Semana del 18 al 24 de agosto
del 2013 (Gibraltar)
El problema de Gibraltar nos ha
afectado a todas las gaviotas de la costa del sur de España. La desaparición de
un caladero supone un lugar menos donde encontrar comida detrás de los
pesqueros que faenan en la zona.
La jefa de las gaviotas de la
bahía de Algeciras nos convocó a una reunión a las gaviotas que vivíamos a ambos lados del
estrecho. Yo fui en representación de las de Marbella y Estepona, y me encontré
con algunos viejos conocidos: Pepe, el ‘pisha’ de Cádiz; Tatiqui, la jefecilla
de la Bahía de Algeciras; el Guindilla
de Sotogrande, y la Surfi de Tarifa. Después de darnos los habituales picotazos
de bienvenida, centramos todas nuestras miradas en una gaviota que permanecía
un poco apartada, y con los sacos aéreos más hinchados que los de un palomo en
celo.
- ¿Y tú quien eres?, le interpeló el Tatiqui
Después de mirarnos fijamente
levantando las cejas, nos sorprendió con una afirmación rotunda
-¡Vaya, pues!, ¿ni me conoces? Pues la Txuri-Txori, una eusko-gaviota
de las finas.
- ¿Y qué haces aquí?, le preguntó el ‘pisha’
- Estaba veraneando, y desde Donostia me han dicho que venga de
observador, para tomar datos de cómo se las arreglan en esta pseudo-nación de
Gibraltar. La idea de los bloques ha gustado por allá arriba para aplicarla en
el Ebro, a la altura de Calahorra.
- Pues como no cambies de sitio, la flama que sube de los barrotes en que
te has posado te va a chamuscar lo que tienes entre las patitas, le
advirtió el ‘pisha’, ¡que este sol no es
como el del Norte!
Cambiamos unas miradas,
levantamos las alas como diciendo ‘¡qué
más da!’, y decidimos tácitamente permitir la presencia de la veraneante
mientras no intentase llevar la voz cantante.
Tatiqui nos resumió la situación:
- Llevamos meses hechas un lío. Incluso yo, alguna vez, me he encontrado,
antes del amanecer, siguiendo la estela de la motora de la Guardia Civil que
intenta proteger a su manera, es decir, a distancia y con mucho cuidado, a los
pesqueros que quieren faenar en el caladero de Gibraltar. ¡Y ahora lo de los bloques!
- Pues por mi zona está todo muy tranquilo, apostilló el Guindilla.
- ¡Guindilla! ¡Que tú no distingues un pesquero de un yate lleno de rusas
en biquini!, le interrumpió la Surfi, concluyendo: Tú hace años que te alimentas de las sobras de los espetos.
-¿Espetos?, contestó el Guindilla, serán los que hacéis en las playas de Tarifa. Que en Sotogrande lo que
mola son el caviar y otras menudencias.
La Tatiqui dio un par de
aletazos, amenazó con su pico, y los hizo callar con esos graznidos que enternecen
hasta a la Surfi.
-¡Ya está bien! Hay que hacer algo. Pues esos de abajo que entran y
salen por la verja no proponen nada serio. Que si vamos a prohibir la entrada
de arena, que si vamos a estudiar el impedir que entren rocas,…¡Tontadas! ¡Solo
falta que al gobernador se le ocurra sacar piedra de la propia Roca para
alargar el espigón!
Y yo, que como Pirulo siempre se
me han dado muy bien las genialidades, les solté como un cañonazo:
- ¡¡¡Inventemos el ‘’Colillero’’!!!
Se miraron asombrados, unos a
otras y otras a unos, y Pepe, el ‘pisha’, más acostumbrado a chascarrillos y
sátiras por eso de los Carnavales de Cádiz, me dijo:
- ¿Y qué es eso del Colillero? Porque yo lo que conozco es el ‘melillero’
que creo que es el barco que hace la ruta Málaga-Melilla y viceversa.
Muy tranquila, les di la
siguiente explicación:
- Muy sencillo. Durante el día llenamos de colillas de las playas un
barco, bote, piragua o lo que sea que flote. Y por la noche, lo arrastramos y
descargamos las colillas en el caladero de marras. Cuando cubran la superficie
donde están los bloques y sus aledaños, producirán uno o varios de los
siguientes efectos:
a) Dará asco mirar la zona, y más desde los muelles del puerto de
Gibraltar, donde seguro que se acumulan.
b) Impedirán que el agua se oxigene, y saldrán por pies (o lo que sea)
todas las especies marinas del caladero, emigrando a otros más sanos.
c) Los ecologistas organizarán tal follón que los Ayuntamientos
extenderán la prohibición de fumar de Tarifa hasta Sotogrande, como no sea a
más de 500 metros de la costa. Con lo cual disminuirá drásticamente el
contrabando de tabaco.
Al Guindilla le pareció bien,
porque a él no le implicaba, siguiendo la norma de no intervención de los
habitantes de su zona; a la Surfi también, porque podría proponer limpiar de
colillas las playas de Tarifa para colaborar con la recolección; y al ‘pisha’,
simplemente le divirtió la idea.
En cambio, la Txuri-Txori vio la
ocasión de congraciarse con el resto y exclamó muy alegre:
- ¡Sí señor! Y así montamos el PaP en todos los pueblos de la costa, de
Cádiz a Málaga.
El ‘pisha’, que la marcaba
diligentemente y muy de cerca, le espetó
- ¡Eh, tú! ¡No te quedes con nosotros! ¿Qué es eso del PaP?
- Inoshente eres pues, ¿eh? ¿Qué qué es el PaP? Pues el Puerta a Puerta.
Os explico, pues es el último eusko-invento. En vez de poner contenedores de
basura se da a todos los residentes bolsitas de plástico de cuatro o cinco
colores. En una se pone la basura orgánica; en otra, los papeles; en otra, los
plásticos; en otra, los vidrios,…, y en la última lo que sobre. Y en vez de
dejarlas en contenedores, y para que no apeste la basura en la vía pública,
pues cada uno se la guarda en su casa y espera que venga el que va Puerta a
Puerta y lo recoja. Solo habría que añadir una bolsita más para poner las
colillas.
A la Tatiqui se la abría y
cerraba la boca espasmódicamente, y antes de que el Guindilla y la Surfi
abriesen el pico para ampliar o corregir nuestras peregrinas ideas, logró
decir:
- ¡Vale por hoy! Si llevan 300 años peleándose y haciéndose amigos
sucesivamente, lo mejor es dejarlo como está. Ya os volveré a llamar si
necesito vuestra ayuda.
El ‘pisha’ se apartó con la
Txuri-Txori tratando de camelarla; el Guindilla hizo lo propio con la Surfi, y
yo me volví más que ufano a mis playas de San Pedro de Alcántara.
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