Semana del 3 al 9 de noviembre
del 2013 (de Bancos)
Esta semana he estado buscando un
sitio donde reposar tranquilo, y la cosa no ha sido fácil. Resulta que la
Parroquia de San Pedro está en obras para evitar que el agua entre por la ya
deteriorada cubierta y haga aun más evidente el mal estado de la techumbre. Los
feligreses, cuando entran a cualquier oficio religioso, se santiguan y miran
hacia lo alto. Y no para hacer sus peticiones, sino para ver si la mancha de
humedad de la bóveda ha aumentado y así poder elegir un lugar que no esté en la
vertical de la misma. Lo que me afecta en realidad es que el andamiaje que han
colocado en el exterior y a todo alrededor del edificio impide a las palomas
asentar sus reales, y han invadido los lugares más insospechados. Para colmo, han
iniciado unas obras de reforma de las aceras en una avenida arbolada que estaba
plagada de estorninos, y estos se pelean ahora con las palomas, buscando
acomodo en otras zonas del pueblo. Por todo ello, decidí desplazarme hacia
Puerto Banús y me instalé en un edificio cerca del mar, muy tranquilo y con
unos jardines donde se asoleaban las personas de edad que residían en él.
Allí pasaban el tiempo, en un
silencio solo interrumpido por los recuerdos que pretendían hacer revivir
contándolos en voz alta. Y entre esos recuerdos había unos que se referían a
las mil maneras que tenemos los humanos para ‘’sacar’’ dinero. Algunas de ellas
amparadas legalmente y a veces con contrapartidas teóricas, como el IRPF, el
IBI, las comisiones de los bancos, las mil tasas del ayuntamiento, los seguros
de coche, de hogar, de vida, de entierro (para qué?),…Y otras de lo más
normales y aceptadas socialmente: pobres de esquina, de iglesia, de
supermercado, de semáforo, de aparcamiento,.. Pero todos los que tenían puestas
las pilas en el sonotone llegaron a un acuerdo cuando trataron de determinar
cuál era la que más odiaban y frente a cuál se encontraron más indefensos en
sus buenos tiempos. Todos coincidieron en que la respuesta a ambas cuestiones
era la misma: los BANCOS.
Voy a tratar de resumir lo que
dijeron sobre lo que puede pasar cuando vas a ‘’meter’’ dinero en un banco y
sobre lo que hay que tener en cuenta cuando vas a sacarlo.
“Meter” dinero
Al abrir una
cuenta corriente o una libreta, debes ser consciente de que va a ser
prácticamente imposible cerrarla. Además, tendrás que decir SÍ a lo siguiente:
SÍ al cobro de una cantidad por
mantenimiento
SÍ a una tarjeta de débito para
que puedes pagar con ella, pero cuya renovación anual te la cobran sin consulta
previa.
SÍ a la inclusión en esa tarjeta de la
posibilidad de sacar dinero, pero cobrándote siempre una cantidad si lo sacas
en otras entidades y/o, incluso, cuando lo haces fuera de las horas de oficina.
SÍ al cobro de porcentajes
variados y variables cuando ingresas dinero en “papel”, por ejemplo, cheques a
tu nombre.
SÍ a la aparición de impedimentos,
salvables ¿claro?, si quiere alguien ingresarte dinero en metálico.
SÍ al cobro de porcentajes
usureros y otras cantidades cuando hay un descubierto, independientemente de
que se ingrese automáticamente a los dos días la nómina o jubilación
SÍ a que surjan problemas, o
cobro de cantidades exageradas, al intentar hacer transferencias que “ellos”
consideren cuantiosas a otra entidad, aunque sea a tu mismo nombre.
Invertir en
fondos que, sea cual sea su tipo y composición, están sujetos a las siguientes
condiciones:
Si los sacas a
destiempo, los intereses se los quedan ellos totalmente, y tú te puedes
dar con un canto en los dientes si no te penalizan y te restan un tanto por
ciento de lo inicialmente invertido.
Si no estás al
“loro” y no has apuntado en algún sitio diariamente visitable, como por
ejemplo, bordando la fecha en los calzoncillos o bragas, te renuevan los fondos
automáticamente por otros cinco años, quedando de nuevo en la posición del
párrafo anterior. ¡Y no te digo lo que puede pasar a tus herederos como no
avises al banco/caja cuando te mueras!
Si lo que
intentas recuperar son unos fondos de pensiones, te quitan de golpe lo que
Hacienda te hubiese quitado año a año en los veinte años que llevas acumulando
tu seguro de vejez, con lo que coges un cabreo que puede llevarte directamente
de la vida laboral a la tumba sin pasar por el estado de jubilado.
“Sacar” dinero
En este caso
te dan todas las facilidades, y una tarjeta, para que no tengas que esperar
turno en la ventanilla. Eso sí, con unas condiciones, cortapisas y limitaciones
en número mayor que las que pone un promotor de viviendas para reparar defectos
de construcción. Se pueden especificar como los mandamientos, es decir, con una
formulación clara y con el NO por delante.
NO sacarás más de la cantidad
permitida, que además la ignoras la mayor parte de las veces, y que no te llega
ni para comprar un cupón de ciegos
NO la emplearás en compras
abusivas, y aunque lo hagas en el Corte Inglés,….
NO emplearas el nombre del
Banco/Caja en vano, ni cualificado con adjetivos soeces cuando el cajero
automático te informe que no la admite o que no da respuesta.
NO jurarás cuando en fin de
semana vayas a un cajero automático del propio Banco/Caja y te diga que está
fuera de servicio, por lo que tendrás que ir en taxi (10 euros) al más próximo,
o pagar comisión en otra entidad.
NO matarás a quien tengas más a
mano cuando te enteres que te has “pasado” y que tienes un cargo por
descubierto.
NO fornicarás en el interior de
las oficinas bancarias cuando te digan que, como no ha habido aviso previo, no
pueden pagarte en metálico ese cheque de más de dos mil euros. A lo más, podrás
desearlo, gritando “¡Que os jo…!” al salir dando un portazo.
CONCLUSIÓN: ¡Qué razón tenían nuestros abuelos cuando preferían cobrar el jornal en
metálico y guardar los ahorros en un calcetín!
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