domingo, 11 de octubre de 2015

Semana del 4  al 10 de octubre del 2015

Este fin de semana han llegado todos sin emitir un graznido, casi sin aleteos innecesarios, silenciosamente. Venían preocupados de cómo encontrarían a la Tatiqui y al Pirulo pues, tal como les habían dejado, dudaban de que la primera hubiese superado la gripe aviar esa que le dejaba  respirar solo a duras penas. Y se llevaron una sorpresa, pues oyeron sus característicos graznidos  antes siquiera de identificarles en la lejanía. Nada más llegar, y sin dejar saludar a los que allí estaban aguardándolos, les dijo el Pirulo:

- ¡Buenas a todos! Y esta semana el que quiera hablar que se acuerde que hemos celebrado el día que llaman ahora del ‘’docente’’. Para entendernos, del maestro, del ‘’profe’’, en fin, de los que nos aguaron nuestras esperanzas a unos y nos las multiplicaron por mil a otros en nuestros años mozos, e intentaron meter algo de su buen saber y hacer en nuestras minúsculas cabecitas.

- ¡Que buenos años pasamos!, intervino el Pisha. Yo de quien me acuerdo es del que llamábamos ‘’Chapete’’. Regordete, bajito,…¡vamos!, la misma silueta que cuando colocamos una pelota de tenis en lo alto de un balón de fútbol, y ¡con dos patitas! Nos daba Mate, pero sobre todo nos hacía sumar y restar números mentalmente y a velocidades que iban ‘in crescendo’.

- ¿Eso hacíais? Intervino la Surfi ¿Y cómo os arreglabais para hacerlo si entonces no teníais calculadora?

-Es que nos entrenaba, le contestó el Pisha. Al principio nos decía los números lentamente: 4,…menos 2,…más 5,…; y luego iba amentando la velocidad y el valor de los números. Y al que acertaba el resultado,… ¡un caramelo! Lo sacaba del bolsillo de su chaqueta, pues en aquel tiempo los ‘profes’ iban con chaqueta y corbata, lo sacudía un poco para quitar la pelusilla que se le podía haber pegado en los rincones del bolsillo y…¡a empezar con otra serie de números!

- ¿Y os comíais el caramelo en clase?, volvió a preguntar la Surfi con una cara de asombro que denotaba que aquello, para ella, era como si le hablasen del sistema educativo vigente en el paleolítico.

- ¡Ni hablar!, le aclaró el Pisha. Y no porque no pudiésemos, sino por simple precaución alimentaria ya que entonces no existía eso de las fechas de caducidad. Al salir al recreo intentábamos ‘pelarlo’, y si el papel estaba pegoteado y salía a tiras, deducíamos que podía llevar meses en los bolsillos del ‘Chapete’, y lo dejábamos caer al suelo disimuladamente.

- A mí eso de cálculos mentales me suena a piedrecitas en la cabeza, como lo de cálculos renales, le interrumpió de nuevo la Surfi. Eso de hacer sumas y restas sin papel ni calculadora ni siquiera me había imaginado que existiese. ¿Y también se pueden multiplicar y dividir números sin calculadora?

-¡Pues claro que sí!, le contestó el Pisha. Mira, te voy a demostrar cómo se hace. Por ejemplo,…


1947-GRUPO DE ALUMNOS EXPERTOS EN CALCULO MENTAL

Iba a continuar, pero el Filloas le interrumpió

- ¡Pisha! Déjate de hacer juegos malabares con los números y déjanos comentar a los demás algo de nuestros ‘profes’, porque yo recuerdo sobre todo a uno de Literatura. Le llamábamos el ‘’Dandy’’. Siempre iba impoluto, repeinado, y creo que engominado, y dejando tras de sí un aroma a ‘Atkinson’ que echaba ‘p’atrás’. Y lo que más le gustaba era recitar, al comenzar la primera clase, los primeros versos de la Divina Comedia pero…¡en italiano! Aun los recuerdo:
Nel mezzo del cammin di noastra vita
Me ritrovai per una selva oscura
Y lo mejor era que al finalizar estas frases se quedaba como traspuesto esperando que la clase lo abucheara. Eso sí, de libros y autores de todas las épocas sabía lo que no os podéis imaginar. Y eso que entonces no existía ni el Google ni nada parecido.

La Surfi que, por su edad, había vivido épocas de la enseñanza mucho más recientes, no perdía ocasión para apostillar lo que se decía con detalles actualizados.

- Pues ahora, lo mismo nos hacen comentar un capítulo del Kamasutra que un artículo del Mundo o, incluso, del Marca. ¡Y hay que ver las tanganas verbales que se organizan en clase! ¡Eso sí que es comentario de textos!

- Es que desde que los maestros y profesores se convirtieron en ‘trabajadores de la enseñanza’, no sabes cómo ha cambiado la cosa, le aclaró la Tatiqui. En nuestra época los profes, a los que siempre tratabas de Vd. y con el don por delante, tenían todo nuestro respeto. ¡Bueno! Por lo menos les teníamos temor. Yo recuerdo a un tal Don Jacinto que era más serio que un plato de habas, pero que se enteraba de todo. Si te escapabas de clase e ibas por el pasillo hacia el patio, te lo encontrabas de repente detrás de ti sin saber ni cómo ni por dónde había llegado. Total, que cuando queríamos hablar de él, utilizábamos el sobrenombre de Don Floripondio, por eso de los jacintos. Aunque ahora, cuando eres adulto, te das cuenta que si nos oía, seguro que se identificaba con el sobrenombre.

FLOR DEL JACINTO


- Pues yo me acuerdo del profe de Ciencias Naturales, comentó el Pirulo. Llevaba siempre el pelo al cepillo, cosa inusual en aquellos tiempos, y tenía un tic nervioso que le obligaba a emitir de vez en cuando un sonido parecido al de los gorrinos, provocado por la inspiración de aire por la nariz mientras mantenía la boca semi-abierta. Si no recuerdo mal, se llamaba Don Silvino, pero nosotros le apodábamos ‘’Macaco’’: bajito, cetrino, con una cabecita redondeada, y siempre insistiéndonos que ese simio era de lo más inteligente. Incluso bastante más inteligente que muchos de los que atendíamos sus explicaciones. Y tú, Tatiqui, ¿no te acuerdas de ninguna de tus profesoras?


AUTENTICO MACACO AL NATURAL

- Yo era muy formal, contestó la aludida. Mis profes no tenían motes y, si los tenían, yo no me enteré. 


195?-ELLAS ERAN MUY FORMALES


- ¡Que formalita!, dijo irónicamente la Txuri-Txori. Pues yo me acuerdo de uno al que llamábamos en el instituto el ‘’simpático cabrón’. Muy sonriente siempre, impartía una clases que nos divertían y que además facilitaban el entender esas cosas abstrusas de las que trata la FyQ, pero que te metía cada ‘cate’…Eso sí, sonriendo y diciéndote cosas como esta: ¡Ánimo chico! ¡que el mundo no se hunde! Con poco que trabajes apruebas ¡No has pegado ni golpe y has sacado un 2!


A partir de ese momento se fueron haciendo grupúsculos hablando de temas más actuales, por lo que la reunión se disolvió como un azucarillo en agua: poco a poco, sin ninguna turbulencia, y sin darse cuenta ni los interesados

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