sábado, 11 de julio de 2015

Semana del 5 al 11 de julio

Jueves 11 de junio

Al bajar a desayunar les advirtieron que el día había amanecido nublado, pero acordaron seguir con lo planificado, que no era otra cosa que recorrer la ciudad en uno de los autobuses turísticos. Así que el Bigotes se acercó a Recepción para preguntar por ellos, y se encontró con la agradable sorpresa de que no sólo tenían una información exhaustiva sobre los mismos, sino que además podían adquirir los billetes allí mismo.


Así que pertrechados con los tickets correspondientes y convencidos de que lo mejor era evitar paseos matutinos, cogieron un taxi para que les trasladaran a la plaza de San Sebastián que era el único nombre con connotaciones sentimentales para la mayoría de ellos. Al llegar a la citada parada se percataron (y hasta se humedecieron) de que lo de nublado, en Sevilla, significaba que la nube estaba tan baja que envolvía a los transeúntes e incluso mojaba la ropa. Y como a ninguno de los cuatro se le había ocurrido traerse a Sevilla nada que protegiese la ropa ligera con la que habían salido, tuvieron que decidir en qué parte del autobús ponerse: o a cubierto en el piso inferior, o, a la intemperie en la parte superior. Y ocurrió lo contrario de lo que podía preverse: los acostumbrados al txiri-miri, a cubierto; los que no habían visto llover desde febrero, a la intemperie. La ventaja de los que subieron a la parte descubierta fue la de poder elegir sus asientos, pues estaban vacíos casi todos.




Después de un par de paradas y de que la espesa niebla desapareciese, subieron los chicarrones y chicarronas del norte, y se dedicaron todos a escuchar las explicaciones de las audio-guías. Aunque a alguno/a no entendió nada de todo lo que le dijeron durante el recorrido de las antiguas, desiertas y, en algunos casos, deterioradas instalaciones de la Expo 92. Y eso por haber conectado el canal 10 (chino mandarín) y creer que lo que pasaba era que le estaban hablando en un andaluz muy cerrado. A decir verdad, al Tirantes y al Bigotes se les pasaron las explicaciones por otra razón. Se les iba la vista hacia las maniobras  que hacía una joven turista rubia que, culín en pompa y minifalda (el orden de los factores no altera el producto), intentaba secar un asiento que estaba dos filas más adelante y que, por lo que tardó y los kleenex que empleó, parecía que se había mojado por el desbordamiento del Guadalquivir y no por la condensación de la humedad ambiente.



Cuando llegaron a la plaza del Duque, próxima al final de la calle Sierpes, se bajaron para tomar un café en La Campana y, de paso aprovecharse de unos aseos decentes (¿Os acordáis?, problemas con el tabuci).






Y luego, ya se sabe lo que pasa en vísperas de volver a casa,…¡de compras! La primera parada fue en Trucco donde, como se puede uno suponer, no entraron ni el Bigotes ni el Tirantes. Como les habían dicho que iban a ser cinco minutos, se pusieron enfrente, a la sombra, observando a la gente que pasaba, de lo más variopinta, y no quitando el ojo de la puerta de salida de Trucco. Al cabo de un buen rato salieron dos viejecitas y, aunque estaban seguros de que la Chuli y la Bronquios no podían haberse deteriorado tanto en tan ‘’poco’’ tiempo, se aseguraron de que no eran ellas.


Pasó el tiempo…, y el tiempo, y se fijaron en dos monjas que parecía que salían de la tienda, pero desecharon enseguida la idea de que eran ellas disfrazadas por la rapidez y seguridad con que andaban.



Como puede comprenderse, después de un par de compras más se hizo la hora de comer, y se acercaron al restaurante Las Rejas, no sin antes cruzarse con las viejecitas antes nombradas, transformadas casi en jovencitas rozagantes y animadas, tal vez  debido al éxito de sus adquisiciones.


Después de comer y de un intento fracasado para encontrar la tienda de zapatos Mari Paz, igual debido a que la marca ha sido comprada por una cadena  de tiendas de chinos, volvieron al hotel a descansar. Al llegar, el Bigotes y el Tirantes se quedaron en el hall, reconociendo primero y observando después cómo Borrell trataba de vender a una editorial un libro que estaba escribiendo en el portátil que tenía delante, según podía deducirse de sus frases y gestos.

Mientras la Chuli y la Bronquios ‘descansaban’, decidieron dar un paseo hasta la plaza del ayuntamiento para hacer una gestión bancaria, con tan mala fortuna que se perdieron por el entramado de calles que rodea la Catedral y, en vez de utilizar el GPS del móvil cuyo funcionamiento acababan de descubrir, se dedicaron a pedir explicaciones a los que encontraban a su paso. Y así empezaron una serie de indicaciones: ‘’a la derecha, ¡no!, ¡no!, a la izquierda’, ‘mejor sigan recto, y cuando tropiecen con una casa, sigan la calle’,…lo que les obligó a dar más idas y vueltas que a un político para lograr un pacto. Lo único que sacaron en claro de su extenso y pluridireccional paseo fue que el 80% de las jóvenes que circulan por Sevilla, autóctonas o foráneas, tienen tendencia a la obesidad, sobre todo si se las mira por detrás.

Volvieron al hotel, comprobaron que el descanso de la Chuli y de la Bronquios no había sido tal, pues se habían dedicado a hacer las maletas, y quedaron para su última cita en el bar de la azotea.



Y una vez allí,…¡otra sorpresa! Pero esta vez meteorológica, ya que, contra todo pronóstico, la noche sevillana se había tornado ‘’fresquita’’, y la espera de la actuación de un grupo de jazz se prolongó tanto que a los clientes les tuvieron que proporcionar ´´mantitas’’ para evitar posibles enfriamientos o el quedarse sin espectadores para el espectáculo que habían organizado.




Y después de todo esto, al día siguiente, viernes 12 de junio,

‘’CADA MOCHUELO A SU OLIVO’’



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