Semana del 26 de enero al 1 de
febrero del 2014
Hoy nos hemos reunido los tres
(la Txuri-Txori, el Borni, y un menda, el Pirulo) en la Plaza de la Iglesia que
es donde acaban yendo a sentarse todos los ‘’veteranos’’ del pueblo para tomar
el sol. Y les podríamos llamar euro-veteranos, pues casi todos han superado con
creces la edad de jubilación mínima marcada por la Unión Europea, con la
excepción que se ha autoconcedido la Merkel para beneficio de los alemanes. Y
en vez de la estrella de David llevan como distintivo (puestos y bien sujetos)
unos buenos pantalones de pana con brillo por todas partes. Junto a ellos, pero
no revueltos, y sentados en torno a las mesas del bistro bar de la plaza
tomando su correspondiente ‘’cup of coffee and milk’’, se sientan esos otros
veteranos procedentes de las lluviosas y casi siempre nubladas tierras del
norte. Su vestimenta les delata, pues se sientan al sol con polos de manga
corta sin importarles ni el levante ni el poniente, y sabiendo que, con sus
pensiones y los vuelos ‘low cost’, pueden disfrutar del buen tiempo y de la
dieta mediterránea dos o tres veces al año.
Nos instalamos en la cornisa de
la iglesia, desde donde divisábamos el mar, y nos llamó la atención lo bien que
se lo estaban pasando los jubilados sentados en los bancos de la plaza,
contando y rememorando tiempos pasados. Y lo oíamos todo perfectamente, pues
debía ser un grupo al que no le habían llegado las subvenciones de la Junta para
audífonos para mayores de 70 años y, en consecuencia, se decían las cosas a
gritos. Prestamos atención porque distinguimos la palabra ‘’gaviota’’ que
posteriormente se unió a una carcajada generalizada. Las intervenciones que
escuchamos, interrumpidas más de una vez por esas toses propias de pulmones muy
trabajados por los muchos tipos de tabaco fumados (Ideales, Picadura, Celtas,
Ducados,y…¡hasta Bisontes!), se desarrolló más o menos como sigue:
Jubilado 1. ¡Mira esas gaviotas! ¡Igualitas a las que yo hacía
‘’perrerías’’ de crío!¡Todavía me acuerdo cómo las engañábamos desde nuestra
terraza del sexto piso que daba a la
ría! Primero hacíamos gestos con el brazo como si tirásemos cosas; cuando se
acercaban e iniciaban el vuelo cercano poniéndose en círculo una a continuación
de otra, echábamos trozos de pan. La que atrapaba un trozo se separaba del
grupo y, en cuanto se lo tragaba, volvía a incorporarse al círculo. Al cabo de
un rato y cuando considerábamos que estaban confiadas, empapábamos los trozos de
pan en vino antes de lanzárselos a las gaviotas. ¡Y había que ver a la que lo
engullía cómo se separaba del grupo dando tumbos y se iba a posarse en la
superficie de la ría! Y no sabemos si allí se quitaba la borrachera bebiendo
agua o vomitando lo que había comido o haciendo alternativa y sucesivamente
ambas cosas. ¡Menos mal que en aquellos tiempos no había ecologistas
practicantes, pues habríamos acabado en el trullo!
Jubilado 2. ¿En el trullo? ¡Pues os habríamos hecho compañía! Y
os digo por qué. Ya conocéis el problema que tenemos en la avenida de la
Constitución con los estorninos, gorriones o lo que sea. Esos miles de
‘pajaritos’ que vienen a pasar la noche y dejan las aceras y los coches
aparcados como las famosas islas de guano de la costa del Perú. Pues nosotros,
de pequeños, en aquellos malos tiempos del racionamiento, aplicábamos el mejor
remedio para corregir los efectos de esta especie invasora que ahora los
Ayuntamientos no saben cómo controlar. Nos dedicábamos los fines de semana a
cazar el mayor número de ellos para llevárselos a los bares de la zona. Y, ¿por qué? Pues porque los
domingos era típico tomarse con la cerveza o el pote de vino…¡unos pajaritos
fritos! Ahora no te los ofrecen en ningún sitio, como pasa con los chanquetes,
pues si te los descubre la policía rural o los inspectores del servicio de
alimentación y salud, te cae una multa que hasta Montoro se frota las manos.
Jubilado 3.- Pues a mí y a mis hermanos sí que nos meten en la cárcel, o como mínimo en el reformatorio, si nos sorprenden cuando hacíamos una auténtica diablura mientras estábamos
‘veraneando’ en un caserío. Supongo que estaría ahora preparando la celda, por
ser el preso más veterano, a cualquiera de esos aprovechados que se están
‘’forrando’’ a nuestra costa.
Jubilado 1.- ¿Qué tu veraneabas en un caserío? ¡Qué cara! ¡Eras
de los potentados de aquella época!
Jubilado 3.- ¿Veraneo? ¡Que te lo has creído! Era un favor que nos
hacía la ‘cashera’ que nos traía la leche, para que nos recuperásemos de la
hambruna que habíamos pasado durante el curso, y eso a base de pucheros de
alubias rojas con buen compango. Y para nosotros era una diversión ayudar en
pequeños trabajos de caserío. Precisamente uno de ellos era llevar las vacas al
prado y quedarnos allí cuidándolas para que no saliesen de los límites del
campo. Pues un día vimos un burro que se había unido a nuestras vacas y que se
aprovechaba del pasto. Era mansurrón pero terco, y no había manera de alejarlo
de la zona. En ese momento, al más pequeño de los que estábamos allí, no se le
ocurrió otra cosa que proponernos el meter al burro una guindilla por el culo.
Dicho y hecho. Buscamos una guindilla y cuando nos aproximábamos al burro no sé
quien propuso abrirla antes de metérsela al burro. Nos acercamos
tranquilamente, y mientras uno le acariciaba la testuz, otro levantaba el rabo
y un tercero, que era yo, intentaba introducir la guindilla. Después de dos o
tres ensayos lo logré y, para nuestro asombro, el burro ni se movió. Siguió
pastando moviendo el rabo, pero al cabo de un par de minutos rebuznó, levantó
perpendicularmente el rabo, y se puso a saltar y correr como un poseso, dando
coces al mismo tiempo en todas direcciones durante un buen rato, y desapareciendo
luego en unos terrenos cercanos.
Mientras oíamos estas historias,
truculentas para nosotras las gaviotas, nos mirábamos asombradas sobre todo por
las carcajadas que acompañaban cada relato. Y sin necesidad de abrir el pico ni
de ponernos de acuerdo, levantamos el vuelo simultáneamente para alejarnos de
aquellos a los que, aun con sus limitaciones propias de la edad, podría
ocurrírseles cualquier barrabasada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario