Semana del 2 al 8
de septiembre del 2018
Mazagón a los 80 (VII)
16 de julio(cont.)
La sucesión de imágenes que se habían ido acumulando se vio
interrumpida por la repetición incontrolada e incontrolable de la melodía del
móvil que me indicaba la entrada de las sucesivas llegadas de mensajes de todo
tipo. Así que me dediqué a agradecer escuetamente las felicitaciones por la
misma vía y, mientras tanto, nos preparamos para ir a desayunar.
A la vuelta nos instalamos o, por lo menos, me instalé en la
terracita e intenté reflexionar sobre el paso de los años y sus consecuencias.
Y digo ‘intenté’ porque en el jardín que se extendía desde yo estaba hasta la
piscina se encontraba uno de los jardineros circulando a la máxima velocidad
que le permitía la auto-segadora que conducía, y dibujando con ella ochos
debido a los parterres circulares que encontraba en su trayectoria. Acabé
quitándome los audífonos para evitar que el ruido del motor interrumpiera el
hilo de mis pensamientos que estaban empeñados en encontrar una solución a la
diferencia de nivel entre lo que te sientes capaz de realizar mental y
psicológicamente y las prestaciones que, por los años, tienen tus condiciones
físicas para realizarlo. Desnivel que no puede salvarse con un repintado
restaurador que se hace a esas caretas que adquieres en viajes a países
exóticos, y que permanecen años a la intemperie.
Por si ese ‘apaño’ del exterior pudiese tener efectos
positivos, nos pusimos elegantes para disfrutar de una comida en el restaurante
del Parador, y que acabó siendo simplemente ‘normal’, sobre todo porque a la
petición de un postre que se
denominaba algo así como ‘’Rosa de Armagedón’ o de Aracena (ya no lo recuerdo),
el repostero correspondiente respondió con un simple gofre sumergido
parcialmente en un líquido que, por el sabor, semejaba a unas natillas
diluidas.
Volvimos a nuestros aposentos, nos hicimos las consabidas
fotos conmemorativas de la efeméride, descansamos, leímos, e inauguramos el
campeonato de chinchón del segundo período de mi jubilación. Ese período al que
los pesimistas intitulan ‘’¡NO ME LO CREO!’’
y los optimistas ‘’¡¡¡TOMA YA!!!’’, ya que son las frases que utilizan
frecuentemente cuando hacen algo fuera de los común (para ellos), tales como
subir un tramo de diez escalones sin descansar, cruzar un paso de cebra sin que
se forme una fila de pacientes y educados conductores de más de cinco coches, bajar
la basura sin perderse de vuelta a casa,….
Y después de sufrir el primer revolcón del campeonato, y ante
la falta de ‘’feeling’’ con mi contrincante al que rogué que hiciese la vista gorda
a pequeñas trampas, a lo que se negó alegando principios éticos inamovibles, decidimos
dejar reposar la baraja e irnos a tomar un pequeño refrigerio.
La atención que nos prestó el camarero de turno fue especial
pues, al ver la mochilita de oxígeno, nos confesó que el también necesitaba algo
parecido para dormir por culpa de una apnea que padecía y que, por tanto, comprendía
perfectamente nuestras limitaciones, sobre todo las de la afectada. Así que disfrutamos
del servicio más rápido e impecable de la concurrencia.
Y así terminaron las celebraciones del 80 cumpleaños, aunque
no nuestra estancia en Mazagón.
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