sábado, 1 de julio de 2017

Semana del 25 de junio al 1 de julio del 2017

El Pirulo ha llegado más preocupado, desconsolado y ensimismado de lo habitual. No sabe por qué, pero su memoria le ha jugado una mala pasada. Así, de repente, se le ha originado un ‘agujero negro’ cerebral que se le ha comido literalmente los recuerdos de dos o tres días de su viaje por las plurinacionalidades.  Lo ha intentado de todas maneras: se ha abstenido de alcohol suprimiendo los carajillos de ron que, junto con los telediarios de las tres, le da una somnolencia que se aproxima a los placeres producidos por un buen ‘’chute’’ de oxígeno; ha reducido la ingesta de proteínas a favor de los huevos y lacticinios; ha evitado zapear en horas nocturnas para evitar que la acumulación de imágenes tergiverse los sueños infantiles;…Pero todo ha sido inútil. Al final ha tomado la decisión drástica de saltarse el agujero memorístico, y tratar de reflejar con el máximo detalle lo poco que recuerda de los últimos días.


No sé hacia dónde íbamos, pero lo que es seguro es que nos detuvimos a tomar una ración de brioche en el Hotel landa, pues quedan documentos gráficos que lo atestiguan.















Ese mismo día, u otro cualquiera, llegamos a Toledo a primeras horas de la mañana, por lo que decidimos acercarnos al Parador Nacional para tomar un cortado o lo que se terciase y con la intención de hacer tiempo, antes de llegar al hotel que habíamos reservado.












Una vez instalados, salimos a realizar nuestro primer recorrido por las calles de Toledo, aunque para alguno de los participantes fue suficiente contemplar la Iglesia de san Juan de los Reyes, y no pasó de la Puerta del Cambrón. Decidió dar media vuelta y regresar la hotel por donde había venido.









Después del lunch y el descanso correspondiente, y de acuerdo con lo que teníamos previsto, iniciamos la subida hacia la Catedral, donde nos encontramos con más de una sorpresa. Para empezar, el acceso a la plaza lo impedía una aglomeración de tunos que festejaba a una pareja de recién casados. A continuación nos dimos cuenta que los aledaños de la catedral estaban ocupados por las instalaciones de una emisora de radio que se los había apropiado para retransmitir un programa que celebraba el aniversario de no supimos qué.  Y después de bordear el edificio hasta una de las entradas laterales, en concreto la más cercana a la Plaza de Zocodover, nos comunicaron que eran las 18,15 horas y que la hora de las visitas turísticas se había ya sobrepasado. Por todo lo cual, no pudimos hacer otra cosa que asomarnos al lateral del crucero y ver desde allí como desfilaban canónigos, deanes, e incluso profesorado universitario en dirección al altar mayor donde, según parece, iba a celebrarse una importante ceremonia, tal vez la que iba a iniciar las fiestas del Corpus. No se sabe si debido a este fracaso, parte del grupo desertó, y los pocos que quedamos nos acercamos hasta la plaza de Zocodover, atravesamos su arco para descender hasta un mirador que daba al Tajo, y volvimos al hotel por mil vericuetos para  refrescarnos y prepararnos para la cena








Y la cena en el Parador, con vistas nocturnas de Toledo, inolvidable














Y a la mañana siguiente, vuelta a casa intentando fotografiar los viaductos de Despeñaperros, cosa que nos lo impidió una ‘brujita’, deteniéndonos a tomar un bocadillo en La Perdiz y recorriendo los últimos kilómetros con esa alegría que tienen los mayores de 70 cuando se acercan a su casa y saben que por fin van a dormir en su propia cama, que ya está conformada a su silueta y acostumbrada a sus constantes movimientos nocturnos. Y recordando la cara que se nos puso cuando el veterano camarero de La Perdiz nos advirtió, al intuir nuestra intención de pedir más de un bocadillo, que con uno bastaría `para tres personas. Y tenía razón.






No hay comentarios:

Publicar un comentario