Semana del 17 al 23 de julio del 2016
Este comienzo de semana, la
Tatiqui y el Pirulo se han ido a pasar un par de días a las costas que domina
el Pisha, concretamente a Cádiz. Y eso ha sido por un par de motivos.
El primero, visitar al Pisha en
su ambiente pues cada vez tiene menos posibilidades de volar solo a grandes
distancias, ya que los años pesan y no perdonan. Pero aunque le caigan los años
o los lustros encima, sigue con su costumbre de aparecer siempre con su mejor y
más elegante ‘’look’’, por lo que sigue con la manía de ‘’peinarse’’ los plumones
de la cabeza cada vez que tiene que volar a la contra del levante, que en Cái
sopla en todas las direcciones. Y no lo pasaron mal. Lo celebraron en ‘El
Faro’, donde sirven las mejores, más sabrosas y menos grasientas o aceitosas de
todas las tortillitas de camarones que nacieron en la zona, y que ahora se
sirven hasta en los más desconocidos chiringuitos de la Costa del Sol. Y la
Tatiqui ni dudó en probar la dorada de estero. Esa dorada que se cría en las
salinas que rodean la bahía de Cádiz y que en este restaurante la preparan de
una manera especial, la que tienen patentada como sistema infalible para que la
coman los ‘señoritos’ sin mancharse los dedos ni preocuparse por las espinas. El Pirulo no se
quedó atrás, y engulló un guiso de rabo de toro al vino que, por el tamaño de
los huesos pelados que dejó, debía haber pertenecido a un miura de más de 500
kilos. Y al final de la comida, lo de siempre: el Pirulo jugando al despiste e
inventándose las mil y una fórmulas matemáticas para que diese como resultado
que el que tenía que pagar menos fuese él.
EL FARO
DORADA DE ESTERO
QUIÉN PAGA MÁS?
JUBILADOS GASTÁNDOSE LA EXTRAORDINARIA
El segundo motivo del viaje fue
el poderse poner en el papel de turistas veraniegos. De esos que llegan a su
segunda residencia y hacen todo lo posible para hacer ver a los residentes, y
pobladores de la zona en general, que si no fuera por ellos vivirían en ‘’la
porca miseria’’. Que son ellos los que permiten la supervivencia de los comercios
del pueblo donde estén gracias a sus gastos veraniegos y que eso, además, les
da patente de corso para manifestar distintos comportamientos a los que los
aborígenes no están acostumbrados el resto del año: saltarse los turnos,
protestar por los precios y calidad de los productos comparándolos con los de
sus lugares de origen (que son siempre mejores y más baratos), aparcar en la
puerta con sus coches de alta gama sin preocuparse del tráfico ni de las
molestias que ocasionan,… Y sobre todo…¡mirar por encima del hombro a los que
les rodean!
EL PIRULO DE TURISTA
La Tatiqui y el Pirulo no
actuaron así, fundamentalmente porque no hicieron uso de los comercios u otros
servicios propios de las ciudades, sino que se limitaron a sobrevolar algunas
de las zonas de Cádiz en las que nunca antes se habían posado. Y encontraron
una preciosa: la iglesia y el parque de San José. Y allí descansaron un rato aposentándose
en la estatua del General San Martín, libertador de Argentina, Chile y Perú. Y
por lo que dice la historia, fue en este último país donde, una vez liberado
parcialmente del yugo español, cedió su ejército a Simón Bolívar para que
finalizase la guerra por la que iba a lograr su independencia. Y cuando lo
vieron nuestros turistas lo primero que pensaron fue…¡en el Kichi y su amor por
la revolución bolivariana! ¿Creará un parque en honor a Simón Bolívar? ¿Con
estatua a caballo o a pie enjuto? ¿Pedirá una subvención a los vascos para hacerlo
en base a que Simón Bolívar era de la estirpe de los Bolivarjauregui?
IGLESIA DE SAN JOSÉ
ESTATUA DEL GENERAL SAN MARTÍN
Y con estas y otras preguntas y reflexiones,
el Pirulo y la Tatiqui se volvieron tranquilamente a sus pagos de San Pedro de Alcántara
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