Semana del 6 al 12 de agosto
del 2017
Y con las
líneas que vienen a continuación se acaba lo escrito y publicado en este blog
los cuatro últimos años. Y como siempre en estas fechas, se va a hablar de un
tema recurrente año tras año: los veraneantes.
Pero con
esto de la llamada ‘’turismofobia’’ hay que empezar por distinguir claramente
los conceptos de ‘turismo’, ‘veranear’ y ‘vacaciones’. Y nada mejor que acudir
a una fuente segura como el Diccionario del Español Actual de Manuel Seco y
otros que algunos pueden considerar una antigualla, dado que se editó por
primera vez en 1999 y se ha utilizado la reimpresión del año 2005.
TURISMO
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Hecho de viajar por placer
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VERANEAR
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Pasar el verano o las vacaciones de verano en un lugar diferente al
de residencia
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VACACION
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Suspensión, por descanso, de la actividad laboral o de la ocupación
de una persona durante uno o más días
|
Y si uno se remonta al siglo pasado, allá
por 1968, puede comprobar en el Diccionario Ideológico de la Lengua Española de
Julio Casares, que los conceptos citados están definidos prácticamente con las
mismas palabras, con excepción de TURISMO,
que lo precisa con ciertos matices y lo define como ‘’Práctica de viajar por diversos países para distracción y recreo’’.
Y pasemos a hablar de los
veraneantes en los que se incluyen tanto a los que vienen a pasar hasta un mes
completo en su segunda residencia como a los que alquilan un apartamento por
una o dos semanas, y que lo ocupan con el máximo de familiares y amigos que sus
dimensiones y las buenas relaciones interpersonales lo permitan. Y lo primero
es advertir es que las características personales que se van a desarrollar a
continuación, tienen un marco de referencia claro: una urbanización de unos
cien apartamentos, y piscina incluida, en la que viven y residen durante todo
el año unos veinte vecinos, propietarios o no de los apartamentos que ocupan, y
que se multiplican por dos o por tres durante los meses de julio y agosto
gracias a los que se han denominado con el apelativo de veraneantes. Y estos
últimos pueden clasificarse en función de su manera de actuar y de relacionarse
con el resto.
Estereotipos hay muchos. Pero en
estas latitudes a donde se viene a tumbarse en una hamaca colocada a la sombra,
si la hay, a comer en chiringuitos más o menos elegantes, y a cenar en
restaurantes-escaparate, los estereotipos más abundantes, entre otros, son los
que se describen a continuación.
Veraneantes PREPOTENTES
No suelen ser EMINENTES,
aunque a veces ellos mismos se lo crean, pues a los que se les puede adjetivar
así viven y pasan sus días en urbanizaciones exclusivas o en villas que son más
mansiones que casas de campo.
Estos veraneantes tienen que aprovisionarse en los comercios locales de
alimentación, no como los EMINENTES
que envían a sus empleados hispanitos, filipinos, malabares o de otra
procedencia cualquiera. Y en cuanto entran en ellos emplean las mil y una
estrategias para reavivar la memoria de sus propietarios, si lo consideran
necesario, con el fin de que se les reconozca como cliente ‘’habitual’’ del
verano o estancia anterior. E incluso, si el nivel de adquisiciones pasadas lo
aconsejase, para que se le asigne un estatus especial de cliente por su
aportación pecuniaria en favor del mantenimiento del clan de autónomos en estos
tiempos pasados de crisis. Y si es de las primeras veces que acude, por mor de
no ser veraneante ‘habitual’, se hará notar con alguna o varias de las siguientes
actuaciones:
a) Preguntarán por productos y precios,
incluyendo siempre alguno que sea de difícil aprovisionamiento, como el pepino
enano tailandés.
b) Harán ver gestualmente al resto de clientes,
y los muy PREPOTENTES de palabra y
obra, que los productos son de más calidad en el lugar en que residen
habitualmente y, sobre todo, más baratos.
c) Preguntarán si puede pagarse con tarjeta de
esas de contacto, y si la respuesta es negativa mostrarán una amplia sonrisa,
cuyo significado se comprobará al final de su compra, cuando muestren sus
billetes de 200 ó 500 euros acompañados siempre de esa humilde
pregunta…’’¿Tienen cambio?’’
Pero este tipo de veraneantes acumulan calificativos cuando participan
en las tan manidas Asambleas de Comunidad de Vecinos que, por ‘respeto’ a los
propietarios de segundas viviendas, se celebran siempre en el mes de agosto
para facilitar su participación. En esas circunstancias, lo de PREPOTENTES se puede sustituir, matizar
o complementar con otros calificativos, tales como ENGOLADOS, DEMAGOGOS, MANIPULADORES, INTRIGANTES, LADINOS,… Para
empezar, suelen dejar claro de mil maneras a los residentes habituales que
gracias a ellos, y solo a ellos y a sus cuotas religiosamente abonadas, los
citados residentes gozan de una situación de privilegio y de unos servicios que
más quisieran ellos en sus lugares de procedencia. Y muchas veces pretenden
compensar sus meses de ausencia con un trato de favor casi personalizado: las
mejores hamacas en la piscina, y colocadas en el lugar más adecuado a sus
necesidades; la limpieza de sus escaleras y portales realizada con frecuencia,
esmero y simpatía; las labores de jardinería y mantenimiento a punto para
cualquier incidencia que se produzca en su entorno vital; las actuaciones de
vigilancia a su servicio, incluso para reprimir conductas consideradas
incívicas desde su punto de vista, sea de sus vecinos de urbanización o de
ocupantes de apartamentos en las urbanizaciones colindantes, tales como ruidos
excesivos a horas intempestivas, utilización de barbacoas con productos que
provocan olores molestos,…
En fin, que al cabo de quince días todo el mundo está deseando que
renuncie a su estatus de veraneante, y se vuelva para su residencia habitual,
allende las nacionalidades.
Veraneante RESIGNADO/A,
SOMETIDO/A
Su identificación es fácil. No se le ve a menudo, a menos que tenga que
vigilar a los nietos en la piscina o tenga que llevarlos a la playa cuando, por
la edad, no es aconsejable tenerlos con la chavalería junto a la piscina
comunitaria. En este último caso suele dudar entre meterlos en el coche junto a
todos los bártulos playeros, o arriesgarse a perder a alguno de los nietos o
varios de los bártulos, o ambas cosas, en ese recorrido.
En su ronda por los comercios de la zona también presenta rasgos
específicos. Normalmente lleva una lista más o menos visible a la que acude con
frecuencia para consultar si la está cumpliendo adecuadamente. Cuando llega su
turno en cualquiera de las tiendas, suele tener claro el qué, con solo echar un
vistazo al papelito que lleva, pues aún no se ha visto a ninguno consultar el
iPod o teléfono móvil, aunque sí han echado mano de este último para evacuar
alguna consulta cuando no existía lo especificado en su guía personal. ¡Pero
cuando hay que puntualizar el cuánto! Son preguntas clave a las que dudan
responder ‘’Pimientos, ¿cuántos?’’, ‘’De cigalas, ¿medio kilo?’’, ‘’Tomates,
¿para ensalada o para gazpacho? ¿qué cantidad?’’ Menos mal que el problema lo
soluciona la dependienta correspondiente con una sencilla pregunta que vale
para cualquiera de los interrogantes ‘’¿Para cuántos?''
Y algo muy importante y muy tranquilizador o problemático, según se
mire, sobre su presencia y participación en las Asambleas de la Comunidad:
esperan para añadirse a la mayoría, cosa altamente peligrosa, pues son carne de
cañón para los PREPOTENTES.
Veraneante VIRTUAL, DECORATIVO/A
Por razones que serían muy complicadas de desarrollar, se da sobre todo
entre los extranjeros o españoles de mediana edad y con personal de entre 10 y
15 años a su cargo.
Se mueven entre los residentes sin hacer ruido (ellos, ¡claro!). Acuden
casi exclusivamente a las grandes superficies para hacer sus compras y no se
les ve por los comercios de la localidad, con excepción de sus visitas
inexcusables a los mercadillos que se organizan puntualmente en toda la zona un
día a la semana.
Pero tienen un rasgo diferencial característico: ni están, ni se les
espera en cuanto sus vástagos o tutelados organizan un folklore de cualquier
tipo que afecte a uno o más de los vecinos. Y lo mismo si son timbrazos en
apartamentos que no son los suyos, como si son jolgorios a voz en grito a horas
intempestivas, como si organizan fiestas ‘sui géneris’ en torno a la piscina a
altas horas de la noche. A posteriori todo se reduce a solicitar comprensión
para las salidas de tono de la gente joven y prometer que todo se va a
solucionar
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