Semana del 25 al 31 de agosto
del 2013 (Bicis/Sindicatos)
La vuelta de la Bahía de
Algeciras la hice acompañado por el Guindilla, que se empeñó en enseñarme la
casa que tenía el gobernador de Gibraltar en Sotogrande. No me entretuve ni
media hora porque aquello parecía un plató de TV en hora punta: personajes de
todo tipo y, cómo no, personajillos que siempre revolotean en torno a los
anteriores.
Cuando llegué a San Pedro tuve
que contar a mis compañeras lo que habíamos hablado en Algeciras, y una de
ellas me puso al día de lo que habían visto en el Paseo Marítimo
Según me dijeron, por las
mañanas, el paseo era un desfile de nacionalidades, de personas adictas al ‘’jogging’’, de jubilados paseando
tranquilamente, de perros de distintos tamaños y razas,… Me han asegurado que
hay personas que van con tantos cables que como las enchufen seguro que se
iluminan como árboles de Navidad. Pulsómetros, iPod, avisadores de nivel de
azúcar, medidores de oxígeno en sangre, grabador-emisor de datos
cardiológicos,… En los brazos, en las piernas, por debajo de los pantalones
(¿qué es lo que medirán?, o ¿qué tipo de datos recogerán?), en los oídos,…
Otra de las cosas que les ha
llamado la atención es lo de las bicicletas. Hace dos o más años hubo una
campaña para hacer un carril bici desde el pueblo hasta el paseo marítimo. Y
creo que aprovechando aquella campaña que subvencionaba pequeñas obras a los
Ayuntamientos para crear empleo, se hizo un carril bici monísimo. Con un firme
azul cielo, líneas separadoras de las vías de ida y vuelta, circulito de un par
de metros de diámetro al final del recorrido con su puntito blanco y todo en el
centro,… ¡Pues no sabemos lo que ha pasado! Hay muchas bicis. Unas por el
propio paseo, sorteando viandantes y dando sustos por la espalda a inocentes
jubilados; otras por la calzada y con ciclistas que llevan su casco
reglamentario pero a veces dos tallas superior y, por lo tanto, casi tapándoles
los ojos; otras agrupadas de cuatro en cuatro, pero ocupando los dos carriles
de la calzada, y con una caravana de coches detrás que parece la salida de las
grandes ciudades en fin de semana. Pero,…¡atención!. ¡¡¡NINGUNA POR EL CARRIL
BICI!!!
Desde luego a las bicis hay que
respetarlas pero, por lo que he visto, muchos de ellos se pasan las normas por
donde yo me sé. Circulan por las aceras; por las calzadas entre coches y en
dirección contraria; charlando en grupo por mitad de la carretera, supongo que
del último partido del Málaga;… Menos mal que todavía no me he encontrado a
ninguno circulando sin manos y untando un tejeringo en un vaso de chocolate.
Cuando dieron las 10 a.m. , nos
acercamos dos o tres a la zona habitual de nuestro aperitivo: el murete del
paseo donde se sientan los empleados de limpieza del Ayuntamiento en sus 30
minutos de descanso, y donde siempre nos podíamos aprovechar de los trozos de
mollete que dejaban caer voluntaria o involuntariamente durante el almuerzo.
Mientras picoteábamos a su
alrededor, nos enteramos de algunas cosas que, por lo extrañas que sonaban, nos
parecieron interesantes:
- El personal más joven discutía con los veteranos la forma de
denominarse por la función que desempeñaban. Mientras los primeros defendían
que ellos eran TAMAs (Técnicos
Auxiliares de Medio Ambiente), los que tenían más años de experiencia
contraatacaban diciéndoles que eran ¡barrenderos!, simple y llanamente.
- La razón de esta controversia de denominación estaba en los cursos de
especialización organizados por los sindicatos (cursos TAMA) a los que debían apuntarse
todos los solicitantes de los puestos de esa categoría convocados por los
ayuntamientos
-Alguno de los más recientes puntualizó que era obligatorio apuntarse,
aunque no era necesario asistir a los mismos, pues los sindicatos les aclararon
que con esas listas ellos ya se las arreglaban para conseguir las subvenciones
correspondientes.
- Complementó la información el que parecía más joven e ingenuo.
Explicó al resto que, de toda la lista, él fue uno de los tres que se
presentaron al inicio del curso, aunque con esto de la crisis se habían
apuntado unos treinta. Y preguntó al resto del grupo si estos cursos de
formación de los sindicatos eran siempre a distancia, pues a los tres
asistentes les dieron una de esas antiguas escobas de brezo (él se acordaba que
su abuelo tenía una igual), y les dijeron que se fuesen a su casa e hiciesen
prácticas de barrer hasta que la escoba, que era como una I se transformara
con el uso en una J. Es decir, que se
machacasen los bíceps barriendo hasta que el brezo quedase desgastado y perpendicular
o casi al palo de la escoba.
Viendo que aquella conversación
podía cortocircuitar nuestros ya poco numerosos enlaces neuronales, decidimos
levantar el vuelo y acercarnos a la orilla del mar a tomar el fresco.