sábado, 16 de noviembre de 2013

Semana del 10 al 16 de noviembre del 2013 (Apodos/Motes)

Ha venido a pasar unos días el Pisha. Tenía ganas de desaparecer de Cái, pues con los líos de las facturas que habían parecido en uno de los sindicatos, estaban enchironando al primero que encontraban, y como él solía descansar en uno de los edificios en que tenía su sede el citado sindicato, no quería arriesgarse. Y me comentó que no sabía el por qué de tanto lío, pues eso lo llevaban haciendo en Cái, desde la ‘Gloriosa’, todos los que tenían algún cargo o carguillo.

- Y si no, me dijo, escucha las chirigotas del carnaval del 2014. ¡Si han metío hasta facturas de material de disfraces de los carnavales pasados! Según los informes que tengo, hasta han justificado subvenciones recibidas con documentación de cursos organizados con el título ‘’Las chirigotas: evolución de sus disfraces’’.

Cuando nos acercábamos a la urbanización donde íbamos a pasar la tarde, sobrevolamos el hormiguero objeto de anteriores reportajes, y nos posamos un momento en el tejadillo desde donde podíamos observar su funcionamiento, pues había un ir y venir inusual.

-¿Quién es aquella hormiga-guerrero con un arco y nada más?, me preguntó el Pisha.

- Por lo que parece quiere organizarlo todo a su manera e independientemente de lo que quiera la mayoría. ¡Y encima solo viene unos días al año!, respondí.

- Pues por lo menos hay uno al que le ha convencido, pues le sigue a todas partes asintiendo con la cabeza.

- ¡Natural! Es el hormigo-rey que, como decís en vuestra jerga, es un camama y un culiparlante como los que teníais en las famosas Cortes de Cádiz.

- Pues viendo cómo funciona el hormiguero y el miedo que tienen a la hormiga-guerrero, diría que éste es un auténtico ‘’sieso manío’’, sentenció el Pisha.

- Y eso, ¿qué es?

- ¿No utilizáis esa expresión por aquí? ‘Sieso’ es alguien que hace imposible la vida a los demás, y con una serie de cualidades que… Mejor que no tengas que convivir con un ‘sieso’ y más si es ‘manío’, es decir, pasao de vueltas.

Después de esta aclaración seguimos nuestro camino y pasamos un buen rato charlando sobre los motes que conocíamos y en cómo se habían originado pues, en los pueblos, a las familias se las conoce por el mote que se ha ganado en algún momento alguno de sus miembros. Como muestra ahí van algunos de los que recordamos.
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El personaje empezó a destacar en la ‘mili’. Ninguno de sus compañeros supo el cómo, pero se las apañó para ‘colocarse’  como ayudante en la peluquería. Empezó así, pero acabó siendo el peluquero de los mandos y de sus familias. Tal vez fue porque era callado, cosa rara en un peluquero, pero con una socarronería que afloraba en cuanto se le daba pie, y que entretenía mientras realizaba su faena que, además, la ejecutaba con maestría. Al volver al pueblo, en vez de reiniciar los trabajos de labranza en campos que no eran suyos, abrió una peluquería en el centro del barrio de los aparceros, justo enfrente de su vivienda familiar, con lo que no tenía más que cruzar la calle para acudir a su puesto de trabajo. Ni que decir tiene que cuando esta zona se transformó en lo que es hoy, el barrio de aparceros se convirtió en un pueblo de casitas blancas, rodeado de campos de golf, y su peluquería en un céntrico local  de la calle más transitada. Y esta manera de sortear las dificultades y acabar siendo titular de un patrimonio saneado y suficiente para llevar una vida sin agobios le valió iniciar la saga de

EL TALENTOS
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Trabajaba en una dehesa de reses bravas y en labores poco tecnificadas, pero no por ello menos peligrosas. Se dedicaba en tener siempre a punto los abrevaderos y las zonas donde se colocaba el suplemento de alimentación de las reses en épocas en que la sequía se prolongaba en demasía y los pastos escaseaban. El infortunado día en que se originó su mote, andaba cumpliendo sus obligaciones laborales cuando sintió lo que llamamos familiarmente un ‘’apretón’’. Como los toros bravos estaban a una distancia prudencial, decidió evacuar agachándose detrás de uno de los abrevaderos. Ahí estaba haciendo sus necesidades tan tranquilo, cuando se le ocurrió asomarse por encima del abrevadero para controlar la situación de los morlacos. ¡Y cuál no sería su sorpresa al ver a dos de ellos acercándose al trote! Se levantó como pudo (él y sus pantalones) y salió corriendo a una velocidad tal que podía haberse puesto al frente de una de esas típicas estampidas que amenizan las películas de vaqueros. Luego se enteró que no eran morlacos sino mansos, pero el detalle no evitó que su carrera se comentara en los pueblos de los alrededores y que se  hiciera merecedor del mote que aun luce y trata de ocultar su familia

EL CAGALEGUAS
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En este caso se trataba de un pequeño propietario de un pueblo de la Serranía de Ronda. Tenía un pequeño huerto de naranjos bien ubicado, pues en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana constituía la mayor parte de un campo de golf de una urbanización elitista, con lo que el heredero de su apodo y de su terreno no tenía necesidad de un Plan de Pensiones o cosa semejante. Pero el sobrenombre que le adjudicaron no se debía a ese detalle, sino a su insistencia en la persecución y caza de cualquier cosa que llevase faldas, aunque fuese una escoba. Y sobre todo al elevado porcentaje de éxito que tenían sus ‘salidas’ del hogar, independientemente de la hora a la que se produjeran, y consecuencia también de algunos de los frutos que al cabo del tiempo correteaban por las calles. De ahí que para referirse a su hijo (al que conocí) se dijese que era de la familia de

EL VERRACO
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El último que voy a citar es el apodo con el que le habían bautizado al capataz de un cortijo próximo a Antequera y algo caído hacia Málaga, y que, según las malas lenguas de los jornaleros y aparceros, hacía “favores” a la dueña del cortijo, en versión de algunos, y/o a la señora del administrador, en versión del resto. El caso es que en un invierno de los crudos, de esos en los que el viento del norte es predominante, la dueña de la finca cayó enferma con una pulmonía que, según algunos malintencionados, había atrapado por hacer juegos erótico – malabares sin haber cerrado bien las ventanas. La única solución era conseguir unos medicamentos de los que disponían solamente las farmacias de la capital, y que, como puede considerarse natural, se ofreció a traerlos el capataz, para lo que utilizó el mejor y más rápido medio de transporte de que disponía en aquel tiempo: su propia jaca. Y traer los medicamentos que remediaran los males de la dueña sí que lo consiguió, pero reventar a la jaca por haber realizado el viaje de ida y vuelta a la capital sin descanso ninguno, también. De ahí que todos le conociesen por

EL MATALAJACA
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Antes de irnos a descansar, el Pisha sentenció

- ¡Cómo han cambiado los tiempos! Ahora en los pueblos los motes son numéricos: ‘’Ese es de 1.000’, ‘Ese es de 2.500’,…Y eso para indicar el sueldo en euros que le ha puesto algún familiar suyo colocándole en el Ayuntamiento o en alguna de las mil empresas de servicios que contrata el ídem.


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