domingo, 26 de abril de 2015

Semana del 19 al 25 de abril del 2015

 

Dan laxantes a las gaviotas y convierten la playa en un caos


Un grupo de chicos jóvenes mezcló comida como patatas fritas con laxantes y la colocaron en la playa. Las gaviotas acudieron a comérsela.






http://www.lasprovincias.es/sociedad/201504/22/laxantes-gaviotas-desatan-caos-20150422191445.html#myModal_video_4189439769001_30103839042899_1_1429724272069
Al rato, todas estas aves se vuelven como locas sobre la playa y empiezan a defecar en la playa. Se pueden ver las reacciones de quienes han sufrido las consecuencias.
(El Mundo Digital del 22 de abril del 2015)

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 Esta semana basta con la noticia. De estos jóvenes humanos no puede fiarse una, pues siempre andan escarbando en sus cerebros buscando maldades que hacer, y enredando hasta con las cosas de comer que, para cualquier ser vivo, debían ser sagradas. Y para acabarlo de arreglar, la Txuri-Txori se ha empeñado en rememorar las diabluras que hacían, hace ya más de 60 años, unos vástagos educados en colegios de pago, asesorados por un adulto con sangre andina y, tal vez, descendiente de los pobladores incas del Machu Pichu. Críos que vivían a orillas del Urumea, y que, en las pleamares, cuando ascendían nuestras congéneres por el cauce del río, primero las camelaban con sabrosos trozos de pan para luego, en el momento en que ya estaban confiadas y volando en círculos próximas a ellos, untar esos trozos de pan en vino, alcohol, y hasta en aguarrás. Y los efectos eran inmediatos: mareos, vomitonas, apertura automática de esfínteres, y vuelos apresurados y sin dirección fija hacia la superficie del río. Y allí deglutir, lo más aprisa que podían y en la mayor cantidad posible, cantidades suficientes de agua fresca para diluir los efectos de tales porquerías, y expulsarlas lo más rápidamente que podían de sus organismos.

En fin, que no nos han quedado ganas de comentar nada, y hemos decidido sobrevolar las terrazas de los alrededores y alegrarnos la vista con las primeras manifestaciones de la primavera.




HIPEASTUN: CADA VARA DA CUATRO FLORES
ESTE AÑO UNA HA DADO SEIS


RINCÓN DE LA JARDINERA


ROSAL CHINO

domingo, 19 de abril de 2015

Semana del 12 al 18 de abril del 2015 


ALGUNOS DE NUESTROS LUGARES DE REUNIÓN



LA PARROQUIA


LA TENENCIA DE ALCALDÍA

Esta semana, cuando nos hemos reunido, se respiraba un ambiente más relajado y alegre. Y debía ser porque los primeros que han llegado han empezado a comentar, con la compañera que tenía más próxima, las frases que había oído en sus ratos de descanso en lugares cercanos a cafeterías, kioscos y salidas de supermercados. Y a cada una de las frases, cada ‘cuala’ decía lo primero que se le venía a su pequeña, pero bien amueblada, cabeza. Y para evitar que la diversión se disgregara en corrillos más o menos numerosos hemos decidido organizarlo de manera que una enunciase esas frases y, después de oír cada  una de ellas, el resto interviniese ‘ad líbitum’ con los comentarios que se le ocurriesen. Y, más o menos, la reunión se ha desarrollado de la siguiente manera.

‘’Si una de las patas falla, el proyecto está cojo’’
(Diario Sur, 13 de abril del 2015)

- ¡Ahora me entero que un proyecto tiene patas!, dijo la Surfi. Ahora entiendo el por qué de la desaparición de los proyectos anunciados por los políticos. En cuanto ganan las elecciones, sus proyectos, de tan manoseados, se dan a la fuga. Incluso los que tienen que salir corriendo a la pata coja.

- Surfi, no seas tan pesimista, le contestó el Guindilla. Lo que pasa es que los proyectos de los que hablan son los que tienen como fin el sentarse en un buen sillón, y si al sillón le falta una pata…, pues se desloman.

- Y si lo del proyecto es lo que dice el Guindilla, complementó el Filloas, como no seas muy amigo del jefe que reparte sillones (primera pata); tengas una corte o una cohorte, que en las legiones romanas era de 600 hombres, de pelotas aduladores, seguidores, tuiteros, o como quieras llamarlos (segunda pata); te asegures un buen puesto de salida en las listas electorales (tercera pata) y, por último, te cameles a los electores de la circunscripción en que aparezcas o convences a los que no te pueden ni ver para que se queden en casita en vez de ir a votar (cuarta pata). Y si no tienes estas cuatro patas, ¡lo tienes claro! Aunque siempre existe la posibilidad de que, si cuentas con la primera pata puedes conseguir que te nombren celador interino en un hospital, porque el resto de puestos ya están ocupados por interinos de elecciones anteriores.

- Pues a mí, interrumpió el Pisha, una de las frases que más me ha gustado es

‘’En el cerebro humano adulto no nacen neuronas’’
(ABC digital del 13 de abril)

Y después de pronunciar la frase un par de veces con voz muy engolada, prosiguió

- Pues por lo que veo por la tele, a más de uno no le nacieron neuronas ni en su niñez ni en su juventud. Y las pocas o muchas que tuvieran, se murieron de ‘inanición, por haber estado en situación de paro de larga duración, o porque no las hacían funcionar y se suicidaron.

- Tú, Pisha, siempre tan exagerado, dijo la Tatiqui. El problema es que hay otras teorías que defienden que las neuronas del cerebro se van regenerando a lo largo de la vida, y lo importante no es tener pocas o muchas, sino bien relacionadas y con múltiples interconexiones.

- No pongas paños calientes, contraatacó el Pisha. Que el que tiene cuatro o cinco neuronas pocas relaciones puede establecer por mucho cableado que pusiese en juego. ¡O por muy ‘cableado’, en chino, que estuviese! Y si queréis seguir en el campo científico, ahí va otra.

‘’Para que exista vida hace falta mucho más que agua’’
(Diario Sur del 13 de abril)

- Y si alguien no se lo cree, que venga a comer a mi tierra, dijo la Txuri-Txori. Eso ya lo sabían nuestros ancestros y, sin necesidad de retroceder tanto en el tiempo, a nuestros peones camineros de hace 60 años o así, después de una jornada con los ‘mandos’ de Vías y Obras de la ‘’Dipu’’, les montaban una comida de siete u ocho platos.

- Y si la frase se refiere solo a los líquidos, complementó el Pirulo, a ver quién tapea unas gambas o un buen jamón sin una copa de manzanilla, una buena caña o un rebujito. Y a vosotros, Filloas, que os dais esas ‘hartás’ de lacón con grelos o de empanada, ¿cómo os afecta la frase siguiente?

Y con un poco de pitorreo, declamó más que dijo

‘’Comemos demasiado, muchas veces para tapar vacíos existenciales’’
(Diario Vasco digital  del 13 de abril)

- Pues me parece que el que la ha escrito no ha experimentado lo que es la morriña, que cuando te viene, no se te va ni comiendo. Además, por el sitio donde dices que se ha publicado, la frasecita se refiere más a tus conciudadanos que a nosotros, Txuri-Txori.

- Te contesto acogiéndome a mi derecho a responder por alusiones personales.

Ante esas palabras y el simultáneo ahuecamiento del plumaje de la Txuri-Txori, se produjo un abucheo espontáneo del resto que, cuando se atenuó, permitió que la aludida prosiguiese, muy digna, su intervención.

- Para que os enteréis. Cuando nos reunimos de comilona, como vosotros decís, o de celebración gastronómica como le llamamos en familia, es porque tenemos algo que festejar o, en casos especiales o con grupos de personas específicas, algo que planificar, tramar, impulsar o, incluso, alguien al que camelar. Pero nunca, repito, ¡nunca!, por vacío existencial, a no ser, claro, el del propio y personal aparato digestivo. ¡Vacío existencial! ¡Si en nuestro ser interior, o como se diga, todavía rememoramos las vivencias de nuestros ancestros, desde aquellos que impidieron a sartenazos la entrada de los romanos en la Vasconia. Y además…

- ¡Para, para! ¡Que te has embalado!, le interrumpió el Borni. Y no chupes tanta cámara que a los demás también nos gusta intervenir. Y ya que estáis insinuando que algunos tenemos o tienen  pocas neuronas y mal conectadas, ahí os lanzo un par de frases que no necesitan ni media para entenderlas

‘’España no ganó el mundial, lo ganó Cataluña’’
(ABC digital del 14 de abril)

Y esta tampoco tiene desperdicio y que aclaro, para los que no lleguen a entenderla, que se refiere a una competición, y da igual de lo que sea.

‘’No es lo mismo acabar octavo que decimoquinto’’
(Diario Vasco digital  del 13 de abril)

En ese momento nos dimos cuenta la mayoría de que la Surfi llevaba ya rato haciendo aspavientos y dando saltitos no sabíamos si  para llamarnos la atención o porque se aburría soberanamente. El caso es que unas cuantas nos volvimos hacia ella, y la animamos a intervenir. Y no dudó ni un segundo en hacerlo.

- A ver si las que sois más leídas y vividas me aclaráis eso de las metáforas políticas. Después del lío que me habéis montado con eso de las patas de un proyecto, tengo aquí una frase que se las trae.

-¡Venga Surfi! ¡No marees la perdiz y suéltala ya de una vez!, exclamaron varias al unísono.

- ¡Ahí va! Decía así

‘’Somos la alternativa para tener otra piel, una piel sensible a los problemas de los ciudadanos’’
(Diario Sur del 13 de abril)

Al Pisha le faltó tiempo para contestar

- ¡Tú no te preocupes, Surfi! Que con la crisis y los problemas que hay, si encima tienen la piel sensible a esos nuevos problemas, les van a dar unas alergias de campeonato y estarán rascándose toda la legislatura.

Estaba anocheciendo y la Tatiqui, para evitar lo que había ocurrido otras veces y que, en muchas ocasiones traía consecuencias ‘’non gratas’’ para las relaciones internas del grupo, propuso ir de tapeo por los chiringuitos, ¡bueno!, por los contenedores de los mismos, cosa que, a pesar de resistencias parciales, se acepto casi por unanimidad.

Nota.- Lo ocurrido otras veces era que, al amparo de la oscuridad, algunas de las más rencorosas o más bromistas soltaban puyas con graznidos a los que imprimían tonos para que pareciesen provenir de otras y, casi siempre, dirigidos a la Txuri-Txori o al Borni que, por su incorregible suspicacia, siempre creían que les estaban atacando en sus sentimientos más íntimos e independentistas. Y, a consecuencia de ello, la propia Tatiqui tenía que emplearse a fondo para que las cosas (relaciones, ambiente en general,…) volviesen por sus cauces normales. 


LA PRIMERA ROSA.... DEL VECINO


domingo, 12 de abril de 2015

Semana del 5 al 11 de abril del 2015 (Viaje a Japón IX)


En cuanto se juntó toda la panda de gaviotas esta semana, el Pirulo, todavía enfadado por la interrupción de la lectura de la semana anterior, les impuso a todas el único castigo que tenía a mano: acabar la lectura del Viaje a Japón que habían interrumpido con sus graznidos. Las incipientes protestas que se produjeron las cortó de raíz la Tatiqui, aduciendo que toda conducta que se salga de las normas del funcionamiento del grupo debe tener su corrección creando una situación semejante a la que creó la desviación de la misma, y aceptándola de antemano. Así que se procedió a la lectura, aunque más de una manifestó posturalmente que se hacía la ‘’longui’’ intentando de esta manera demostrar su oposición a la medida tomada, y dedicándose a observar la explosión de la primavera que se manifestaba en las terrazas de los alrededores


NARANJO EL 1 DE ABRIL


NARANJO EL 3 DE ABRIL





9 DE ABRIL: LA PRIMERA ROSA



Día 26 de junio del 2005 (Final del día)

Antes de expresar, como buenamente pueda y recuerde, cómo fue aquella cena típica japonesa, voy a intentar forzar mis neuronas y tratar de reflejar las características y rasgos de una compañera de viaje. Y eso porque, hasta el momento, se había constituido ella solita en nuestra particular ‘mosca cojonera’ por sus intervenciones para la galería con las que pretendía mostrarnos a todos el dominio que tenía tanto en relación con las informaciones que nos daban los sucesivos guías que tuvimos, como para intentar que resolviésemos, siguiendo sus consejos, cualquier situación por extraña que nos pareciese.

Según informaciones aportadas por ella misma, era asturiana, y había estado trabajando en China en el campo de la sanidad. Y afirmo que en el ‘campo de la sanidad’ porque a veces daba datos que inducían a pensar que su papel había sido el de una enfermera y otras, dejaba caer datos difusos para hacernos creer que sus funciones podían parecerse a las de una psicóloga. Aunque por el léxico que utilizaba, la manera de expresarse, y sus gestos de autosuficiencia en los momentos más insospechados, yo no me hubiese puesto en sus manos ni para una inyección intramuscular y, ni soñando, para una intravenosa.

Cuando bajamos al comedor y nos pusimos en manos del maître o como se llame en japonés, tuvimos la primera sorpresa agradable: no había una única mesa para el grupo de turistas al que pertenecíamos, sino que nos colocaron en una mesa de cuatro plazas, pero para nosotros solos. Aunque a decir verdad, estuvimos intranquilos y expectantes hasta que el maître colocó a otros compañeros de viaje en mesas distintas. Como era una cena en la que no teníamos que preocuparnos en descifrar o adivinar lo que ponía en la carta, sino sólo esperar a que nos pusieran delante lo que tuviesen programado, nos dedicamos a observar a los pocos comensales que había en el comedor. Y, en primer lugar, cruzamos la mirada con la de una pareja japonesa que nos sonrió educadamente al mismo tiempo que inclinaban la cabeza, y, en la mesa contigua a ellos,…¡la asturiana! Ensimismada, a lo suyo como siempre, y de la que desviamos rápidamente la mirada para evitar que la cruzásemos con la suya, hecho que podía tener consecuencias imprevisibles.

No nos dieron tiempo a plantearnos ni cómo íbamos a dirigirnos al maître, ni siquiera a decidir la bebida pues, antes de que nos diéramos cuenta, nos habían `plantado’ delante de cada uno, una bandeja con distintos productos que supusimos comestibles. Lo que sí distinguimos enseguida fue un recipiente, no recuerdo ahora si individual o para uso compartido, que contenía un caldo al que solo le faltaban las burbujas para confirmar que estaba no caliente ni muy caliente, sino prácticamente en ebullición. Observamos atentamente los distintos vegetales que teníamos disponibles, la mayoría de ellos ya cocinados y aptos para el consumo directo, y levantando casi al mismo tiempo la vista, nos miramos con una expresión mitad de asombro mitad de interrogación, pues habíamos identificado, al unísono, una no despreciable cantidad de tiras de carne, pero que estaban…¡crudas! Y con medias palabras para no llamar la atención, complementadas con gestos significativos, nos empezamos a hacer una serie de preguntas: ¿primero el caldo?, ¿echamos las verduras al caldo?, ¿masticamos primero la carne cruda y nos ayudamos a pasarla por el gaznate con sorbitos de caldo?, ¿mezclábamos la carne con la verdura para ver que pasaba?,…¡Y encima con palillos!, lo que podía provocar un ‘’desparrame’’ que no iba a tener nada que envidiar al que origina un bebé cuando se le deja solo con un potito y una cuchara.

Mirando de soslayo, nos dimos cuenta que la asturiana también estaba en la fase de observación y que, dada nuestra experiencia de sus meteduras de pata, no era persona fiable para pedir consejo en tales circunstancias. Entonces nos dimos cuenta por el rabillo del ojo, y gracias a la visión periférica que aun conservábamos a pesar de la edad, que la pareja japonesa nos estaba mirando. Volvimos la cabeza hacia ellos y, por gestos y sin perder la sonrisa, nos indicaron que debíamos coger las tiras de carne e introducirlas en el caldo caliente, y dejarlas allí hasta que el grado de cocción fuera de nuestro gusto. Nos acordamos de las fondues que habíamos tomado con buenos tacos de solomillo y sabroso aceite de oliva virgen, y nos pusimos a la faena. Cuando ya habíamos cogido el tranquillo a la cosa, estábamos cenando relajadamente y disfrutábamos de los nuevos sabores, miramos subrepticiamente hacia la mesa donde estaba la asturiana, y vimos que…¡se estaba comiendo la carne cruda! Nos sonreímos y seguimos con nuestra cena, más convencidos aún de que la autoestima exagerada no es buena consejera.

Volvimos a nuestra habitación donde comentamos las novedades con las que nos habíamos encontrado a lo largo del día y que, o nos habían llamado la atención, o era algo que habíamos descubierto y que podían ser muy útiles para nuestros viajes futuros.

Entre las primeras, estaba el sistema de limpieza de ceniceros de pie que había en las entradas de todos los hoteles, pues ya en aquel tiempo y por aquellos lares estaba prohibido fumar en la mayoría de los lugares de uso público cerrados. Tales ceniceros eran receptáculos rellenos de una especie de grava blanca como la nieve. Cada cierto tiempo pasaba alguien del personal del hotel con guantes blancos e impolutos, y provisto de un pequeño cedazo con el tamaño de malla adecuado. Cogía el receptáculo que hacía las funciones de cenicero, lo vertía sobre el tamiz que mantenía sobre otro receptáculo semejante, lo agitaba suavemente para cribar el contenido y, en pocos segundos, tenía la grava limpia por un lado y las colillas sobre la malla que, naturalmente, iban a para inmediatamente a una bolsa de plástico que siempre dejaba a sus pies.

Entre lo útil para nuestros viajes, fue lo referente a algo que casi nunca habíamos practicado y que, a partir de ese momento, ha sido una costumbre que hemos practicado en la mayoría de estancias en hoteles que hacemos desde entonces. Y es que descubrimos lo barato que salía comprar bebida y dulces en cualquier pequeño comercio de alimentación que tiene de todo y que siempre existe en las proximidades de los hoteles de cualquier población por pequeña que sea. Y a nuestra edad, en la que es conveniente y hasta necesario cenar austeramente, esa costumbre te permite hacer las reservas en la modalidad de habitación con desayuno que, con los buffet que ofrecen en la actualidad y un picoteo al mediodía puedes llegar a la noche sin ninguna ‘hambruna’.

Y después de regodearnos unos minutos con la imagen de la asturiana comiendo carne cruda, añadimos imágenes y comentarios que nos facilitaron conciliar el sueño con una sonrisa.

Al acabar la lectura, y al ver que la mayoría tenía una expresión más o menos mohína, la Tatiqui animó al grupo a volver a nuestro estilo desenfadado, a pesar de lo cual algunas seguían como que zureaban pero lo que emitían eran pequeños graznidos que no se sabía si eran naturales o provocados por una incipiente afectación de la siringe. Todo ello daba como resultado de que se pudiesen percibir graznidos suaves en tonos bajos que intentaban manifestar el mal humor de algunas. Menos mal que el Pisha no necesita nunca que le ‘empujen’ para abrir el pico, con la ventaja de que siempre lo abre para plantear algún tema al que entra el resto de cabeza sin cortapisas y sin plantearse las consecuencias de sus intervenciones.

- Lo mejor que he oído y visto en estos días es eso de que ‘’…ha habido un gran fraude aunque nunca ha sido un gran plan.’’ ¡He dicho! Lo mejor hubiese sido al revés, es decir, un gran plan pero sin un gran fraude. Conclusión personal, alguien ha planificado muy bien su gran fraude.

La Txuri-Txori, siempre tan racional y tan lógica, le interrumpió diciendo:

- No sigas Pisha, que al final no vamos a saber si un fraude es un gran plan o que un plan cualquiera puede acabar en un gran fraude. Aunque lo que yo no entiendo es cómo un gran fraude que dura más de un lustro puede sostenerse sin estar basado en un buen plan. Por lo que se dice, lo mejor para hacerse con dinero es conseguirlo sin plan alguno, a la brava.

- ¡Eh, Pisha! ¡Y los vuestros pareciéndose cada vez más a los nuestros!, dijo el Borni. Y creo que tenéis razón. La culpa de todo es de los de Madrid. Que no disponéis de dinero para sanidad o educación, pues eso no es porque se va por otros desagües no controlados, sino porque Madrid no os paga lo que debe. Que no podéis formas gobierno porque habéis cabreado a todos durante meses, pues la culpa es de los de Madrid porque son unos picajosos y ni se rascan cuando dices lo que dices durante la campaña electoral, y ahora no quieren colaborar. ¡Es un sistema genial! Y cuando ya no le hagan ni caso, que se organice un viaje por el exterior para promocionar la Feria de Sevilla.

- Nosotros no podemos ni hablar, como ese que ha dicho que él, aunque fuese Jefe, no sabe nada de nada de los fraudes porque solo es un sencillo maestro y de leyes…, intervino medio compungido el Filloas. Bastante tenemos con ponernos a secar en los pocos momentos que sale el sol por Finisterre. Como siga el tiempo así, es decir, que cuando la borrasca  entre por el norte nos llueva y si entra por el sur también, vamos a tenernos que inventar algún instrumento para quitarnos el musgo que nos está saliendo entre las plumas.

- Pues os invito a todos a veniros por mi zona, nos planteó el Guindilla, que os buscaré una zona tranquila en las proximidades del Peñón, ya que comida no faltará pues ya se han ido  los visitantes de Sotogrande y las sobras que dejan son casi, casi como las de un restaurante con tres estrellas Michelín.

Las conversaciones fue decayendo de manera natural, y el aumento de la fuerza de las rachas del levante ayudó a que cada uno fuese tomando las de Villadiego sin que los demás ni nos diésemos cuenta.

sábado, 4 de abril de 2015

Semana del 29 de marzo al 4 de abril del 2015 (Viaje a Japón VIII)

Cuando nos hemos reunido todas, nos hemos dado cuenta que esta campaña electoral y sus consiguientes votaciones nos habían dejado para el arrastre. Ninguna tenía ganas de hablar ni de comentar lo que había visto y oído en estas dos o tres últimas semanas, así que hemos decidido seguir con la lectura de los recuerdos del viaje al Japón de nuestros jubilados.

Día 26 de junio del 2005 (Segunda parte)


Después de comer y descansar un rato, los que no desertamos del programa previsto y anunciado nos fuimos a visitar el famoso Castillo de Inuyama. Era un castillo medieval declarado Tesoro Nacional y, por lo que nos comentaron en inglés, de los más antiguos y mejor conservados, eso sí, después de varias restauraciones.




Además tenía prácticamente pegado a su estructura exterior un árbol casi tan antiguo como él, y con la particularidad de que le había salvado de la desaparición, pues le había servido de soporte durante un fuerte terremoto de los que abundan por allí.



Convertido en museo, lo más llamativo de lo que exponían eran los trajes de los famosos samuráis que, como con nuestras armaduras medievales, nunca entenderíamos cómo podían hacer la guerra con esa pesada vestimenta. Por lo que observamos, dedujimos que tendrían que ponérselos en la planta baja y cerca de la salida, pues las primeras escaleras con las que nos topamos al entrar, y debajo de las cuales tuvimos que dejar nuestro calzado, tenían una contrahuella que nos forzó a subir casi a gatas.

Con las primeras sombras de la noche, nos llevaron otra vez hasta la orilla del río, para embarcarnos en una especie de canoas desde las que íbamos a contemplar una de las costumbres ancestrales de los antiguos pescadores de las orillas del Kaso Gawa: la pesca con cormorán. Nos dejamos llevar por la corriente hasta el centro del río, y allí nos dispusieron a las canoas de los turistas en torno a las embarcaciones desde las que se iba a realizar dicho sistema de pesca. Mientras se hacía completamente de noche, nuestro barquero, que debía ser un profesional de la zona que tenía que haberse jubilado hacía unos cuantos años pues ya no volvería a cumplir los 70, nos deleitó con sus historietas contadas con un inglés chapurreado que, a los que no habíamos mejorado el nivel de inglés adquirido en la ESO, nos venía muy bien ya que lo entendíamos casi todo. Nos comentó la ‘’invasión’’ textil que habían sufrido por parte de China aunque, por lo que nos explicó, no tenía ningún parecido con el comercio al que nos referimos cuando contestamos a alguien eso de ‘’Si no lo encuentras en un ‘chino’, es que no existe’’.

Cuando cayó del todo la noche, comenzó el espectáculo en el que pudimos comprobar la capacidad de organización y de detalles que puede poner en juego el pueblo japonés incluso cuando debe incluir en su desarrollo elementos naturales vivos, como peces y cormoranes. O igual era porque lo peces de aquel río ya los tenían amaestrados.

Lo primero que hicieron las embarcaciones que iban a iniciar la pesca fue colgar de unas pértigas de unos dos o tres metros de largas, una especie de cestas hechas con flejes metálicos en las que habían introducido algún material inflamable. Una vez prendido fuego al material que fuese,, uno de los miembros de la tripulación cogía la pértiga y movía la cesta luminosa cerca de la superficie del agua. Lo cual me recordó a mí lo que nos habían explicado sobre la pesca de la anchoa en el Cantábrico. Que lo primero que se dieron cuenta los arrantzales vascos fue que las mejores capturas  las hacían las noches de luna llena y cielos despejados. Que en esas circunstancias, los cardúmenes de anchoa ‘’plateaban’’ cerca de la superficie, lo que permitía una pesca rápida y abundante. Y en cuanto tuvieron los medios adecuados salieron a pescar cualquier noche con un buen foco de luz con el que engañaban a las pobres anchoas con esa falsa luna llena. Pues a los pobres peces del Kaso Gawa, lo mismo.



Cuando vieron los destellos plateados de los peces cerca de la superficie, soltaron a los cormoranes. Lo de soltar es un decir, ya que el tripulante que los fue poniendo de uno en uno en el agua, los mantenía unidos a él mediante un cordel que sujetaba en su mano derecha donde, al final de la operación, tenía ocho o diez cordeles. Y entonces venía la parte más difícil, pues dicho tripulante tenía que estar atento para ver qué cormorán atrapaba un pez, identificar el cordel que lo sujetaba entre los ocho o diez que tenía en la mano, tirar de él para acercar el cormorán a la borda de la embarcación, alzarlo y quitarle el pez del pico, y lanzarlo de nuevo al agua. Y hacer esto siendo responsable de ocho o diez cormoranes tenía que suponer el tener una agilidad visual y manual especial, provocando unas imágenes de aleteos, resistencia a ser arrastrados, movimientos del responsable,…, que era lo que constituía un verdadero espectáculo que, debido a la única iluminación de las luces que pendían de las pértigas, era de luces y sombras, en las que solo se adivinaba a sus protagonistas.



En esos momentos, algún entendido en especies de aves marinas preguntó, asombrado, cómo los cormoranes no se tragaban automáticamente los peces que capturaban, de la misma manera que lo hacían cuando estaban en libertad. Y, por lo que nos explicaron, el truco era muy sencillo. No es que los tuvieran amaestrados o con el buche lleno, sino que el cordel que los sujetaba estaba unido a una anilla que llevaban al cuello, y que era de un diámetro suficientemente pequeño para impedir que el pez, por su tamaño, pudiese pasar por el conducto que, en los cormoranes, une el pico con el buche. De ahí los movimientos bruscos del cormorán y la rapidez con la que le acercaban a la barca para imposibilitar que, en esos segundos, el cormorán, harto de intentar tragarse el pez, lo soltase.

Cuando llegué a este punto de la lectura referente al ‘’anillado’’ de los cormoranes, no me dejaron seguir, y empezaron todas a graznar con distintos tonos e intensidades

- ¡Serán maltratadores! ¡Y todo para hacer sushi! ¡Ahora comprendo yo que lo de la limitación de cazar ballenas les importe un pimiento

- ¡Una anilla bien prieta les pondría yo a esos japonesitos donde yo me sé! ¡Y no podrían ni reproducirse!

- ¡Sí, señor! Y yo pondría una de esas anillas, pero provista de alta tecnología y con una nano-cámara, a todos los políticos. ¡Así estarían controlados en todo momento!

- ¡Eso, eso! ¡Y esas cámaras no podrían desactivarse ni en los servicios! ¡No habría ni comisiones ilegales, ni cursos fraudulentos, ni mariscadas de ‘trabajo’!
-….
Y acabo, porque esto era de lo poco que podía reproducirse. Sería porque habíamos vuelto un ‘poco’ estresados de tanta corneta y tanto tambor de Semana Santa.

miércoles, 1 de abril de 2015

Semana del 22 al 28 de marzo del 2015


Semana post-electoral y Semana de Pasión simultáneamente y sin diferenciarse. Las gaviotas estamos ‘’descangallás’’ y con la esperanza de recuperarnos la próxima semana. A ver si renacemos como esta higuera que hace menos de un mes tenía sus ramas más peladas que la cabeza del Varoufakis.




Y el naranjo a 1 de abril