Semana del 28 de octubre al 3
de noviembre del 2018
Y después de los 80,
¿qué?(II y último)
Es curioso, pero cuando te jubilas y emprendes uno de esos
viajes en los que has estado soñando toda tu vida, parece que quieras acabarlo
lo más rápido posible. Si vas en avión, llegas al aeropuerto con dos o tres
horas de adelanto para poderte poner el primero en las colas de facturación. Y
una vez que te olvidas del equipaje, te diriges lo más deprisa que te lo
permiten tus fuerzas hacia la puerta de embarque correspondiente. Y si el
recorrido previsto es en coche propio, madrugas e intentas llegar a tu destino
lo antes posible. A partir de los 80 todo cambia. Procuras hacer el viaje de
día, pues conducir de noche no te parece tan agradable y sugerente como cuando
eras joven. Vas tranquilamente disfrutando de una conducción reposada, sin
inmutarte cuando te sobrepasan camiones o autobuses. Y cuando te sobrepasa a
más de 140 km/hora un R-5 con matrícula antigua, sonríes socarronamente e
intentas no perderlo de vista por si se descuajeringa ante tus ojos.
Y hablando de coches.
Si uno tiene intención de cambiar de coche y hacerse con uno que tenga
todas las comodidades y adelantos tecnológicos, hazlo antes de los 80. Y eso,
porque a partir de esa edad hay un inconveniente muy serio, y es que las
financieras te consideran un producto de caducidad inmediata y te exigen un
aval para cualquier préstamo, por
pequeño que sea. Y esta situación concreta manifiesta claramente cómo te
consideran los que no pertenecen a ese mundo particular que constituyen el
grupo de jubilados.
Para los críos eres, en el mejor de los casos, alguien que
puede contar historias que, por descabelladas e insólitas, les entretienen,
disparan su imaginación y siempre les parecen distintas aunque solo se
diferencien en pequeños detalles. Y en el peor de los casos, eres para ellos
como un juguete al que pueden hacerle diabluras más o menos atrevidas en
función de su aguante y de la proximidad de sus progenitores.
¿Y cómo te relacionas con los jóvenes con los que no tienes
ningún vínculo directo de consanguinidad? Si por circunstancias casuales tienes
alguna relación con ellos o sus progenitores que vaya más allá de lo ocasional
o indirecto, esa relación se inicia casi siempre a raíz de problemas académicos
o psicológicos. Pero si eso te hace ‘tilín’ cuando estás recién jubilado, a los
80 te ‘resbala’ y prefieres no complicarte la vida que ya te has montado, y en
la que sortear con eficacia los achaques que te van surgiendo ya te da
suficiente entretenimiento. Además, en estos tiempos, los jóvenes no saben
relacionarse con el resto de los humanos a no ser por facebook, whatsapp o
instagram.
Y en cuanto a los adultos que tienes próximos en tu nuevo
entorno, y que la mayoría de las veces se reducen a tus vecinos de
urbanización, has ‘quemado’, por una u otra razón, los puentes que inicialmente
habías tendido. Los quince años que han pasado desde la lejana fecha de tu
jubilación es tiempo más que suficiente para haberte hartado de discutir sobre
problemas de la comunidad cuya solución nunca satisface a todos.
O sea, que te has convertido en una pareja ‘Robinson
Crusoe’. Has ido conformando un islote en el que vives y disfrutas de todas
aquellas cosas que antes considerabas ‘menudencias’ o entretenimientos de la
vida ordinaria: ir de compras solo o acompañado por tu pareja, planificar y
realizar viajes para mantener contactos familiares o para rememorar estancias
pasadas y, sobre todo, ejecutar las rutinas
diarias de una manera que resulte llevadera y, a poder ser, divertida. Y
siempre teniendo en cuenta una serie de consejos y/o sugerencias, entre otros
muchos, que dicta la experiencia:
- Date los caprichos que te
permitan tus ingresos, pues el ahorro, los planes de pensiones, las inversiones
y demás zarandajas, ya no te prolongan la vida ni te protegen de los planes
económicos de los políticos.
- No hagas esfuerzos que tu
experiencia te dice que puedes poner en un compromiso a tu zona lumbar o el
funcionamiento de tus esfínteres.
- No cruces los pasos cebra
corriendo ni sin mirar antes a todos lados, pues hasta los coches autónomos
están programados para cargarse antes a un ‘vejete’ que a un inconsciente,
sobre todo si éste es joven.
- Celebra con los de tu
generación el mayor número posible de reuniones en las que puedas contratar,
compartir, relatar,…, los recuerdos que se te ocurran, sin que haya jovenzuelos
que te interrumpan, te corten bruscamente, o te intimiden para que te calles.
- No te pongas en corrientes de
aire aunque la temperatura ambiente alcance los 35ºC, ya que un catarro, a
nuestras edades, se convierte en neumonía en menos de lo que canta un gallo.
- Piénsatelo mucho antes de
ingresar e integrarte en un grupo con edad media menor de 45 años, pues te
sentirás como un florero al que se le atiende cuando tiene las flores en tal
estado que les induce a pensar que lo mejor es cambiarlas y olvidarse de paso
del florero.
- Evita cenas ‘a calzón quitado’,
por mucha hambre que tengas, pues te pueden provocar, como mínimo, una noche
toledana y, como máximo, el tener que llamar al 112.
- No se te ocurra cortarte las
uñas de los pies porque, si lo intentas, tendrás que llamar a un quiropráctico
para poderte poner en pie en una posición normal y, en casos extremos al 112.
¡Búscate un buen podólogo!
-…
Y no sigo.
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