Semana del 28 de septiembre al
4 de octubre del 2014
Esta vez no hizo falta que nadie
dijera nada para iniciar la conversación. La semana había empezado movidita
después del decreto de la consulta-referéndum firmado por el gran jefe de las
costas del Borni, y de la casi inmediata suspensión cautelar del mismo. Y fue
la gaviota más entendida y experimentada en problemas fronterizos la que inició
el diálogo, el Guindilla.
- ¡Oye, Borni! ¿Y qué vais a hacer ahora con las urnas y demás? Menos
mal que parece que las habéis hecho de cartón y podéis montar con ellas una
falla o un castellet en la plaza de Catalunya y quemarla el 9N.
- ¡No me metas el ojo en el dedo, Guindilla!, le respondió
-¡Perdón, Borni! ¡El dedo en el ojo!, le corrigió el Pisha. Una cosa es estar nervioso y otra estar
disléxico.
-¡Qué perdón ni qué cuentos! ¡Tú, calla! ¡Que no sé por qué vosotros
tenéis que tener una ley de consultas aprobada, y la nuestra tiene que ser
recurrida!
- Muy fácil, Borni. Porque nosotros, en Andalucía, tenemos intención de
utilizarla para hacer consultas de andar por casa. Por ejemplo, si el concurso
de chirigotas de Cádiz debe tener una fase previa en todas las capitales de
provincia o NO; si las jábegas malagueñas deben transformarse en traineras para
poder competir en la Concha, o NO; y no te digo nada de algunas de las
consultas que podríamos hacer sobre los EREs y los cursos de formación, porque
me vería obligado a emigrar con los inuits de Groenlandia, y no tengo ganas de
pasar frío.
- ¡Perdón, Txuri-Txori! Y vosotros, ¿no tenéis ya una ley de consultas?,
preguntó inocentemente la Surfi.
- No te metas en camisa de once varas, contestó la aludida, que en nuestra tierra la cosa es más
complicada. Los guipuches tardarían lustros en llegar a un acuerdo con los de
Bizkaia y Araba. ¡Y no te digo nada si también hay que aplicarla en Navarra! Hace años, en una
cosa parecida, Araba quiso declararse independiente…
La Surfi enarcó las cejas y,
haciendo gestos de extrañeza, intervino de nuevo.
- Perdón de nuevo, pero ¿por qué dices Araba? ¿Es que antes
pronunciabais la palabra como si fueseis chinos? Entonces, ¿también podemos
decir Navala?
- ¡No digas choladas, Surfi! ¿O es que estás vacilándome?, le
contestó muy seria la Txuri-Txori.
La Coyotita, que estaba en un
rincón sin abrir el pico, intervino agitando bruscamente las alas:
- ¡Híjole! ¡Pues no habláis y habláis sin decir nada de nada! ¿Aquí
siempre os entretenéis así? ¿Sin un tequilazo, una sangrita o, por lo menos,
una Coronita? Pues bien aburriditos que sois, mis hijos de la chingada.
¡Gachupines teníais que ser! Y encima con esa cantinela del ¡perdón!,
¡perdón!..
Ante ese desmadre verbal de la
Coyotita, que había permanecido muda toda la semana, nos volvimos todas hacia
ella, batiendo alas al unísono. La ocasión la aprovechó el Pirulo para
soltarnos lo siguiente:
- Lo del ¡perdón!, ¡perdón!, de la Coyotita me viene como anillo al
dedo
Se oyeron murmullos de ¡Basta ya
de refranes! De algunas de las asistentes, murmullos que no arredraron al
Pirulo que siguió impertérrito su discurso
- Para que en el futuro utilicéis con más cuidado y prudencia eso del
¡Perdón!, os voy a leer un folio que encontré abandonado hace un par de días en
uno de los bancos de la Plaza de la Iglesia. Debió dejarlo olvidado algún
jubilado intelectual de esos que abundan por esta Costa del Sol. Dice lo
siguiente:
‘’Dos
personas chocan físicamente paseando en direcciones contrarias y siempre
habrá una que, espontáneamente, pedirá PERDÓN. Y por ese simple hecho se
declara culpable frente a la otra persona que se verá animada a insultarle o
a seguir insultándole (si ya lo había hecho) y a denunciarle públicamente, si
lo considera oportuno o necesario. Es la consecuencia de pedir PERDÓN
primero’’.
Esto que he escrito no es totalmente mío, sino
que trata de reflejar, con mis palabras, el pensamiento que expresa Milan
Kundera en unas páginas de su libro ‘’La fiesta de la insignificancia’’. Y me
ha hecho pensar en situaciones vividas por distintas personas en entornos tan
comunes aunque, gracias a dios, no tan cotidianos, como es una reunión de una
comunidad de vecinos.
Escena primera
En una junta de vecinos, alguien dice al que
preside
- ¡Usted o
es un ladrón o un tonto!
El interpelado le hace un corte de mangas al que
lo ha dicho, el cual reclama, indignado, una explicación a la mala educación
manifestada gestualmente.
- ¡PERDÓN! Mi intención no era ofenderle,
exclama el que ha sido calificado como un ladrón, o un tonto, o un ladrón
tonto.
¡La fastidió!
Ante el público congregado, el ‘perdonazo’ ( como lo califica Milan
Kundera) es el culpable de todo y, a partir de ese momento ha entregado la
batuta al que le ha insultado que manejará a su antojo la reunión y tendrá
patente de corso para contradecir, minimizar y devaluar cualquier
intervención en contra de sus propuestas, y hasta de poner en ridículo
alternativas de sus adversarios y, en fin, hacer de su capa un sayo o de su
sayo una capa.
Escena segunda
En la piscina de una comunidad de vecinos
- ¡Oiga!
Esta hamaca en la que está, es la que utilizo yo todos los días.
- ¡PERDÓN! No lo sabía, contesta el
aludido trasladando la toalla y demás enseres a otra que estaba vacía.
¡La ha liado! ¡CULPABLE! Por un montón de causas y entre ellas, una que cala en
las mentes de los que contemplan la escena sin decir esta boca es mía: no
sabe ni conoce la relevancia personal y pública de esa persona en el entorno
social. Y, por si acaso, todos los que en esa ocasión son espectadores se
cuidarán de no contradecir al personaje en reuniones, asambleas, o picnics en
los que coincidan con él. A partir de ese momento, el personaje en cuestión
no sólo hará de su capa un sayo, sino que contará con gente que aplauda y
coree sus propuestas, aunque no superen el nivel de ocurrencias más o menos
lógicas o más o menos legales. Y eso, sin preocuparse nadie de pasarlas por
el tamiz de la ética básica que debería regir las relaciones entre personas.
Pero cuando uno es objeto de un ¡PERDÓN!, hay que tener mucho cuidado
con un tipo concreto de ¡PERDÓN!.
El insidioso, el que conlleva un
engaño, una trampa, y que se emplea para mantener oculto algo que no interesa
que salga a la luz pública.
Escena tercera
En otra junta de vecinos, se presenta un
candidato a Presidente.
Alguien de los presentes que trata de impedir que
lo sea, y que sabe que no tiene votos para poder rechazarlo, le pone en
ridículo ante los demás , esgrimiendo un documento con el que demuestra que
no es propietario, aunque sea marido de la propietaria.
Todos se quedan sin argumentos ante la desairada
posición en que queda el candidato y, ante el silencio general, el que ha
presentado el documento y logra su propósito.
En compensación y en público o, lo que es lo
mismo, haciéndolo público al proclamarlo en cualquier ocasión, pide PERDÓN al desairado y ridiculizado
ante todos. Y así, se auto justifica.
Pero es un …¡PERDÓN
INSIDIOSO! Ha logrado que nadie se plantee la trampa en la que hizo caer
a todos los presentes al no aclarar todas las posibilidades que había a
partir de la descalificación. Y, entre
ellas, una muy legal: que el interesado presentase un poder de la propietaria
en un plazo de 10/15 días, que es el plazo que marca la ley cuando falta una
documentación determinada en un proceso administrativo. Y eso sin apelar al
Derecho Consuetudinario. Es decir, el creado por el funcionamiento de
cualquier junta de vecinos.
Y como es natural, y ante estas disquisiciones
previas, no puedo finalizar sin solicitar a todos los lectores
¡PERDÓN!
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Cuando acabó la lectura, a la
Surfi no se le ocurrió otra cosa que decir
- ¡PERDÓN a todos! Pero
tengo una gazuza tal, que no puedo aguantar más. ¡Me abro!
Soltamos la carcajada todas y la
seguimos, menos el Pirulo que se quedó inmóvil esperando nuestras aportaciones
que, al no producirse, le obligó a emprender el vuelo a toda la velocidad que
le permitían sus años, para darnos alcance.
FIESTAS DONDE SE PEDÍA PERDÓN CADA DOS PASOS (Vitoria-1988)
EN OTROS TIEMPOS HABÍA SITIO DE SOBRA (DOLMEN DE
EGUILAZ-ARABA)
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