Semana del 2 al 8 de julio del 2017
A la Surfi se le había olvidado
lo de las reuniones de los fines de semana por una serie de causas encadenadas.
Lo primero fue lo bien que se lo estaba pasando observando las cabriolas de los
practicantes de wind-surf en las playas de Tarifa gracias al viento racheado de
levante que estaba soplando. Y no solo eso, sino también las caídas y
chapuzones de los principiantes que, a veces, proporcionaban más diversión que
los estudiados saltos y cambios de dirección de los expertos. Y cuando
sobrevoló el Peñón no pudo resistir la tentación de darse un garbeo en vuelo
rasante por los muelles del puerto de Algeciras para regodearse con la vuelta
al trabajo de los estibadores que, ante el peligro de que las empresas de
contenedores se dirigiesen a cualquier otro puerto cercano de Marruecos o
Portugal, habían decidido volver al tajo.
Y cuando ya había sobrepasado
Sotogrande, distinguió a lo lejos al Pisha que, por la dirección de su vuelo,
volvía de San Pedro de Alcántara, graznando y aleteando nervioso a la mayor
velocidad que le permitían sus pectorales. Se interpuso en su trayectoria y,
después de hacer varias veces la maniobra de impedirle avanzar en línea recta,
le convenció para que le siguiese hacia la orilla de la playa de Sabinillas.
Una vez que los dos estuvieron flotando mansamente en el agua a una distancia
prudencial de los bañistas y deduciendo, por los graznidos que emitía sin orden
ni concierto, que estaba al borde de un ataque de nervios, le dijo con esos
sonidos melosos y tranquilos con los que calmaba y relajaba casi siempre al
resto de clan:
- ¡Pisha!, ¡tranquilo! Pero, ¿qué te pasa? ¿De dónde vienes?
-¡Que estoy harto!, ¡hasta el gorro! De las reuniones del grupo, del
Borni y de sus locuras catalanistas, de la Txuri-Txori a la que solo le falta
ser de Bilbao y…¡¡¡sobre todo del Pirulo!!! ¡Qué afán de protagonismo! ¡Estoy
más harto de ellos que del Kichi, que ya es decir!
- Pero, ¿qué ha ocurrido para que te pongas así?
El Pisha, ya más tranquilo
después de haber soltado a la Surfi la retahíla de causas que hasta le impedía
llenar convenientemente sus sacos aéreos, le explicó, meneando la cabeza de un
lado para otro:
-¡De la que te has librado! Tú ya has aguantado estas últimas semanas
las chorradicas que nos ha estado contando de su último viaje. ¡Pues ni que
fuese el único que se da un piruleo por las plurinacionalidades! Pues no te lo
creerás, pero hoy, cuando ya estábamos reunidos todos, ha llegado cabizbajo,
hablando consigo mismo, y cuando ha levantado la cabeza y ha visto que todos
estábamos callados, va y nos dice como quien lee la esquela de un conocido: ‘’Tengo el síndrome del cumpleaños y vais a
tener que aguantar mis reflexiones’’. Y ante las caras de asombro, y alguna
que otra de cachondeo, ha continuado sin dejar hablar a nadie con un tono que
parecía de funeral.
E imitando la voz engolada que el
Pirulo tiene reservada para las grandes ocasiones ha seguido diciendo
- ‘’Sí, compañeros, sí. En ese
estado en que caes cuando vas a cumplir el último año de los 70 y se hace
patente que ya nadie te libra de los 80’’.
La Surfi, asombrada de la larga
parrafada que había soltado el Pisha casi sin respirar y sin interrupción
alguna, preguntó:
- ¿Sólo eso? ¡Pues no es para tanto! Hay quien se pone nervioso cuando
pasa de los 30 a los 40, y otros, e incluso los mismos, cada vez que cambian de
decena.
- ¡Que te lo has creído que no es para tanto, Surfi! Es que no se ha
conformado con la sentencia esa del síndrome del cumpleaños. ¡Ha seguido sin
dejarnos intervenir! Y encima se ha explayado enumerando y describiendo las
diferencias que hay entre lo que se piensa y se vive al comienzo de la
jubilación y las sensaciones que se experimentan en la frontera de los 80.
¡’Border, le llamaba!’ ¿No será él un ’Border line’? ¡Lo que es, es un… pesado
por no decir otra cosa peor!
- Por lo menos os habréis divertido un rato y yo no quiero perdérmelo.
Así que…¡culturízame! Haz un esfuerzo y me lo resumes
- Más que por tí, lo hago como catarsis. Y voy a tratar de resumirlo.
Y acto seguido el Pisha alzó el
vuelo, la Surfi le siguió, y se aposentaron junto al Castillo de San Luis que
en aquellos momentos estaba la mar de tranquilo. Y allí se desahogó el Pisha
ante la atenta mirada de la Surfi que no perdía palabra. Y más o menos le
expuso las siguientes ideas que había enunciado el Pirulo en relación con las
diferencias de perspectivas que tiene uno cuando se jubila y cuando han pasado
diez o quince años desde ese momento.
Que
te importa cada vez menos lo que piensan los demás y que, por el contrario,
dices más cosas con toda naturalidad aunque molestes a los de alrededor.
Que
tienes cada vez más impedimentos (reales o imaginarios) para alejarte de tu
casa y, sobre todo, para dormir en una cama que no sea la propia.
Que
cada vez te llaman menos los de Vodafone, amena, jaztel,…, y más los del Ocaso,
la Mutua,…, para ofrecerte una ganga que consiste que por 3.850 € te aseguran
todo lo que hay que hacer cuando te mueras, incluido el nicho por los años que
permita el Ayuntamiento correspondiente o una bonita urna para tus cenizas.
Que
la convivencia con quien escogiste hace tiempo para toda la vida, sin saber que
iba a durar tanto, mejora cada día, sobre todo cuando hay correspondencia a
favor de tus manías.
Que
no te entran sofocos, depresiones, sudores fríos, ansiedad, ni ninguna de esas
cosas que afectan tanto a menores de 65 años, sobre todo si son prejubilados y
no han podido acogerse a uno de tantos EREs, cuando lees noticias como las del
Banco Popular, Bancos rescatados, rumores sobre Bankia,…, porque solo ingresas
la jubilación y no te queda más que un año y medio de hipoteca.
Que
pasas de querer llegar el primero a todas las tiendas para acabar lo antes posible
los ‘’mandados’’, a darte cuenta que sin prisas, paseando tranquilamente,
saludando a conocidos con una sonrisa, unos días tardas más y otros menos, pero
siempre dependiendo de circunstancias que uno no puede controlar.
Que
de extrañarte, asombrarte y hasta asustarte de cómo la muerte ronda entre
amigos y conocidos incluso más ‘jóvenes’ y de preguntarte cuándo te tocará a ti
pues vas ocupando puestos cada vez más prominentes y visibles en una lista
imaginaria, pasas a no pensar en la de la guadaña porque llegará en cualquier
momento y cuando menos te lo esperes, y estés más entretenido en otras
zarandajas.
Ante esta última reflexión o como
quiera que se le bautice, la Surfi le
interrumpió diciendo:
- ¿Tan tétrico se puso el Pirulo? Eso, oído así, a la brava, sin nada
que llevarse al pico para deglutirlo, hunde a cualquiera.
-Pues eso mismo me ha pasado a mí, Surfi, le contestó el Pisha. Que si a ese que vuela a donde quiere y
cuando le da la gana fíjate lo que le ha afectado, lo que tengo que estar pensando
yo o cualquiera que ya haya vivido la mitad de la decena de los 80. ¡Porca
miseria!
Cabizbajo, aleteando con cierta
inseguridad, lo que le hacía variar constantemente su trayectoria, y sin emitir
ni un graznido, el Pisha emprendió el vuelo hacia su Tacita de Plata,
poniéndose la Surfi solícitamente a su vera por si le daba un achuchón antes de
tiempo.
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