sevilla.


Y esta vez encontraron a la primera y por el camino más corto el enlace con la autovía. Lo malo es que un cartel que ponía ‘’Acceso cerrado por obras’’ les impidió el paso, y tuvieron que seguir las sucesivas indicaciones, a izquierda, a derecha, de frente,…, a través del polígono industrial cordobés hasta poder incorporarse a la E-5. Llegaron a Sevilla, dieron un par de vueltas de más, y cuando el optimista del Bigotes empezaba a murmurar diciendo que iban a tener que ir hasta Huelva a dar la vuelta, se toparon de narices con la entrada del parking Roma. Aparcaron a la primera junto a la salida que disponía de ascenso para salir al nivel de calle, y se encontraron de cara a la Puerta de Jerez. Para celebrarlo se fueron a tomar un helado y el Bigotes aplicó el truco del almendruco: pedir el helado el penúltimo, desaparecer, y dejar al Tirantes que pidiese el suyo y no tuviese más remedio que pagarlos, pues los demás ya estaban sentados cómodamente a cierta distancia.


Volvieron al hotel y se pusieron a remojo hasta la hora de subir al bar de la azotea. Una vez allí, pidieron cuatro mojitos, discutieron sobre los problemas de financiación y fidelización de Eroski y de cómo aprovecharse de ellos, y…¡a descansar!



LA BRONQUIOS


EL BIGOTES


LA CHULI


EL TIRANTES




LOS MOJJITOS



domingo, 21 de junio de 2015

Semana del  14 al 20 de junio

Continuamos con el viaje de de la Chuli, el Bigotes y el Tirantes, los hermanos, que como ya se sabe estaban acompañados por la Bronquios.

Lunes 8 de junio del 2015 (Tarde-noche)


Lo del descanso de después de comer tuvo su miga. Nada más entrar en la habitación, el Bigotes encendió la TV, pues desde su jubilación era incapaz de sestear sin oír la voz de un locutor/a de telediario arrullándolo con su voz monótona y cansina. Lo malo es que de vez en cuando se despierta sobresaltado cuando oye alguna palabra con las sílabas cambiadas de orden o mal empleada, y se pone a discutir con la pantalla sin que nadie le de permiso. Pero en esta ocasión la cosa se complicó. Solo salían cadenas inglesas, alemanas, francesas y hasta japonesas, debido, tal vez, a que la mayoría de usuarios del hotel eran turistas extranjeros. Menos mal que el Bigotes, cuando se empeña, consigue lo que quiere y, ¡al fin!, al llegar al canal 101 más o menos, apareció la TV 1. Lo malo fue que, por un lado, estaban ya emitiendo Acacias 38 y, por otro, se había pasado el tiempo de descanso. Por todo lo cual, él y la Bronquios decidieron bajar al hall del hotel para iniciar las actividades de la tarde.



Estaban todos tan rejuvenecidos por el reposo que decidieron dar una vuelta por Sevilla sin rumbo fijo. Al pasar por delante de una farmacia aprovecharon la ocasión para reponer una de las múltiples medicinas, unas necesarias y otras no tanto, que médicos especialistas y de cabecera se empeñan en recetar a toda persona mayor de 75 años que atraviesa el dintel de su consulta, tal vez en respuesta al dicho de que ‘’A partir de una edad todo son achaques’’ y a otro mucho más utilizado como es el de ‘’Más vale prevenir que curar’’. Y allí nos enteramos de otra característica del funcionamiento de la sanidad en esta autonomía, al ver que el envase de la medicación solicitada era distinto al que expedían en la provincia limítrofe. Según nos explicaron, aquí, en Andalucía, cada provincia determina quién le suministra los medicamentos por lo que, aunque el principio activo sea el mismo, los envases son distintos. ‘’Y eso, ¿es más barato o más caro?’’, preguntaron. A lo que la farmacéutica se limitó a sonreír y encogerse de hombros.

Al salir de la farmacia, e impulsados por las reminiscencias de su niñez y el recuerdo del ‘’topo’’ que pasaba por la calle Prim bamboleándose de un lado al otro de la vía, se dirigieron a la parada más cercana de un tranvía que pasó delante de sus narices y que era el único vehículo sin tracción animal que podía circular por la zona. 


Sin encomendarse a Dios ni al diablo se subieron al primer tranvía que se detuvo sin fijarse siquiera en hacia dónde se dirigía, lo que costaba el billete,…Por eso, se quedaron asombrados de lo diáfanos que eran en su interior y, sobre todo, en que no se veía por ningún lado al típico cobrador con gorra y cartera lateral colgada al hombro. Cuando miraron a su alrededor vieron que la gente que había subido al mismo tiempo que ellos llevaba en la mano algo semejante al DNI o a una de las múltiples tarjetas  que ahora lleva cualquier ciudadano que se precie, y la pasaban por delante de una pequeña caja metálica adosada a una de las barras verticales que, a su vez, contestaba con un ‘’¡Piú!¡Piú!’’. 



Lo primero que pensó el Bigotes fue que lo que había que pasar por delante de la cajita el DNI, y eso porque está convencido de que Hacienda, con algún truco informático, nos controla todo a través del chip que lleva incorporado el susodicho documento, para así poder descubrir a defraudadores camuflados en probos ciudadanos que utilizan los transportes públicos en sus movimientos rutinarios. 

Cuando el Bigotes fue a abrir la boca para explicar sus teorías, ocurrieron dos cosas que se lo impidieron. Primera, y principal, que la Bronquios le dijo que cerraras el pico y no empezara con sus chorradas. Segunda, que una chica muy amable les dijo que los billetes había que comprarlos antes de subir al tranvía. Y añadió, sonriendo, que teníamos suerte pues no había visto al inspector rondar por allí.

 Total que, en cuanto un pasajero abrió las puertas en la siguiente parada (ellos no tenían ni idea de cómo se abrían), bajaron escopeteados del tranvía, riéndose como críos después de una travesura.

Pero como estaban empeñados en hacer un recorrido por Sevilla en ese medio de locomoción, el Bigotes se acercó a unas dependencias municipales cercanas con la idea de preguntar dónde se podían los bonos para el tranvía, y con la suerte de que allí mismo se los podían proporcionar. La señorita que le atendió, le dijo muy amablemente que el precio de la tarjetita de 10 viajes era de 9 euros y, al ver el parpadeo de asombro del Bigotes, le explicó rápidamente que 7,50 euros eran los 10 viajes y 1,50 euros la tarjeta en sí. Ante lo cual, el Bigotes empezó a cavilar sobre si la tarjetita de marras incorporaba una tarjeta Visa con crédito de alguna cantidad a cargo del ayuntamiento, tipo tarjeta ‘black’, o era simplemente una recaudación para un fondo que permitiese en el futuro un ERE tranviario. Pero en vez de formular la serie de preguntas capciosas que se le estaban ocurriendo, prefirió exagerar la cara de asombro, ante la cual, la señorita le informó, con una sonrisa de oreja a oreja, que los 1,50 euros se le devolverían a la entrega del bono una vez usado, si es que no decidía recargarlo.

Al salir con el bono en la mano y sin tiempo para explicar sus gestiones, pues llegaba un tranvía a la parada, subieron por la primera puesta que encontraron abierta, y disfrutaron del tan ansiado paseo. Y además con la conciencia tranquila después de oír los pitidos que dio la cajita misteriosa después de cada asada de la dichosa tarjetita. Aunque más que un paseo fue un paseíllo, pues al cabo de dos o tres paradas, les hicieron bajar por haber llegado al final del trayecto, en la Plaza Nueva. Para compensar el repetido y violento ejercicio de subir y bajar al tranvía, tomaron un refrigerio y regresaron tranquilamente al hotel, dando por concluida la excursión vespertina, y donde se decidió, por unanimidad, curiosear el bar que tenía instalado el hotel en la azotea.


UNA DE LAS PUERTAS DE LA CATEDRAL

Y merecía la pena, aunque fuera solo por las vistas que se disfrutaban desde él: desde la cúpula de la catedral, con la Giralda haciendo guardia, hasta un edificio altísimo, al estilo de las torres de la City londinense, que se vislumbraba a lo lejos. Cuando preguntamos al camarero por ella, nos contó que era la torre de Cajasol y que había sido objeto de controversia entre la ciudadanía de Sevilla, ya que unos defendían que superase en altura a la Giralda y otros que, estando donde estaba (creo que en la isla de La Cartuja), podía tener las plantas que quisiera.

A pesar de la edad, de los consejos médicos y televisivos, y del colesterol, en esta terraza se inició la costumbre de ingerir alcohol (esta vez un Martini bien cargado de ginebra y un coctel de cava entre otros) como sustitutivo de la cena, apoyados en el famoso refrán de que ‘De copiosas cenas están las tumbas llenas’, por otro lado, animados por el hecho de que las habitaciones estaban próximas, lo que impedía que se notase excesivamente los posibles efectos del alcohol ingerido. Además fueron los momentos de planificar la jornada posterior, de contar chascarrillos recientes, y de rememorar batallitas casi olvidadas.

Y de ahí, a descansar, aunque al Bigotes y a la Bronquios les costó algo más de tiempo, pues el primero de ellos se empeñó en abrir la habitación con el bono del tranvía y, ni daba el pitidito, ni se ponía en verde la cerradura de la habitación






domingo, 14 de junio de 2015

Semana del  7 al 13 de junio

Esta semana, y las que sean necesarias, se dedicarán al relato de la convivencia que se han organizado tres hermanos (dos y una, porque el cuarto ha rehusado asistir) en Sevilla y alrededores, con la agravante del riesgo que supone sumar entre tres personas 229 años y, si contamos a la acompañante de uno de ellos, la cifra se dispara hasta los 305 años. Y para identificarlos los bautizaremos con los nombres de la Chuli, el Bigotes y el Tirantes, los hermanos, y a la acompañante la conoceremos como la Bronquios.

Lunes 8 de junio del 2015

 La Bronquios y el Bigotes (casi, casi la BBC del Real Madrid) partieron, animados y en coche, desde San Pedro, esperanzados en no hacerse un lío al entrar en Sevilla intentando llegar al hotel.  Pero la esperanza nunca se pierde, solo se desvanece o se esfuma a la menor contrariedad. Y así fue. Tomaron la salida incorrecta de la S-30, S-40 o la que fuese, y acabaron a la vera del Benito Villamarín (¡arza er Beti!) 

Deduciendo racionalmente que lo tenían que hacer era dirigirse hacia el oeste, tomaron la primera avenida que encontraron en esa dirección, y pasaron por primera vez por delante del pabellón de Brasil de la Expo que se celebró en Sevilla allá por el año 1929. Y se especifica que fue ‘’la primera vez’’ porque a lo largo de la semana le saludaron infinidad de veces, llegando a la conclusión de que el citado pabellón era más reconocible en Sevilla que la Giralda o la Torre del Oro. Cuando por fin divisaron éstas últimas, la expresión del rostro se les iluminó pues sabían que estaban cerca de su hotel de destino.

¡Qué ilusión! ¡No sabían nada de la cantidad de calles que había peatonalizado el Ayuntamiento de Sevilla! Porque a partir de ese momento empezó una aventura que parecía no tener fin, y cuyos momentos álgidos fueron los que provocaron las acciones siguientes:

- detener el coche en una parada de taxis y abrir las dos ventanillas para preguntar por un aparcamiento cercano, previo acuerdo ‘dialogado’ para decidir quién hacía la pregunta.

- circular por callejuelas en Z, en las que los peatones tienen que subirse a los enrejados de las ventanas de los bajos de las casas para dejar pasar el coche. Y todo ello, para acabar entrando en un parking con plazas en las que cabe justo, justo, un coche de niño si antes has tenido la precaución de cogerlo en brazos.

- salir por donde se ha entrado y buscar otra parada de taxis para acordar con uno de ellos que vaya por delante hasta el aparcamiento más cercano al hotel.

- aparcar  por fin tranquilamente y quedar con el taxista para trasladar personas y equipajes al punto más cercano al hotel.

-Bajar del taxi en el punto a partir del cual está prohibida la circulación de todo, menos de los coches de caballos, y atravesar la plaza de la Catedral arrastrando las maletas entre caballos y coches de ídem, y rechazando ofertas de todo tipo, hasta llegar a las puertas del ansiado y denostado hotel a partes iguales.



  Consecuencia: la Bronquios y el Bigotes se encierran en su habitación para recuperar el resuello.

Y la reunión familiar empezó al cabo de una hora de la mejor forma posible: con una comida en torno a una mesa en  El Rinconcillo que, según las guías, es la tasca  más antigua de Sevilla. Y allí se fueron en taxi por callejuelas tan estrechas que, en algunos tramos, aparecía una señal de circulación inédita para los foráneos que decía ‘’Preferencia peatones’’. 






EN EL RINCONCILLO


Una vez aposentados y mientras saboreaban lo que les ponían por delante, la Chuli, que dejó bien claro que para ella el vino en las comidas era indispensable e insustituible, puso al día a sus acompañantes sobre la situación de los distintos miembros de la familia madrileña por línea materna, haciendo hincapié en la edad que tenían, ya que todos estaban cerca o pasaban de los 90 años. Los tres hermanos estuvieron de acuerdo en que la genética preponderante que poseía cada uno era la materna, adjudicándose, en consecuencia, 10 o 15 años más y, por lo tanto, la posibilidad de celebrar este tipo de reuniones unas cuantas veces más.

A la vuelta, y a las puertas del hotel, tomaron un café o sucedáneo en El Giraldillo, ocasión que aprovechó el Tirantes para iniciar lo que podía ser una serie titulada ‘’Batallitas del abuelo’’, con ingredientes mucho más sabrosos que la famosa de ‘’Cuéntame cómo pasó’’. 


EN LA PLAZA DE LA CATEDRAL


EL TIRANTES ENSEÑANDO EL SOBAQUILLO





EN LA PLAZA




EN EL GIRALDILLO



Más o menos se desarrolló de la manera que se expresa a continuación

(el Tirantes)

El traqueteo a que me ha sometido el taxi al volver de El Rinconcillo por culpa del empedrado de las calles y de los bordillos que nos hemos comido en las curvas, me ha recordado lo mal que lo pasé en un desfile en el que participé cuando hacía las prácticas de alférez de complemento (no indicó el número de años que habían pasado desde entonces). Y eso, ‘’gracias’’ a que tenía que ir en el jeep del oficial superior al mando. Para empezar, en la víspera, me llamaron del cuartel para notificarme que debía desfilar al día siguiente, y cuando contesté que no tenía ni el traje de gala ni el resto de ‘’arreos’’ que eran necesarios para tan alta ocasión, me dijeron que eso era  solo una excusa pues me proporcionarían todos los elementos indispensables de los que no dispusiese.

Cuando llegué al cuartel al día siguiente tenían ya preparados un casco y unas botas de caña para complementar lo que yo llevaba puesto. Lo malo del caso fue que el casco era de acero y de 10 tallas mayor que mi cabeza, por lo que entre lo que pesaba y la talla, la parte delantera me cubría casi completamente los ojos. Además, no podía girar la cabeza con brusquedad ya que, si lo hacía y por el principio de inercia, el casco no seguía el giro de la cabeza y mi nariz tropezaba con el lateral del mismo. Y de las botas de caña, mejor no hablar. Era del número 50 como mínimo, y cuando intenté dar el primer paso, lo único que logré fue trasladar los pies en el interior de la bota desde el talón hasta la puntera. ¡Menos mal que iba a ir sentado en el jeep y no tenía ni que ponerme de pie! ¡Iba a tener un desfile tranquilo y en sitio preferente!

Nada más lejos de la realidad. En los primeros 100 metros de recorrido me di cuenta de que el casco bailaba, se tambaleaba, me daba golpes en la base del cuello, en los huesos parietales, y hasta en el frontal cuando el jeep frenaba. Y lo peor era que, cuando esto último ocurría, no podía contar con los pies para equilibrarme, ya que estos se deslizaban suavemente dentro de las botas hasta que el dedo gordo tropezaba con la puntera.

(La Chuli? El Bigotes?)

¿Es que según los criterios militares lo tenías todo de tamaño pequeño?

(El Tirantes)

Todo, todo no lo sé. Pero por lo menos he tenido seis hijos


Y después de esto se fueron todos al hotel a descansar.


EL BIGOTES Y EL TIRANTES ANTES DE IR A LA MILI

sábado, 13 de junio de 2015

Semana del  31 de mayo al 6 de junio

Semana imposible para escribir. Tuvimos que volar de un sitio a otro requeridas por los tripartitos y cuatripartitos para asesorarles y ayudarles a llegar a un acuerdo  en la elección de alcaldes.


Y aseguro a todos los que lean esto, que es mucho más relajante el ver flores y plantas aunque sea en fotos. Todas ellas de primeros de junio


ALBAHACA MORADA


HOTENSIA


MARGARITAS


PETUNIAS


CHILES



PLANTA DE LA FLOR DE CERA



FLOR DE CERA


FLOR DE CERA CON OKUPA



lunes, 1 de junio de 2015

Semana del 24 al 30 de mayo

La reunión de este fin de semana ha sido un tanto especial. Cuando al fin llegaron todas sin emitir siquiera un graznido de saludo, nos juntamos cabizbajas y en silencio, tal vez afectadas o contagiadas por los humanos que deambulaban por las calles sin decir palabra y, suponemos, haciendo cábalas en su interior sobre los pactos que podían surgir después de las elecciones. Solo se oían las voces que salían de los televisores en los que, a una hora sí y a otra también, aparecían tertulianos, periodistas, politólogos y personajes de parecida ralea, que no hacían más que predecir desgracias, en unos casos, o cambios drásticos pero ventajosos para los que no perteneciesen a la casta. Y como dice el refrán, ‘’a casta muerta, casta puesta’’. Los más veteranos del lugar y de entre los jubilados, comentaban que la gente se iba a enterar de lo que vale un peine. Que en unas elecciones más vale elegir y mantener en sus sillones a los que ya tienen los bolsillos llenos, que sentar a otros que llegan con los bolsillos vacíos.

A los únicos que parece que no les ha afectado los resultados del 24-M ha sido a los romeros del Rocío. Se pasaron el lunes dormitando en la grupa del caballo o en los pescantes e interiores de las carretas, pues tanto las caballerías como los tiros de éstas últimas se sabían de memoria el camino de vuelta, y ni hacían caso a las órdenes erróneas que les daban sus guías, sumidos en una duermevela dulce y llena de recuerdos agradables.

Menos mal que la Txuri-Txori venía más animada, y no pudo aguantar mucho tiempo callada y, sin preocuparse del estado depresivo del resto, nos espabiló con sus eusko-graznidos.

- En ‘’Bilbado’’ ni gabarra, ni trainera, ni chalupa. Van a tenerse que llevar las piraguas de lona de la Concha para subir el Nervión gritando algo así como. ‘¡No tenemos Copa, pero sí chuletones!’. En venganza, y como uno de los suyos va a ser alcalde de Donostia, van a obligar a los de la Real a salir a Anoeta con calzones a rayas rojas y blancas. Y vosotros Borni, ¿qué tal? ¡Que se os ha ‘’colau’’ más de una! Menos mal que lo habéis compensado con la Copa.

-¡No tengas mal fario, Txuri-Txori! ¡Que en todas partes cuecen habas!, contestó  el aludido. Que hasta en Cádiz van a tener un alcalde que se llama el Kuchi, el Kichi, o…¡algo así!. Y ahora nos vamos a enterar de que Podemos es podemos pero con J.

- ¡Borni! ¿Qué es eso de podemos con J?, preguntó inocentemente la Surfi. ¿Es que se han vuelto aragoneses de pro y van a impulsar y defender que se presente una jota en el próximo concurso de Eurovisión?

- ¡Surfi! ¡Espabila! Que cuando se dice eso es para que cambies la P inicial por una J, ¿entiendes?  J por P, J por P, le aclaró el Borni.

La carcajada fue general, y cuando ‘amainó’ el alboroto, intervino el Pisha diciendo:

- Nosotros estamos tranquilos, porque si el que decís sale de alcalde lo que tenemos seguro son las chirigotas del Carnaval de Cái, pues creo que pertenece a una de las comparsas, y es de los que se dedican a inventarse las letrillas de lo que se canta. Y menos mal que ya se ha izado la última dovela del nuevo puente de Cádiz que si no…

- Que si no…¿qué?, le preguntó el Pirulo.

- ¡Yo que sé!, le contestó el Pisha, pero con las ideas tan peregrinas que tiene la gente, igual afirma que es un gasto superfluo, y que lo mejor es dejarlo como está y utilizarlo para promocionar el turismo de ‘puenting’. Y si por otro lado se subvenciona a los autónomos para que se asocien, compren una chalupa de remos, y se dediquen a trasladar gente de un lado a otro de la bahía, pues,…¡menos parados y más empleo! ¡Eso sí! Traslados gratis para familias numerosas, personas en peligro de exclusión del tipo que sea, y cualquier otro tipo de gente con el certificado municipal correspondiente.

- ¡No sigáis por ese camino, que la enredáis más que los políticos en post-campaña!, le interrumpió la Tatiqui. Lo que tenéis que hacer es analizar seriamente las promesas reales de algunos alcaldables. Os voy a poner algún ejemplo. Aquí en San Pedro, se construyó un instituto cerca del cementerio con la agravante de que primero fue el cementerio y luego el instituto. Como es natural cuando un núcleo de población empieza a formarse, lo primero que se hace, o casi, es decidir dónde se pone el camposanto, pues la gente tiene la mala costumbre de empezar a morirse en cualquier momento. Bien, pues ahora quieren modernizar el cementerio con un crematorio, y aunque los muertos no molestan a los estudiantes, el crematorio sí. Promesa al canto de un posible alcalde: el crematorio se construirá en otro sitio. Pero, ¿dónde? ¿En alguna de las urbanizaciones que rodean San Pedro? ¿Cerca de la playa? ¿Junto a la tenencia de alcaldía para recordar a los nuevos cargos electos que ‘’polvo son y en polvo se convertirán’’? ¿En la Sierra Bermeja? ¿En la Blanca? ¿ Habrá votaciones para que el lugar lo elija el pueblo soberano?...

- ¡No sigas, por favor!, le rogó el Guindilla. ¡Que por hoy ya es suficiente!


Y antes de que nadie más pudiese intervenir, nos invitó a todas a cenar en un nuevo lugar que había descubierto en las cercanías de un chiringuito que habían abierto recientemente, donde abundaban sobras suculentas de los dos únicos platos que ofrecían: arroz a banda y espetos de sardinas.