Quincena del 4 al
17 de febrero del 2018
Han sido quince días de lo que se podría denominar
‘’movimiento compulsivo’’, que se manifestó en la mayor frecuencia de
desplazamientos a Estepona, en estos primeros años del siglo XXI. Que si
celebraciones, reuniones en las que cada cual decía lo que se le ocurría a bote
pronto o lo que se inventaba sobre su propia historia, ágapes con más platillos
que los que sirven en un restaurante chino,…En fin, que la guinda la ha puesto
la ceremonia que tanta impronta deja en la memoria de cualquier infante nacido
a comienzos de los años cuarenta del siglo pasado: la de la imposición de la ceniza
al comienzo de la Cuaresma, acompañada de aquellas cabalísticas palabras ‘’pulvis
es, et in pulveris reverteris’’
Cuando por fin se reunieron todas las gaviotas del grupo en
la zona de la playa que hay junta la estatua de ‘La bailarina’, la primera que
tomó la palabra, sin dejar siquiera aposentarse cómodamente al resto, fue la
Surfi.
- Hoy no os despistéis
ni os hagáis las ‘suecas’. Quedamos la última vez que íbamos a hablar del
‘bullying’, y es un tema que a mi me interesa mucho. Porque recuerdo que me
llamaban la ‘’meona’’ y eso me escocía mucho. Sobre todo cuando me enteré que
era porque tenía los ojos casi siempre enrojecidos y pitañosos, y porque era la
que más pedía permiso para ir a hacer pipí. Y como me daba vergüenza lo hacía
en voz baja, diciendo: ‘’Seño, ¿me da permiso para hacer el ‘uno?’’. Y la seño,
que me tenía ‘tirria’, siempre me contestaba a voz en grito: ‘’¡Hija, vete! Y
como si quieres hacer el ‘uno’, el ‘dos’ o el ‘infinito’
Después de que se fuera amortiguando el sonido de las
carcajadas, el primero que empezó a elucubrar fue el Pirulo, que nunca perdía
la ocasión de mostrar sus capacidades analíticas.
- Mira Surfi, la
cuestión es más compleja de lo que parece. Para empezar, la agresividad de las
personas en la sociedad actual se manifiesta de manera muy distinta a la de
antes. Sobre todo en el entorno de los críos. En tu casa no veías una pelea
aparte de las normales entre hermanos, que se dirimían con la intervención de
los progenitores o la de los hermanos mayores.
-Y en la calle,
complementó el Pisha, lo que hacías era
evitar frecuentar los lugares en los que sabías que estaban las ‘pandas’
rivales, y si las veías acercarse, lo que hacías era tomar las de Villadiego si
es que estabas en inferioridad numérica. Y en caso contrario, sacabas pecho y
te ponías a buscar a tu alrededor elementos arrojadizos para intimidarlos. Y
normalmente no llegaba la sangre al río, aunque más de una vez aparecías en
casa con un buen chichón en la frente o sangrando por la nariz.
- Y en casa, ¿qué?,
añadió el Filloas. Si ponías la radio lo
único que tenías eran radionovelas lacrimosas al estilo de ‘’Ama Rosa’’, o
partidos de fútbol los domingos. ¡Ah! O los humorísticos como el de Pepe
Iglesias, ‘El Zorro’. En cambio ahora, pones la tele a cualquier hora y en casi todo lo que ves hay violencia, sea
gratuita o no: series, reportajes, películas, y…¡hasta en los telediarios!
- ¡Eso, eso!,
confirmó el Borni. Que si ‘’Breaking
bad’’, que si ‘’Los Inmortales’’, que si violencia de género, que si disparos indiscriminados
de gente que está más p’allá que p’acá, que si violencia de estado, que si en
Bélgica,…
La Tatiqui no le dejó seguir
- ¡Borni!, no sigas
por ese camino que ya hemos dicho en muchas ocasiones que ese tema era tabú.
-¡Perdona Tatiqui!,
le contestó el Borni. Que con eso de la
violencia unida a Bélgica me refería a eso de la prohibición de vender
embutidos ‘El Pozo’ por maltrato a los pobres cerdos que utilizan como materia
prima para fabricarlos.
-¡Ya, ya!, soltó
con retintín la Txuri-Txori. ¡Que te
conocemos todos, Borni! ¡Que aun debes de estar escocido por la remontada del
Real Madrid ante el PSG! Y además, si quieres saber algo de maltrato animal
pregunta al experto del Pirulo, que en su infancia y adolescencia era un
experto. Que si emborrachar a nuestras congéneres del río Urumea, que si
‘ensartar guindillas a los pacíficos burros por debajo de la cola, que si…
El Pirulo empezó a hacer gestos de desaprobación bien
visibles y le interrumpió diciendo:
- Deja ese tema,
Txuri-Txori, que estamos hablando de ‘bullying’.
La interpelada, sin cortarse un pelo, le replicó:
- Entonces, ¿quieres
que hablemos de cuando te pusieron en el colegio el mote de ‘’Rompetechos’’
cuando eras pequeño? Y por lo que he oído el mote estaba muy bien elegido pues,
por lo que sé, tenías un buen cabezón y eras de los más bajitos.
- Pues si quieres
hablamos de eso, ¡listilla!, le contestó el Pirulo. En aquellos tiempos, cuando te pasaba algo así, lo que hacías era
buscar un mecanismo de defensa, y tenías tiempo para ello porque la disciplina
que imponían los ‘profes’ impedía que abusasen del mote. Yo recuerdo que hasta
visitaba a los autores del mismo, que eran de dos o tres cursos superiores al
mío, y les sacaba golosinas haciéndoles gracietas y permitiéndoles que acariciasen
mi cabezón, diciéndoles que les iba a dar suerte en los exámenes. ¡Y hasta me
defendían cuando algún otro se sobrepasaba y utilizaba el mote como insulto!
Total que cuando ellos hicieron el ingreso en bachillerato la cosa se fue
olvidando y el remoquete desapareció.
- La verdad es que en
aquellos tiempos los motes y las etiquetas podían provocar situaciones de
aislamiento, pero casi nunca de violencia, añadió el Filloas. Había un control mucho mayor y una autoridad
de los profesores que no se ponía en duda. Así que cuando ellos decían ‘¡Basta
ya!’, o prohibían su utilización, la orden se cumplía sin rechistar. Y no te
digo nada de lo que pasaba si identificaban alguna situación en que se
intentase humillar a alguno por ua característica corporal, intelectual o
social. A la primera de cambio tomaban las medidas para que no se volviese a
producir.
En ese momento llegaron a la
zona unas cuantas gaviotas de las que se refugiaban normalmente en la
parte alta del pueblo, avisándonos de que muchos de los integrantes de la
fiesta carnavalera que se estaba celebrando en las calles próximas al bulevar,
venían hacia el paseo marítimo con bolsas de Maskom cargadas de botellas, por
lo que deducían que iban a transformar la playa en territorio comanche. Así
que, aconsejados por la experiencia y sin despedirse siquiera, abandonaron
todas el lugar.
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