lunes, 10 de septiembre de 2018


Semana del 2 al 8 de septiembre del 2018

Mazagón a los 80 (VII)
16 de julio(cont.)

La sucesión de imágenes que se habían ido acumulando se vio interrumpida por la repetición incontrolada e incontrolable de la melodía del móvil que me indicaba la entrada de las sucesivas llegadas de mensajes de todo tipo. Así que me dediqué a agradecer escuetamente las felicitaciones por la misma vía y, mientras tanto, nos preparamos para ir a desayunar.

A la vuelta nos instalamos o, por lo menos, me instalé en la terracita e intenté reflexionar sobre el paso de los años y sus consecuencias. Y digo ‘intenté’ porque en el jardín que se extendía desde yo estaba hasta la piscina se encontraba uno de los jardineros circulando a la máxima velocidad que le permitía la auto-segadora que conducía, y dibujando con ella ochos debido a los parterres circulares que encontraba en su trayectoria. Acabé quitándome los audífonos para evitar que el ruido del motor interrumpiera el hilo de mis pensamientos que estaban empeñados en encontrar una solución a la diferencia de nivel entre lo que te sientes capaz de realizar mental y psicológicamente y las prestaciones que, por los años, tienen tus condiciones físicas para realizarlo. Desnivel que no puede salvarse con un repintado restaurador que se hace a esas caretas que adquieres en viajes a países exóticos, y que permanecen años a la intemperie.



Por si ese ‘apaño’ del exterior pudiese tener efectos positivos, nos pusimos elegantes para disfrutar de una comida en el restaurante del Parador, y que acabó siendo simplemente ‘normal’, sobre todo porque a la petición de un postre       que se denominaba algo así como ‘’Rosa de Armagedón’ o de Aracena (ya no lo recuerdo), el repostero correspondiente respondió con un simple gofre sumergido parcialmente en un líquido que, por el sabor, semejaba a unas natillas diluidas.



Volvimos a nuestros aposentos, nos hicimos las consabidas fotos conmemorativas de la efeméride, descansamos, leímos, e inauguramos el campeonato de chinchón del segundo período de mi jubilación. Ese período al que los pesimistas intitulan ‘’¡NO ME LO CREO!’’  y los optimistas ‘’¡¡¡TOMA YA!!!’’, ya que son las frases que utilizan frecuentemente cuando hacen algo fuera de los común (para ellos), tales como subir un tramo de diez escalones sin descansar, cruzar un paso de cebra sin que se forme una fila de pacientes y educados conductores de más de cinco coches, bajar la basura sin perderse de vuelta a casa,….



Y después de sufrir el primer revolcón del campeonato, y ante la falta de ‘’feeling’’ con mi contrincante al que rogué que hiciese la vista gorda a pequeñas trampas, a lo que se negó alegando principios éticos inamovibles, decidimos dejar reposar la baraja e irnos a tomar un pequeño refrigerio.

La atención que nos prestó el camarero de turno fue especial pues, al ver la mochilita de oxígeno, nos confesó que el también necesitaba algo parecido para dormir por culpa de una apnea que padecía y que, por tanto, comprendía perfectamente nuestras limitaciones, sobre todo las de la afectada. Así que disfrutamos del servicio más rápido e impecable de la concurrencia.

Y así terminaron las celebraciones del 80 cumpleaños, aunque no nuestra estancia en Mazagón.

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