domingo, 12 de noviembre de 2017

Quincena del 29 de octubre al 12 de noviembre del 2017


CRONICAS DE UN VIAJE

Lunes 30 de octubre

Viaje tranquilo, dentro de lo que cabe, porque cuando circulas por autovías a una velocidad menor de la permitida te sobrepasan hasta los camiones que transportan contenedores o productos hortofrutícolas hacia Centroeuropa.  Y encima, la DGT te pone radares para comprobar si tienes los reflejos a punto, y eres capaz de disminuir la velocidad de 120 km/h a 100 km/h en 50 metros y bajando un puerto.

La entrada en Madrid transcurrió sin dificultades, tal vez por hacer caso a la cantarina voz del navegador. Y, como siempre, al llegar al hotel comenzó el concierto de pitidos de distinta intensidad y frecuencia hasta dar, después de 3 ó 4 intentos, con la plaza más adecuada para aparcar el Nissan sin estropear las columnas u otros limitadores de espacio.

Dado el cansancio acumulado, y no precisamente por conducir 500 km sino por intentar unas cinco o seis veces aparcar correctamente, los viajeros se dedicaron a descansar y a reponer oxígeno en sangre. Hasta que llegó la hora de tomar algo para no dormir con el estómago vacío, se entretuvieron con el mando de la televisión buscando alguna cadena que no diese la consabida ‘turrada’ sobre manifestaciones, presos, fianzas judiciales, ex-presos y fugados, cosa que no lograron en el par de horas en las que estuvieron intentándolo. Menos mal que la merienda-cena fue agradable y al aire libre con lo que alguno de los comensales pudo sacar el puro de su escondite blindado.






Lunes 31 de octubre

Al día siguiente, nuestros viajeros tomaron un buffet abundante para que su aparato digestivo no se quejara, por lo menos, en unos doscientos o trescientos kilómetros del trayecto que les quedaba hasta San Sebastián. Y así lograron llegar hasta el área de Briviesca, comprobando simultáneamente que la falta de lluvia había uniformado el color de los campos, de tal manera que solo podían distinguirse distintas tonalidades del ocre.



Al llegar a la circunvalación de Vitoria abandonaron la muy trillada N-I para estrenar la autopista que enlazaba la capital alavesa con la de Bilbao-SS, atravesando los valles que albergaban las poblaciones de Escoriaza, Arechabaleta, Arrasate y Bergara, alguna de ellas plena de recuerdos juveniles. Entre ellos, la pérdida y búsqueda de sus primeras gafas graduadas en los fondos del estanque de Torrebaso, a donde habían ido a parar por zambullirse con ellas puestas un cálido día de verano.

Una vez aposentados en el hotel de Donostia, puesto a buen recaudo el Nissan en un garaje cercano,  y comprobadas las vistas que tenían desde el balcón de su habitación, se fueron paseando a cumplir con sus obligaciones religiosas hasta la iglesia de las Reparadoras que, al que esto escribe, le recordaba los tiempos en los que una tía suya la frecuentaba y organizaba, o por lo menos lo intentaba, más de un ‘folklore’ litúrgico-religioso rechazado siempre por los que regentaban la iglesia, y a veces de no muy buenas maneras, y que al final provocaba que la susodicha tía tuviese que cambiar de ambiente e iglesia , en busca de alguna que fuesen mejor recibidas sus sugerencias litúrgico-pastorales.








Y gracias al cumplimiento de esas obligaciones adquiridas en su jubilación, fueron conscientes de que eran perfectamente identificables por cualquiera que les ‘echase un ojo’, aunque solo fuera de pasada, al tener dos elementos inconfundibles incorporados a sus personas: él, el poblado bigote; ella, la mochila de oxígeno que llevaba incorporados los tubitos de alimentación de aire enriquecido. Y todo ello lo dedujeron porque al cabo de una media hora, en una calle próxima muy transitada, les cogió de sorpresa el saludo de los celebrantes de la ceremonia a que habían asistido y que, si les habían visto de cerca, no había sido durante más de tres segundos.


Y de ahí, a recordar los tiempos pasados y a analizar los presentes con una persona muy cercana, casi familiar, o más, con la que acabaron cenando en el Hotel Londres. Tres horas charlando, recordando, y cambiando impresiones sobre temas tanto personales como de actualidad, y…¡a descansar al hotel! Y eso que los cambios de temperatura estuvieron a punto de aguarles la fiesta




(Continuará)

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