Semana del 1 al 7 de
septiembre del 2013 (Hormiguero 2)
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Noticia aparecida en Diario Sur
del 22 de agosto del 2013:
Tres fallecidos en una reunión vecinal
ALEMANIA
Tres personas murieron y 5 resultaron heridas durante una disputa en
una reunión de propietarios en la pequeña localidad alemana de Dossengheim. Un
hombre, enloquecido por los altos gastos de la comunidad que tenía que pagar
por su piso y de los que responsabilizaba a los otros propietarios del
edificio, abrió fuego contra sus vecinos, matando a dos, informó la fiscalía de
Heidelberg, encargada del caso. El individuo, de 71 años, se suicidó después
del ataque, en el que también resultó herida su esposa.
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Volvía de mi rutinaria y mañanera vuelta por la orilla del mar, cuando la lechuza que vigilaba la zona ululó para llamar mi atención. En cuanto me acerqué a ella, me insistió en que fuera a observar lo que pasaba en el hormiguero al que me había encaminado un par de semanas antes, pues se había transformado en algo más parecido a un hotel-spa de lujo que a una ampliación natural de lo que se suponía una residencia de insectos muy sociables, pero insectos al fin y a la postre.
Según me dijo, habían ido
llegando grupos de hormigas de distintas procedencias y latitudes, construyendo
cada grupo sus habitáculos según las costumbres de sus lugares de origen. Unos
con entradas y salidas al exterior muy poco practicables, como si los que
vivían en ellos no quisiesen que hubiera mucha ventilación; otros, en cambio,
con explanadas en el exterior de cada salida, donde tomaban el sol a cualquier
hora del día; e incluso alguna subcolonia había conseguido que una hondonada
próxima estuviese llena de agua constantemente, gracias a la desviación de una
pérdida de agua que tenía un sistema automático de riego que funcionaba en las
proximidades. Y me recalcó que había visto algo insólito en las colonias de
hormigas: ¡había bebés-hormigas danzando por todos lados!
Sabiendo que yo era por
naturaleza más cotilla que una portera de chiscón, me susurró que, si me daba
prisa, podía llegar a una reunión que iban a tener los representantes de las
subcolonias con el hormigo-rey para fijar unas mínimas normas que asegurasen
una convivencia que, por lo menos, pudiese sobrellevarse. No perdí ni un
segundo y allí me fui, colocándome en un altozano desde donde podía observar
todo lo que pasaba.
Lo primero que me llamó la
atención fue lo organizado que tenían todo. El hormigo-rey estaba situado en
una especie de montículo desde el que dominaba las filas de hormigas situadas
frente a él. Y junto a él había una hormiga-guerrera, muy cachas, erguida,
sacando pecho, pero con un arco y nada más. No entendía nada de lo que se
comunicaban entre sí mediante vibraciones de sus antenas, por lo que me hice
con los servicios de una oruga traductora, con una indirecta tan sutil como
decirle que aun no había desayunado.
Era tan farragoso lo que me
traducía, que le sugerí que me hiciera un resumen de los puntos que trataban y
de las intervenciones más significativas. Y entre lo que comentó, solo quiero
resaltar los siguientes puntos e intervenciones de los asistentes:
Punto 1: Aprobación del los gastos
Intervenciones:
- Fuera de temporada veraniega, ¿no podría despedirse a las luciérnagas
que iluminan las subcolonias vacías y así nos ahorrábamos su alimentación?
- Nos molestan los gorriones, los mirlos y las gaviotas (yo, en ese
momento, traté de mimetizarme con el terreno donde estaba) ¿No sería posibles
que las hormigas-obrero se encargasen de espantarlos? ¡Claro!, ¡sin dejar de
cumplir sus funciones!
- Las hormigas-guerrero nos cuestan un pastón en alimentos por vigilar
las entradas de los túneles. ¿No sería más barato comprar en un chino
hormigas-guerrero hinchables para la mitad de las entradas? Las cambiaríamos
aleatoriamente de entrada y así despistábamos a los depredadores.
Punto 2: Control de la nueva hondonada-piscina, ante el peligro que
supone para las hormigas-bebé (resumen del hormigo-rey)
- Hay que poner en torno a ella una malla metálica, y si se cree que
alguna hormiga-bebé pueda colarse, se toma una de las medidas que habéis
sugerido:
a) Se electrifica la valla con corriente de baja intensidad para que
produzca una descarga disuasoria
b) Las hormigas-bebé llevan en su patita delantera una pulsera
monitorizada que al pasar la valla envíe una señal a la subcolonia a la que
pertenece y les deje sin corriente
c) La mía, que consiste en que emito una orden de obligado cumplimiento
(que para eso soy rey): la hormiga adulta más cercana da un bofetón a la
hormiga-bebé transgresora. El resto de hormigas-bebé seguro que ni lo intentan.
Lo siguiente que sucedió no hizo
falta que me lo tradujera la oruga. Se oyó el retumbar de las patas de los
asistentes contra el suelo, como señal de rechazo del hormigo-rey. Pero al no
tener otro de recambio, la hormiga-guerrero que estaba junto al actual
hormigo-rey, empezó a frotar sus antenas haciendo un ruido cuya onomatopeya
podría expresarse como: ¡¡¡Prorrggg!!!, ¡¡¡Prorrggg!!!,…
Algo serio debía significar, pues
vi que las filas de hormigas asistentes dieron media vuelta y se dirigieron
cabizbajas a sus respectivos cubículos.
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