domingo, 25 de mayo de 2014

Semana del 18 al 24 de mayo del 2014

El Filloas, que se ha ido con el resto del grupo, me ha dejado como herencia su morriña. Esa que le da cuando pasan más de 48 horas fuera de la ‘terras galegas’. Aunque lo mío, más que morriña es añoranza de tiempos pasados, aquellos en los que nos atrevíamos con todo y no nos daba pereza ni atravesar el Atlántico. Y como me había quedado solo con mis recuerdos y con esta semana de lluvias que aquí no han sido ‘’ni chicha ni limoná’’, me he dedicado a rememorar tiempos de juventud.

Aun viene a mi memoria aquel viaje que iniciamos hace más de 30 años después de convencernos la Tatiqui que iba a ser el comienzo de una andadura que no íbamos a olvidar. Y en esto último tenía razón, aunque la historia que voy a contar es la mía y, por tanto, distinta de cualquier otra que, de las mismas situaciones, reconstruya cualquiera de los integrantes del grupo que participamos. Además, a mi siempre se me ha dado bien eso de adornar las cosas con detalles más imaginados que reales, y que convierten mis ‘historias’ más en novelas que en descripciones objetivas de sucesos.

Iniciamos el viaje en Cái, para despedirnos del Pisha que no nos acompañó en aquel viaje y al que encargamos que se preocupara de cuidar nuestras zonas de influencia para que no las encontráramos con okupas a nuestra vuelta. Descansamos unos días en Canarias y desde allí, después de varios intentos fallidos, logramos aprovechar las corrientes de aire que nos permitieron alcanzar las costas de Brasil sin demasiados agobios. ¡Ay Copacabana e Ipanema! ¡Qué gaviotas y gaviotillas circulando de un enclave a otro!¡No volaban, danzaban!¡ Qué picos, qué pectorales!


La Tatiqui, viendo que aquello podía derivar en una desbandada mayor que las que provoca el ‘’loco Aguirre’’ en tiempos del descubrimiento de América, aceleró el viaje por las costas brasileñas y casi sin darnos cuenta estábamos a la entrada del río de la Plata. La Tatiqui nos agotaba todo el día para que no tuviéramos fuerzas para abrir el pico ni para protestar. Primero sobrevolando la cuenca del río de la Plata remontando el Paraná; luego por la cuenca del Amazonas, siguiendo el curso del río Grande o Guapay, hasta llegar al Yapacaní. Y aquí nos enteramos por fin de cuál era nuestro destino final: Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Y como la meta estaba a no muchos kilómetros, hicimos un descanso, por cierto muy merecido, que la Tatiqui aprovechó para empezar a mostrarnos las costumbres de los humanos cruceños, que consideraban este lugar como espacio para compensar, durante el fin de semana, las fatigas laborales del resto de los días.

RIO YAPACANÍ- 1981


Lo primero que nos llamó la atención en aquellos tiempos en los que la Costa del Sol estaba en pleno apogeo, fue que había gente haciendo…¡esquí acuático! Y eso que por el río Yapacaní fluían unas aguas con tal cantidad de barro o tierra en suspensión que el que perdía el equilibrio emergía de un color tal que te costaba distinguir si era ‘morenito’ e iba desnudo, o, era ‘blanquito’ pero con una buena capa de tierra boliviana.

Al mediodía, y con los buches más vacíos que los bolsillos de un jubilado el día 20 de cualquier mes, nos instalamos en la orilla, cerca de una serie de pre-chiringuitos que si los comparamos con los actuales de San Pedro de Alcántara, éstos son restaurantes con un par de estrellas Michelin, por lo menos. Y de sobras, ¡qué vamos a contar!. Si a alguno de los humanos se le ocurría pedir surubí, que es un pescado abundante en aquellos parajes, ¡vale!, alguna raspa caía. Pero es que lo que algunos comía, por probar un plato típico del lugar, era…¡armadillo! Y de esos animalitos lo único que quedaba para nosotros era…¡la coraza! Y como no la aprovechásemos para afilar el pico…

Después de comer, sobrevolamos la zona que estaba colonizada por arbustos y matorrales. Y nos llamó la atención la conducta de algunos humanos y humanas. Tanto ellos como ellas paseaban aislados adentrándose en la maleza. Al cabo de un rato, ellos se paraban, permanecían inmóviles unos minutos fijando su mirada en lontananza, y volvían hacia los chiringuitos. Ellas, en principio, tenían una conducta semejante: entraban sorteando matorrales y evitando la trayectoria de otros/as paseantes, con la particularidad de que si coincidían con la trayectoria de alguien del sexo opuesto, la divergencia respecto al recorrido posterior de ambos era exageradamente superior a si la coincidencia se producía con alguien del mismo sexo. Al final acababan también parándose aleatoriamente, sin criterio ninguno, como los varones, pero en vez de quedarse mirando hacia el horizonte, se agachaban, permanecían unos minutos ocultas a la vista, se levantaban, y volvían al lugar de partida o alrededores, pues la orientación no era fácil entre tanto arbusto y matorral. Cuando ya llevábamos un rato haciendo cábalas sobre posibles explicaciones de esta insólita conducta humana, la Tatiqui, después de hacernos saber que éramos ‘’más cortos que las mangas del chaleco de un peón caminero’’, nos aconsejó que observáramos la conducta previa de esos humanos, y no pusiéramos tanta atención en los últimos resultados de la misma. Y entonces caímos en la cuenta de cuál era el proceso general:

1.       Paseo de un grupo de turistas por la calle valorando chiringuitos y objetos que ponían a la venta los propietarios de lo que podíamos denominar, con mucho optimismo, tiendas de recuerdos.

2.       Uno del grupo iba entrando a preguntar algo a los que regentaban los distintos establecimientos, saliendo de los mismos con expresión de desencanto y cada vez más acelerado.

3.       Después de tres o cuatro intentos, esa misma persona iniciaba el recorrido que ya habíamos observado desde el aire.

Por tanto, la conclusión a la que llegamos era la más simple y natural: no existían servicios en ningún establecimiento de la zona, y la periferia se utilizaba como mingitoria público y al aire libre.

Después de descansar el fin de semana, subimos o bajamos (ya ni me acuerdo) hasta Santa Cruz de la Sierra por el cauce del río Piraí, y la sobrevolar esta ciudad, que por entonces tendría alrededor de medio millón de habitantes, nos asombró su diseño urbanístico: círculos concéntricos alrededor de la plaza principal y según la Tatiqui, que en aquel entonces era para nosotros la Wilkipedia de uso diario, en cada corona circular estaba todo sectorizado por carreteras radiales que salían del centro, y provista de todos los servicios necesarios de educación, sanidad,…


SANTA CRUZ DE LA SIERRA- 2013

Después de estar un rato viendo los detalles del diseño desde el aire, acordamos sentar nuestros reales en la Plaza principal, mimetizándonos con las palomas para evitar reacciones gaviotofóbicas, muy normales tierra adentro. Una vez advertidos por la Tatiqui de que tuviésemos cuidado con las sobras con las que nos íbamos a alimentar, pues allí había cocaína hasta en los cubos de basura, nos dispersamos por la ciudad, de la que aún quedan muchos recuerdos que ya contaré en otra ocasión.


PLAZA 24 DE SEPTIEMBRE- 1981

Y tras de llevar una semana oyendo a los políticos de todos los colores y nacionalidades no me puedo resistir a acabar esta crónica con una frase que Jonas Jonasson  cita en su novela ‘’La analfabeta que era un genio con los números’’, y que atribuye a Einstein

‘’La diferencia entre la estupidez y la genialidad es que la genialidad tiene sus límites’’

domingo, 11 de mayo de 2014

Semana del 4 al 10 de mayo del 2014


PLAYA DE LA VICTORIA-CÁDIZ

Seguimos en Cádiz. Algunos proponían remontar el Guadalquivir para ver qué podíamos ‘pescar’ en el recinto de la Feria de Sevilla, pero desechamos casi unánimemente la idea, pues suponía un gran esfuerzo para tan poco premio ya que, últimamente, la gente no deja ni las raspas.

Nos instalamos en el extremo más oriental de la playa de la Victoria, en lo que denominan Baluarte de la Cortadura, y allí comenzamos lo que podía denominarse una charla de café, es decir, como esas de los humanos en las que dan más importancia al café y la copa que al contenido y enjundia de lo que se comenta.. Y como casi  siempre, fue el Pisha quien lanzó el anzuelo para ver si picaba alguien.

- ¡Anda que estos políticos no saben qué decir para llamar la atención! ¡Mira que equiparar a Jesucristo, el Ché Guevara y Felipe González! (ABC digital del 07/05/2014) Supongo que su intención es buena: atraer votos de todos lados.

- Pues menos mal que no ha nombrado a otros personajes. Por lo menos esos no creo que estén imputados en el caso de los EREs, dijo la Surfi haciendo alarde de su interés por los temas políticos.

- ¡No entendéis nada!, y con esta sentencia inapelable, la Tatiqui nos ilustró con su explicación. Lo que ocurre es que no ha hecho más que describirnos su itinerario vital. Primero amó al prójimo desde el corazón (Jesucristo). Al cabo de un tiempo se dio cuenta que aquello no funcionaba con los resultados apetecidos, y se dedicó a amar al prójimo desde las barricadas, desde y con las bases (Ché Guevara). Pero al final, cayó del guindo y vio que lo mejor y más ‘provechoso’ era amar a los demás desde un puesto estructural de ‘altas’ responsabilidades (Felipe González).

- ¡Y lo mejor está por llegar! Por lo menos algunas que han recorrido ese itinerario han acabado en un Banco Europeo o algo así. ¡Eso no es chollo, es un chorizollo!, añadió el Guindilla.

- Pues como se descuide y si también la mezclan con el caso de los sobrecostes del AVE Madrid-Barcelona, va a estar viajando por media España, pero…¡de juzgado en juzgado!, apostilló el Pisha.

- Que lo del AVE no es así, nos informó el Borni. Que de ese tema la culpa la tuvo el gran jefe de entonces, por meter prisas para que lo acabaran. La excusa era que había que aumentar como fuese las posibilidades de ‘’comunicación’’ entre Barcelona y Madrid.

- ¡Y no digamos nada de las ‘ampollas’ que está originando Hacienda con vuestros personajes afincados en Cataluña, ¿eh, Borni?, le dijo la Txuri-Txori

- Si lo dices por Messi o por nuestra diva del canto, mejor cállate, le contestó el aludido. Que ahora resulta que Nadal cotiza en el País Vasco porque allí paga menos. Y eso, ¿por qué será? ¿Es que está subvencionando las traineras o la txalaparta?

Mientras tanto, el Filloas no había abierto el pico y asistía, divertido, al intercambio de invectivas. Tal vez para cambiar de tercio es por lo que la Tatiqui intervino dirigiéndose al Filloas:

- Y tú, ¿no cuentas nada de Galicia? Por lo que veo estáis la mar de tranquilos y os basta defenderos del tren de borrascas que os está entrando por la costa desde febrero.

- ¡Hombre! Teniendo a quien tenemos en Madrid todo nos sale a pedir de boca o de pico, como quieras llamarlo, contestó el Filloas. Al que cortaba el bacalao hace años, lo mandamos al Vaticano y se ha debido de convertir, pues no sabemos ni dónde está. Se rumorea que está pensando en hacerse jesuita.

- ¡Y más cosas, claro!, complementó la Surfi. Y si viene el primer ministro japonés o lo que sea, os lo traen a Santiago para que hagáis caja. Y de paso, el gran jefe os anuncia que vais a tener trabajo en los astilleros para un par de años. ¡Mimados, que sois unos mimados!

- Y para acabarlo de arreglar y estar sin líos, los que quieren una patria gallega se han divido en dos y se tiran de los pelos entre ellos, siguió el Filloas. Algunos dicen que es porque unos quieren una Galicia tal como es ahora y los otros no sé si pretenden anexionar el norte de Portugal o Cuba. ¡Vete tú a saber!


 PLAZA DE SAN ANTONIO- CÁDIZ

Casi sin darnos cuenta la brisa se transformó en un viento racheado de poniente que arrastraba consigo la mitad de la arena de la playa de la Victoria o, por lo menos, así nos parecía. En consecuencia, levantamos el vuelo y, guiados por el Pisha, nos fuimos a refugiar a la plaza de San Antonio, donde siempre había algo que llevarse al pico, aunque fuese rebuscando en los alrededores de los contenedores anexos a alguno de los restaurantes que abundaban en el barrio. Mientras llegaba la hora del condumio, a la Tatiqui no se le ocurrió otra cosa que enunciar la siguiente creencia irracional de los españoles: ‘’Tener buena salud es fundamental para ser feliz. Lo más deseable es vivir mucho tiempo; cuanto más, mejor: ¡incluso cien años o más!

La Surfi prácticamente no la dejó acabar:

- ¡La solución para vivir mucho tiempo es fácil! Basta con hacer caso a lo que ha dicho uno de los mejores psiquiatras del mundo: ‘’La mujer española vive mucho porque habla mucho’’. ¡Toma ya! Ahora me explico por qué estoy rodeada de vejestorios. ¡No calláis ni cuando engullís!

- ¡Pues aplícate el cuento!, le dije yo. Que para oírte, tenemos que hacer rogativas a todos los santos, y por orden alfabético para no olvidarnos de ninguno.

- No os enzarcéis de nuevo, intervino la Tatiqui, que la frase del psiquiatra ese tiene mucha retranca. Lo que pasa es que vuestros oídos no están preparados para las matizaciones que requiere esa afirmación. Además, no nos sobra el tiempo porque después de engullir lo que podáis o lo que encontréis, tenemos que descansar. Mañana volvemos para San Pedro de Alcántara.

Ante la noticia de la vuelta a casa, sobre la que no habíamos podido opinar nadie, ni siquiera nuestro anfitrión, el Pisha, quedamos en encontrarnos al día siguiente en la Punta de San Felipe para iniciar el vuelo de regreso, y algunos nos fuimos hacia el puerto donde siempre había más posibilidades de encontrar algo de comer.

domingo, 4 de mayo de 2014

Semana del 27  de abril al 3 de mayo del 2014

Como el Pisha se ha puesto llorón, hemos decidido, después de ‘’recomendárnoslo’’ la Tatiqui, trasladarnos todos a Cái. Y eso que hemos tenido que soportar previamente las quejas y los pucheros infantiles del Filloas que nos decía que no había venido a Málaga desde Galicia a inventarse un nuevo Camino de Santiago desde las costas andaluzas hasta las gallegas, pasando por las portuguesas.


Durante nuestro trayecto sobrevolamos la zona de Los Alcornocales ya en la provincia de Cádiz, al norte de Algeciras, y en los que, por lo general, no se detecta presencia humana. Y lo cito porque la Surfi, que se había adelantado simplemente porque es más joven y sus fuerzas se lo permitían, nos vino a anunciar que se había encontrado con una concentración humana en un descampado que había cerca de Alcalá de los Gazules. ¡Y allí estaban! Había por lo menos unas 15.000 personas: jóvenes, menos jóvenes, niños,… Parecía la playa de Benidorm en pleno agosto, con la diferencia de que no se veía playa y que el único verde que se apreciaba eran los uniformes de la guardia civil y los chalecos de los voluntarios que regulaban, como podían, el trasiego de autobuses y personas que se acumulaban en carreteras secundarias y caminos, dirigiéndose al lugar de concentración. Ante la posibilidad de desperdicios de comida, incluidos los de los deliciosos bocatas de sardinas que siempre se llevan a estos eventos, nos aposentamos en una zona de arbolado próxima, pero lo suficientemente alejada tanto del espacio aéreo de los helicópteros de protección civil y de la policía, como de las inmensa aspas de los aerogeneradores que abundan en las elevaciones cercanas, donde aprovechan los vientos casi constantes que soplan en esta sierra gaditana.



Cuando acabó el encuentro que celebraban, en el que hubo cantos, discursos y hasta oraciones, nos asombraron dos cosas:


  • La paciencia que tuvieron los asistentes y con la que lograron desalojar el recinto con un orden y un ritmo que asombró hasta a la guardia civil;
  • Lo limpio que quedó todo, pues habían utilizado bolsas de basura que previamente debían de haber traído cada grupo para recoger los desperdicios. ¡Vamos, igualito que en un botellón universitario!



Consecuencia de ello fue que nos costó dios y ayuda encontrar algo que engullir en nuestra cena debido o a que la gente tenía hambre atrasada, o, a que estaban muy concienciados con eso de proteger la naturaleza y habían recogido las sobras, hasta con mimo, en esas bolsas negras de plástico que luego vemos volando por todas partes durante generaciones.



A la mañana siguiente llegamos a Cádiz y, guiados por el Pisha, sobrevolamos los distintos barrios de la ciudad, y acabamos instalándonos en un lugar próximo al puerto, en la Plaza de España. Y allí iniciamos eso que nosotros llamamos diálogo, esta vez en torno a la cuarta creencia irracional de los españoles:

‘’Debo tener un piso en propiedad. De lo contrario, soy un maldito fracasado muerto de hambre’’.

El Pisha, haciendo uso de la prerrogativa de ser el anfitrión, empezó diciendo:

- ¡Los okupas! Esos sí que se lo creen y lo aplican a la brava. Y como en Andalucía somos exagerados en todo, los apoyan hasta alguno de los cargos de la Junta, como a los de Sevilla.

-¡No cojas el rábano por las hojas!, le contestó el Filloas. Que eso de la propiedad lo llevamos en los genes. Allí en Galicia, desde tiempos de los celtas, cada familia se construía su palloza. ¡Y no te digo los indianos que volvían de Cuba o de cualquier otro territorio de allende los mares! Si no hacían una casona que se viese desde 20 km a la redonda, no eran nadie.

- En el País Vasco la cosa ha evolucionado de otra manera, nos informó la Txuri-Txori. Tierra adentro cada familia tenía su caserío, y cuando los tiempos vinieron empujando con su industria, puesh…¡qué os puedo decir! Los guipuches fundaron sus cooperativas con las que solucionaron hasta sus problemas de vivienda; los bilbaínos capitalinos, ¡perdón!, capitalistas, montaron sus industrias, sus bancos,…, y hasta se fueron a vivir a Las Arenas y Getxo; y de los alaveses,..¡no sé cómo explicarlo. Lo que sí es seguro es que desde que se instaló el gobierno vasco en Vitoria, se han construido más pisos que en los veinte siglos anteriores. Ahora, esa creencia de que el que no tiene un piso no es nadie, se aplica a la segunda vivienda, y a poder ser que esté en algún sitio en el que no tengan nada que hacer las haciendas vascas. ¡De eso os habéis aprovechado primero los catalanes y luego los andaluces. Y si queréis comprobarlo, iros en agosto a Salou, a Marbella,…

-¡Nada!,  ironicé yo, ¡Que al final va a ser que gracias a vosotros se ha desarrollado la Costa del Sol! ¡Pues ya me dirás por qué los alemanes e ingleses no se han ido al ‘Basque Country’!

- Muy sencillo, repentizó la Txuri-Txori. ¡Porque no saben comer! Y con el sol y el golf, puesh,..¡les habéis engañado!

-Para engaño, sentenció la Tatiqui, el que han hecho los bancos a todos. Que si hipoteca por aquí, que si hipoteca por allá, que si a Vd. Con ese sueldazo de 1.500 euros le financio el piso, el coche y hasta un viaje a su país de origen,…Total, que todo el tinglado hace ¡crack!, se quedan los bancos sin dinero, tienen que rescatarlos, y…¡los ‘’pringaos’’, que son mayoría, siguen con sus deudas y sudando para pagarlas!

-¡Si lo llego a saber, no vengo!, dijo el Filloas. ¡Yo venía a pasarlo bien y no ha solucionar el problema de la burbuja inmobiliaria!

- ¡Tienes toda la razón!, le apoyó el Borni. Que en cualquier momento a alguien se le va a ocurrir decir que todo eso de la burbuja se deriva de lo de la independencia de Cataluña. ¡Que lo nuestro empezó hace siglos!

- La burbuja es la que debéis tener en la azotea!, dijo el Pisha

El Filloas, que seguía sin entender nada, y ante el desmadre que se estaba generando, intervino tratando de calmar los ánimos y de ilustrar nuestros poco cultivados cerebritos:

- ¡Calma! ¡Calma!¡ Que ya Fray Luis de León habló del tema! Y si no dijo lo que voy a comentaros, seguro que lo pensó:
’Dios fizo el cielo y la tierra y todo lo que hay en ella para los hommes. Y estos son hermanos y deben compartirlos. Quien posea tierra, piedras y argamasa que se faga su morada y compártala con familla y hermanos cristianos. Y los usureros y amos de ducados no se fagan discípulos del maligno sino cirineos de los demás’’.

Quedamos todos callados, obnubilados, patidifusos, mudos, y hasta alguno con aspecto catatónico, ante estas palabras. Dijimos al unísono ‘’Amén’’, y nos pusimos a discutir abiertamente sobre la final de la Champion en Lisboa.