sábado, 8 de marzo de 2014

Semana del 2 al 8 de marzo  del 2014


ATARDECER

Estábamos como traspuestos viendo la puesta de sol. La Tatiqui nos volvió a la realidad con una afirmación que nos dejó a todos perplejos como mínimo.

- La especie humana tiene ejemplares de lo más extraños, con conductas y modos de vida que se salen de los estereotipos sociales. Y no sé si es por los años que tenemos y porque funcionamos con los modelos que teníamos en nuestra juventud.

- Tal vez tengas razón, dijo la Txuri-Txori. Yo aun me acuerdo de Chanchillo, personaje que conocí a mediados del siglo pasado. ¡Y fíjate! Cuando murió hace unos años ya lo habían rebautizado don el nombre de Txantxillo, que suena lo mismo pero que es políticamente más correcto.

- Y, ¿quién era ese?, indagó el Pisha.

- Pues lo que podríamos llamar ‘un pobre institucionalizado’, es decir, conocido, admitido como tal y atendido por todo San Sebastián, continuó la Txuri-Txori. Yo siempre le recuerdo con su boina encasquetada, su abrigo hasta los pies, y un olor mezcla de humo de hoguera callejera y de jabón ‘’El Lagarto’’. Llevaba siempre dispuesto su bote donde de vez en cuando le dejaban una ‘’rubia’’, la moneda de peseta de aquellos tiempos, y a cambio te cantaba lo mismo La Internacional que el himno ‘Iñazio gure patroi aundia’, siempre en función del público que estuviesen escuchándole.

- Pues tal como lo describes, interrumpió el Guindilla, me recuerda a las ‘chiribiqueras’.

- ¡Vaya lenguaje! ¡O habláis en cristiano o yo también empiezo con la ‘’ché’’. U os explicáis o me pongo chirene, digo chupinadas, os doy con el chopo, y no paro hasta que me chingue un chupito!, nos espetó el Pisha.

Nos explicó el Guindilla que las chiribiqueras eran mozas entradas en años, con faldas hasta los pies, y que merodeaban por los límites de los campamentos militares de la meseta; y que lo hacían para vender a precios desorbitados vituallas a los mal nutridos y recién incorporados ‘’milicianos’’: bocadillos de pimientos fritos, sandías y otros innombrables seudo- alimentos. Tuvo que aclararnos que tales ‘milicianos’ eran los universitarios que hacían la mili durante un par de veranos en campamentos instalados en medio de la nada. Lo que entonces se conocía como la IPS (Instrucción Premilitar Superior).

La Surfi no hacía más que batir las alas para llamarnos la atención, y no paró hasta que todos cerramos el pico, y exclamó:

- ¡Yo también quiero contar algo! Es de un ‘profe’ de ‘Mate’ que conocí, y era muy ‘chuli’.

- ¡Que esto va de personajes, Surfi!, le interrumpí amablemente

Pero la Tatiqui le animó a seguir para reforzarla y así conseguir que aumentase su participación en las reuniones que, por ser la más joven y además tímida, se reducía casi siempre a monosílabos o a mostrar gestualmente su acuerdo con lo que otros decían.

- Si me dejáis, sigo. Era de lo más despistado y siempre estaba dando vueltas a algo en la cabeza. Cuando iba al centro de la ciudad lo hacía en tranvía, y ya era conocido por los conductores y cobradores pues más de una vez lo habían tenido que avisar que estaban al final del trayecto y que, o se bajaba, o tenía que volver a pagar el billete. Lo más gracioso fue que un día subió al tranvía, dio el dinero del billete al cobrador con gesto ensimismado, éste lo miró con cara de asombro, y le dijo: ‘Mire Vd., ni este es el tranvía que tiene que coger, ni lo que me ha dado le llega para el billete. Así que coja lo suyo y estos 20 céntimos que le doy, y súbase al tranvía que está detrás de éste’.

- ¡Y encima el cobrador se lo pagó de su bolsillo!, exclamó el Guindilla. Como se entere el Picardo seguro que busca la manera de que sus vecinos de Sotogrande le paguen los traslados desde Gibraltar hasta el lugar de reposo que tiene junto a ellos.

A la Surfi se le vio animada y satisfecha por la atención con la que le habíamos escuchado y prosiguió:

- Pues de este mismo ‘profe’ tengo otro chascarrillo.

- ¡No empieces con las ‘’chés’’, por favor!, le interrumpió el Pisha

- ¡Bueeeno! ¡Otra anécdota! Y que la escuché comentar a sus compañeros de claustro. Resulta que un día, estando dando clase, les pidió a sus alumnos que aguardasen un momento y se fue. Subió al piso de arriba donde estaban los distintos Departamentos, y se metió en los Servicios. Allí, y después de las maniobras necesarias, se sentó en la taza y al cabo de unos minutos se preguntó: ‘¿ Y para qué estoy aquí si no tengo ganas de hacer nada?’. Y cayó en la cuenta que no había salido de clase para ir a los Servicios, sino para buscar un material de clase que necesitaba. ¡Y os aseguro que esto fue tan real como la vida misma!

Algunos nos reímos para no defraudarle, y se inició una conversación por parejas o tríos que tuve que interrumpirlas para que aquello no se convirtiera en un guirigay.

- ¡Eh, escuchad! ¡Que falta mi personaje!, dije alzando la voz

Y cuando los murmullos descendieron a un nivel aceptable, comencé mi aportación

- ¿Os acordáis de lo que os conté de aquel hormiguero que gobernaba un hormigo-rey asesorado por una hormiga con un arco y nada más? Pues se ha convertido en un personaje de opereta. Ahora está ofuscado con las medidas de seguridad, aunque no se sabe si son para impedir que entren hormigas extrañas o para que del hormiguero no puedan salir de ‘piruleo’ después de la puesta de sol.

- Pero, ¿qué ha hecho?, preguntó la Tatiqui

- Lo primero poner luces en todas las entradas por lo que las cigarras, si quieren acceder al  hormiguero a robar grano, tienen todas las entradas bien señalizadas. Y no contento con eso, todas las salidas preparadas para evacuar el hormiguero las ha pretendido ‘’sellar’’ con unos candados metálicos que reflejan la luz y, por tanto, indican con sus destellos por dónde se puede entrar subrepticiamente. Y otra cosa. Para despistar a los visitantes no deseados ha cambiado las funciones de todos: las hormigas-guerrero se pasean por las galerías dando silbiditos y simulando trabajos de mantenimiento, y las hormigas-obrero han tenido que aprender a ponerse erguidas en las entradas, enseñando cachas.

- ¡Pues antes de un mes  acaban todos locos corriendo de un lado a otro buscando su personalidad!, sentenció la Tatiqui

- ¡O esquizofrénicos!, complementé  yo

Fue a intervenir el Borni, pero le rogamos todos a una que lo dejase para otra vez, porque si nos poníamos a hablar de personajes y personajillos de la Catalonia continental (ya nos había anunciado la intención de anexionarse les Iles Balears al estilo de Crimea)  nos iban a dar las uvas.

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