Quincena
del 1 al 13 de abril del 2019
La primavera la sangre altera. Y si, además, es época
pre-electoral, la cosa se desmanda y se complica. Y como si fuese un concurso
televisivo, lo mismo se desbarra diciendo cosas inimaginables en relación al
pasado, presente o futuro de los competidores que se formulan promesas que
nunca se podrán cumplir o que, de hacerse realidad, producirían, más que un
vuelco, una hecatombe social.
Transformarían a los ‘okupas’ en desocupados subvencionados
por el Estado. Seguirían sin dar palo al agua, pero cobrando.
Aumentaría el número de parados, pero gracias a la renta
mínima y unas cuantas chapuzas, podrían seguir tomándose una ‘birra’ los fines
de semana, acompañada por un plato de cualquiera de los restaurantes
facilitados por la app correspondiente. Eso sí, siempre que haya más de un
parado por familia, aunque uno de ellos fuese de larga duración.
Y no digo nada de los pensionistas. Lo mismo que ahora
tienen todos los derechos, incluido los de herencia, se reconocerían los de
viudedad de ‘desecho’, es decir, los originados al separarse los cónyuges, o lo
que fuesen o como se les llame, que viviesen con una sola pensión. Solo en los
casos en los que la viudez tuviese su origen en un suicidio ‘’asistido’’, se
analizarían exhaustivamente las situaciones previas al hecho, análisis que
realizaría una comisión de médicos y psicólogos y cuyas conclusiones, una vez
filtradas, corregidas o aumentadas por un jurado popular, determinaría la
conveniencia o no de conceder el ‘estatus’ de viudo/viuda al miembro de la
pareja que permanezca vivo. Con una sola excepción. En el caso de parejas
heterosexuales o matrimonios antiguos, que aun los hay, habrá que hilar más fino, pues si la
‘suicidada’ es ella, el caso debería pasar antes por un juzgado de género que
exonere al varón de toda culpa.
Tal vez, solo tal vez, la solución de toda esta barahúnda de
propuestas esté en proporcionar a todos los partidos, gratis por supuesto, las
suficientes cajas del TRIPTOMAX ese que anuncian por televisión, y, simultáneamente,
obligarles a que los que participen en cualquier mitin deban tomar una pastilla
antes de su intervención. De esa manera, y siempre según lo que dicen en la
propaganda del citado producto, aumentarían las interconexiones neuronales y,
en principio, mejorarían sus capacidades de raciocinio y análisis, logrando
así, de una manera indirecta, una disminución significativa de incongruencias y
chorradas en sus charlas mitineras. Lo peor del caso es que hay quien afirma
que, dado el alto porcentaje de políticas con cerebros mononeuronales, el tan
cacareado efecto del TRIPTOMAX brillaría por su ausencia.
Pero mejor es no seguir escribiendo (ni leyendo) y animarse
uno mismo con la contemplación de la floración de los primeros hyperastrum de
este año 2019.
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