Semana del 18 al 24 de junio del 2017
Y el Pirulo sigue con sus
recuerdos de su viaje por…¿España?, ¿el Estado?, ¿varias naciones de naciones? ¡Yo
qué sé!
Sin
proponérnoslo, salimos de Mérida por donde quería la mayoría: con vistas al
Acueducto romano de Los Milagros
|
Sin darnos
casi cuenta recorrimos los doscientos y pico kilómetros que había hasta
Salamanca, y sin poder tener una perspectiva que nos permitiese fotografiar
el viaducto de Béjar.
El
navegador nos llevó hasta las puertas del garaje del hotel que estaba situado
junto a la Catedral y con indicaciones claras de cómo llegar. Lo que no
estuvo tan claro era cómo entrar en él, con una puerta al ‘bies’ y sin una
visión lo suficientemente nítida del ‘’precipicio’’ que se intuía detrás de
ella. Pero todo salió a pedir de boca y sin un solo rasguño, aunque la
mayoría quedamos algo aturdidos por los constantes pitidos, de distinta
intensidad y cadencia, que emitían no sabemos qué ayudas ni su para qué, de
las que disponía el Nissan.
Al no tener
disponibles las habitaciones, a pesar de ser casi las doce del mediodía,
decidimos aprovechar el tiempo y ver los ‘alrededores’. Y como nada más salir
del hotel tropezabas con los muros de una de las torres de la Catedral, nos
pareció buena idea rodearla, curiosear el museo de Art Decco y los Jardines
de Calisto y Melibea, y acabar entrando en ella para ver los elementos más
importantes de su estructura y compararlos con los de la catedral vieja a la
que estaba adosada.
|
Parece
mentira lo que da de sí el dar la vuelta a una catedral, pero en este caso se
nos pasó el tiempo suficiente para que estuviesen disponibles nuestras
habitaciones y se nos agudizase el apetito lo suficiente como para decidirnos
a salir a buscar un lugar donde tomar el ‘’lunch’’, ya que una de las
características de este viaje fue que comer, lo que se dice comer, solo era
posible a partir de las 8 p.m. Y al final, nos ‘aposentamos’ en un bar que
hacía precios especiales a los estudiantes, aunque con pocas esperanzas de
que nos aplicasen esa prerrogativa a nosotros, por mucho que insistiésemos de
que pertenecíamos a un grupo de Educación de Adultos.
|
Y después
de estar contemplando durante un buen rato a estudiantes de todo tipo, sexo,
nacionalidad, y pelaje, nos volvimos al hotel a descansar.
|
Por la
tarde decidimos visitar las zonas más emblemáticas de la ciudad,
deteniéndonos sobre todo en la Universidad y en la Casa de las Conchas
|
Y por la
Rúa Mayor nos acercamos, paseando tranquilamente, a la Plaza Mayor, después
de comprar una especie de ‘chaleco veraniego’ de colores vistosos y, al final
del recorrido, tuvimos que acelerar el paso y refugiarnos en los soportales de
la plaza ante la amenaza de una especie de tormenta de verano que se limitó a
unas cuantas ráfagas de viento y una gotas de agua que no llegaron a mojar
completamente el empedrado.
|
De ahí
bajamos por la calle San Pablo hacia el Duero pasando por la Torre Clavero y
el Restaurante La Hoja, y recordando el mismo recorrido que habíamos hecho
unos cuantos años antes en una de las ya lejanas, pero no olvidadas,
reuniones del grupo ITE
|
Y frente al
Hotel San Polo, o algo parecido, no nos quedó otro remedio que pedir un taxi,
y que logré que la recepcionista del mismo lo llamara tomándome por uno de
los invitados a la primera comunión que allí se celebraba, pues ni las
piernas ni la respiración nos iban a permitir volver a nuestro hotel en
condiciones normales
Y una vez
repuestos y vestidos casi de gala, nos fuimos a cenar otra vez al Parador,
pero esta vez de Salamanca.
|